Capítulo 12

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Hyukjae se mordió el labio con fuerza, recostándose en el respaldo de aquella elegante silla. No solía gustarle la comida italiana, pero tampoco era muy fan de cenar con Sora y ahí estaba, observando cómo un camarero se les acercaba con un plato de pasta a la boloñesa.

—Pruébalo —su hermana se inclinó sobre la mesa en cuanto los dos estuvieron relativamente solos, todavía rodeados de aquella multitud de gente rica y presumida.

De gente como el idiota y su novia, que comían un pequeño plato de algo aburrido a un par de mesas de distancia. Había esperado encontrarlo con su familia, no con esa chica que parecía salir de una revista de esas que Sora leía. Aunque tampoco le importaba demasiado.

Solo le resultaba gracioso. No podía siquiera imaginar a Donghae besando a una chica o estando encima de ella en una cama. Era inconcebible. El castaño tenía el culo perfecto para ser follado, tenía la cara indicada para contraerse, ruborizada. Tenía unos labios que anhelaban estar alrededor de su miembro.

La próxima vez que lo tuviera pegado a su cuerpo, pensaba hacerle caer de rodillas.

—Genial, ahora mi hermano es una pared.

Ante la voz de su hermana, Hyukjae puso los ojos en blanco y la miró. Ella tenía una sonrisa en su bonito rostro y su pelo adornado con un lazo rojo. Odiaba cuando tenía que admitir que Sora sabía ponerse guapa.

—¿Qué coño quieres?

—No hables así —frunció el ceño—. Estamos en un lugar elegante y debes comportarte. Ya es suficiente que te haya dejado venir aquí con esas pintas.

—Estas pintas son las que me consiguen sexo continuamente.

—Algún día cogerás una ETS —asintió a sus propias palabras. Se encogió de hombros. Suspiró. Sus femeninas manos jugando con el tenedor, con falsa lástima— ¿Y quién estará ahí para ayudarte? Tu hermana mayor a la que hablas de esa forma tan maleducada.

Decirle que siempre usaba condón era algo que ni siquiera pasó por su mente. Ella lo sabía. Aunque eso no quería decir que lo aceptara; Sora rechazaba totalmente su promiscuidad, su gusto por estar con diferentes mujeres cada vez, su vicio por el tabaco y esa forma de beber alcohol tan habitualmente.

A ella no le gustaba demasiado lo que él hacía con su vida, pero ¿acaso eso le importaba a Hyukjae?

No.

—¿Para qué hemos venido aquí exactamente? ¿Sabes cuánto cuesta un plato de estos?

—Precisamente de eso quería hablar contigo —su sonrisa cayó junto a sus cejas, haciendo que se viera seria y preocupada—. ¿Por qué no me has pedido dinero? Sé lo que ha pasado con Sam y Flora.

—No ha pasado nada. Eran unas estúpidas muñecas y las he vendido. Punto.

Cogió el tenedor entre sus dedos. Le había dicho al idiota que era un crimen no pedir pasta en un restaurante italiano, y, aunque no sabía por qué había salido aquello por su boca, parecía una buena frase. Los espaguetis a la boloñesa no estaban nada mal. Aun así, seguían sin merecerse un precio tan elevado.

Chasqueó la lengua, lamiendo el tomate de sus labios.

—No eran solo unas muñecas, Hyuk. Las adorabas. Eran tus modelos incondicionales, ¿no? Si hasta los lavabas con un jabón especial para que no se estropearan.

—Deja de darle vueltas al asunto.

—Vale, vale. ¿Quieres que cambie de tema? Dime qué hiciste con el dinero de la última boda. Porque no era poco y hace menos de un mes que nos pagaron.

Inefable [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora