-Buena idea.

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Puedo hacerlo, de eso estoy segura, soy Emma Hills, yo lo puedo todo. Solté un suspiro alentador y tomé el celular. Después me arrepentí y lo dejé en mi mesita de noche.

Soy una cobarde.

Hace dos días regrese a Boston, hace dos días que Richard me ha comenzado a llamar más de lo necesario y hace más de dos días que ignoro sus llamadas y mensajes. No pude hablar con mi padre, en primera, porque Bárbara uso su compulsión en mi, en segunda, porque no estoy segura de hacerlo todavía. Bárbara ya no mencionó más el tema mi sangre, no sé para que la necesita, pero sea lo que sea, siento que será algo que me hará daño de alguna u otra manera.

-Emma- me sobresalté y me levanté de la cama.

abrí la ventana que es de donde provenía mi nombre.

-¿Qué haces aquí?- susurré, no quiero despertar a las demás chicas- ya es tarde Richard vete a casa- le cerré la ventana en su cara y caminé hacía mi cama.

-Necesitamos hablar- dijo detrás de mí haciéndome sobresaltar de nuevo.

Mierda.

-¿Sobre qué?-pregunté fastidiada.

No quiero hablar con él o con algún otro vampiro en estos momentos, lo único que quiero es despejarme y olvidar por unos minutos mis problemas. Pero eso es imposible.

-Lo que sucedió el día que la chica de nombre Bárbara te atacó- habló incomodo- ¿te hizo más daño?-preguntó acercándose a mi y revisando mi cuello con ambas manos.

-No- dije y me alejé de él- Ya puedes irte, ya visite que estoy bien- me di media vuelta y di unos pasos a mi cama, pero fueron interrumpidos por Richard que me jaló hacía él.

Wow esto es realmente incómodo. Sentí como mis mejillas se ponían calientes y me puse nerviosa, estamos muy cerca, muy juntos, y lo peor es que le doy la espalda.

-Richard-murmuré nerviosa- suéltame.

-Tenemos que hablar- murmuró en mi oído causándome unas sensaciones extrañas- no creo que me estés evitando solo porqué soy un vampiro Emma, seguro ya estás acostumbrada a ellos- siguió hablando en mi oído.

Su aliento tibio con olor a menta me hacía sentir extraña, me gusta y a la vez no me gusta esta sensación. Tragué saliva y suspiré. Estoy nerviosa, y sé que él lo sabe.

-Tengo problemas- confesé en un susurro apenas audible para cualquier humano después de varios segundos en silencio.

Varios segundos en los que Richard no se alejó ni un milímetro de mi, al hablar sentí como se tensaba.

-¿Qué clase de problemas?-murmuró con algo de preocupación en su voz.

Traté de alejarme de él pero aferró sus brazos en mis caderas haciendo que nos juntáramos más ¿eso era posible?. Digo, ya estamos muy juntos esto me causa conflicto es incomodo pero me gusta, ¿Por qué hace esto?.

-Suéltame- susurré con la voz temblorosa.

-No hasta que me digas todo, Emma- se aferró más a mis caderas.

Mi corazón comenzó a latir como loco, no estoy segura de que es lo que estoy sintiendo en estos momentos pero estoy en un gran debate pues me gusta y al mismo tiempo lo odio. No sé qué hacer en estos casos porque nunca me había pasado. Ni siquiera con Ian, siempre que yo intentaba acercarme de esta manera a él, él se alejaba.

No le gustabas Emma.

Mi corazón se estrujó al pensar en eso, pero es verdad.

Involuntariamente solté un sollozo y lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas. Richard se alejó de mí y me giró para que lo mirara. Se le veía preocupado.

Siempre fuiste tú | 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora