Capítulo 7

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Donghae se cruzó de brazos. Aquello era demasiado increíble para creerlo. No habían podido siquiera empezar, no había notado todavía los labios de Hyukjae contra los suyos, ni había posado las manos sobre su cuerpo, ni una débil mirada a su excitación porque ésta todavía no existía. Nada. No habían hecho más que respirar antes de que el móvil de Hyukjae empezase a chillar desde la otra punta del estudio.

Se paseó por el lugar tratando de menguar el aburrimiento y la impaciencia. Anduvo hasta la puerta, se apoyó en ella durante un par de minutos y se impulsó para volver a caminar. Llegó hasta el fondo, giró hacia el sofá, lo rodeó, lo acarició, se alejó de él y llegó a un armario pequeño y de puertas trasparentes. Había una muñeca rubia y preciosa, desnuda y realista. Luego un espacio vacío que Donghae supuso sería para el castaño que todavía posaba en el taburete. ¿Solo tenía dos? Estuvo tentando de sacarla de su escondite, pero desistió al instante.

Finalmente, llegó a donde Hyukjae resoplaba, apoyado en una pared con las piernas cruzadas.

—No me digas —exclamó, poniendo los ojos en blanco—. Te vas a quedar afónica de tanto gritar, Sora. No estoy sordo.

Donghae se quedó quieto frente a él. Metió las manos en los bolsillos de sus pantalones y empezó a balancearse sobre sus talones, como si con ello le indicase que estaba esperándolo. Hyukjae lo miró, pero ignoró totalmente sus acciones. Estaba demasiado centrado en discutir con su jefa.

—A las diez —e inmediatamente, después de colgar, echó la cabeza hacia atrás y soltó un profundo suspiro.

Donghae se aclaró la garganta para llamar su atención, cosa que logró en cuando el móvil fue descuidadamente lanzado sobre una mesa cerca de ellos. Se miraron durante un par de segundos antes de que Hyukjae comenzase a caminar hacia él. No anduvo hacia atrás, no se movió, no hizo más que morderse el labio y esperar.

Hyukjae se detuvo cuando las puntas de sus pies estuvieron pegadas y ellos, lo suficientemente cerca para que uno de los dos rompiera la distancia. Ninguno lo hizo.

—Eres la única persona que conozco capaz de hablarle de ese modo a su jefa.

—Bueno —rió. Llevó las dos manos al borde de su camiseta y empezó a tirar de ella hacia arriba; Donghae alzó los brazos para que le fuese más fácil quitársela— Quizás sea porque Sora es mi hermana. Quizás.

—¿Tu hermana? —jadeó, boquiabierto— ¿Desde cuándo?

—Desde que nací, creo. Ya sabes, no vas convirtiéndote progresivamente en el hermano de alguien. ¿O el pijo y tú sí?

El sarcasmo de Hyukjae lo irritó. Pero el hecho de verse desnudo de cintura para arriba consiguió que se transformase en calor. Se lamió los labios, negando con la cabeza.

—El pijo... —se detuvo para reír porque acababa de darse cuenta de cómo Hyukjae había llamado a su hermano— Donghwa siempre ha sido mi hermano mayor. O mejor dicho, yo siempre he sido su hermano menor.

—Es lo mismo —Hyukjae colocó las manos sobre el borde de su pantalón; lo agarró de la bragueta y la bajó rápidamente, enganchando los dedos en la cintura vaquera casi de inmediato.

—No lo es —respondió, su voz no parecía salir de su boca, no mientras sus manos trepaban hasta el primer botón de la camisa del fotógrafo y lo sacaban de su ojal—. Mi hermano siempre será el Gran Donghwa y yo... yo solo soy yo.

—Tú eres un idiota —dijo, tirando de su ropa hacia abajo—. Y será mejor que te quites las zapatillas.

—Eres un consuelo. No sé para qué te cuento mis problemas —masculló. Dio un par de pasos hacia atrás y se apoyó en el pecho de Hyukjae para quitarse las zapatillas a base de patadas.

Inefable [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora