Donghae no sabía qué estaba haciendo allí.
La ceremonia estaba siendo tan aburrida como una clase de empresariales a última hora de un viernes; sentía las mismas ganas de salir corriendo. Estaba agotado después del largo viaje en avión desde Corea, sin poder dormir, oyendo sin cesar el continuo parloteo de su madre sobre lo orgullosa que estaba de su hijo. No de él, por supuesto. De Donghwa, el novio, que había logrado casarse con la que llevaba siendo su novia desde hacía más de seis años. Se lo veía feliz.
En la larga misa que daba paso a los votos y el intercambio de anillos, se mantuvo observando fijamente el largo y abigarrado trapo que el cura llamaba túnica. Estando en primera fila junto a su madre, que le clavaba las uñas en la muñeca por la emoción, ni siquiera era capaz de girarse a buscar una cara conocida. Había llegado el último desde el hotel, en taxi, y había tenido que correr hacia su sitio a trompicones. Todavía le costaba controlar el rubor en sus mejillas cada vez que recordaba la sensación de tener cincuenta miradas clavándose en él.
Sacudió la cabeza para olvidarlo. Poco a poco el rubor se iría y nadie se daría cuenta de ello. Todos estaban demasiado enfrascados en cómo Donghwa y esa estadounidense rubia, Lily, se decían cuánto se amaban e iban a amar hasta el día de sus muertes. Donghae no se lo creía, pero fingió que sí. Su madre lloraba y le hizo daño con sus uñas rojas y extralargas.
—Puede besar a la novia —el cura cerró su libro y alzó las dos manos.
Donghwa besó a Lily durante mucho menos tiempo del que Donghae sabía que podían besarse. Fue a penas un roce comparado con lo que él les había visto haciendo. Le daban envidia. Le daba envidia su forma de mirarse, de sonreírse, de darse la mano para salir de la iglesia. Él quería hacer eso con alguien.
Pero no con las chicas que su madre se empeñaba en buscarle para citas a ciegas.
La última todavía fichaba en su calendario como un infierno.
Salieron los últimos, seguidos por un chico que mascaba chicle y portaba una cámara colgada del cuello. Donghae quería pensar que era el fotógrafo, pero, por su forma de vestir y las pocas ganas de estar ahí que transmitía al andar, parecía más un amigo de su hermano. Aunque siempre había visto a los amigos de Donghwa como unos pijos insufribles. Quiso observarlo un par de minutos más, observarlo bien.
Su madre tiró tan fuerte de él, que se vio obligado a mirar al frente y acelerar el paso.
—Toma, cielo.
Una bolsita de arroz le fue tendida y la cogió; tenía un lazo verde que la cerraba, estaba hecha de una tela muy áspera y ponía el nombre de su hermano y de Lily con hilo dorado. ¿Todo eso por una estúpida bolsa de arroz? Si lo iban a tirar.
—¿Qué haremos luego con la bolsa?
—Guardarla de recuerdo, por supuesto. No sabes lo caras que nos han salido a la madre de Lily y a mí.
Pues no haberlas comprado.
Asintió, intentando parecer condescendiente, en el buen sentido. Se dejó colocar junto a unos primos que no veía desde la adolescencia, formando un pasillo junto al grupo de parientes de Lily que tenían enfrente. Los novios volvieron a entrar en la iglesia, tontamente. Donghae le quitó el lazo a su bolsita imitando el movimiento de su madre y agarró un puñado con la mano derecha.
—¡Viva los novios! —gritó alguien.
Todos respondieron con un grito al aire, lanzando el arroz sobre éstos. Él empezó a tirar puñados sin pensar hasta que hubo vaciado la bolsa por completo, echando granos de arroz individuales hacia la cola del vestido blanco sin razón. Solo quería demostrar la poca valía de esa bolsa cuando se encontraba llena de nada.
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Inefable [EunHae +18]
FanfictionHyukjae es fotógrafo y sarcástico a tiempo completo. Donghae estudia para heredar la empresa de su padre. No se odian. No se quieren. No hay palabras para describir lo que sienten. Sencillamente inefable. ▶Queda prohibida la copia total o parcial de...