Capítulo 44

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Soltó un bostezo mientras curioseaba tranquilamente el móvil de Hyukjae, solo porque el suyo estaba sin batería y éste le había dado permiso mientras hablaba por el teléfono fijo con su hermana. Seguía teniendo exactamente lo mismo que la última vez, aunque había cambiado el fondo de pantalla. Ya no era su fotografía con la boca abierta, sino una en la que salía sonriendo con los ojos cerrados. Donghae le recordaba apuntándolo tantas veces con la cámara de su teléfono que ya no sabía cuándo se la había hecho. Pero le hacía la misma ilusión.

Hyukjae lo tenía voluntariamente como fondo de pantalla.

Se abrazó el teléfono al pecho, contra su corazón que latía descontroladamente. En cuanto tuviera el propio cargado, iba a buscar su foto favorita de Hyukjae y a hacer lo mismo. Iban a ser ese tipo de novios.

—Está bien... —oyó.

Miró hacia el umbral, donde Hyukjae se apoyaba dándole la espalda con sus bóxer negros ajustados a la cadera. Los arañazos resaltaban como finísimas líneas rojas por la zona de sus omóplatos y hombros. Tenía chupetones por todo el cuello. Y estaba tan, pero tan despeinado, que Donghae todavía podía notar el pelo oscuro entre sus dedos mientras lo hacían por tercera vez en esa misma cama. Todavía olía a sexo. Todavía estaba sensible.

Había sido mala idea cubrirse con una manta gris, por muy fina y bonita que le hubiese parecido al verla en el armario. Había tenido la grandiosa idea de que, después de esos maravillosos orgasmos, sería de lo más romántico dormir abrazados y desnudos debajo de ella. Porque no le daba calor, pero sí se rozaba contra su piel hirviente y se le pegaba a cada rincón del cuerpo. Sus pezones estaban cada vez más duros incluso después de haber sido maltratados con esa boca de labios gruesos.

Metió una mano bajo ella para acomodar su miembro, luchando para que no se volviera a despertar. Hacía más de media hora desde que el mayor se había levantado, al fin y al cabo. No podía dejar de pensar en que solo habían detenido el inicio de su cuarta vez por el dichoso teléfono de la cocina. Pero era ya muy tarde, ambos estaban agotados y lo último que iba a querer Hyukjae cuando volviera era continuar. Ya tendrían el día siguiente para hacerlo.

Aunque Donghae se sentía tan sexi en ese momento que no se lo pensó dos veces. Encendió la cámara frontal del móvil y se apuntó con ella, estirando los brazos. Estaba rapado hasta las axilas, ruborizado, despeinado, sudado y bien follado. Se sacó una fotografía sin siquiera posar. Otra mandándole un beso, y un par sacando la lengua. Intentó hacer muecas sensuales que le terminaron dando demasiada vergüenza. Y terminó grabando un corto vídeo en el que su voz ronca era la protagonista.

—Lobito —dijo susurrante—. No sé de qué estás hablando con Sora, pero ya llevas un rato y te echo de menos. Vuelve a la cama.

Miró hacia la puerta de nuevo. El aludido seguía donde lo había dejado, en la misma postura y asintiendo sin decir más que aburridos monosílabos. Así que Donghae grabó varios vídeos más haciendo el tonto sin moverse demasiado; cantó, meneó la cabeza, hizo caras extrañas y se carcajeó consigo mismo. Hyukjae necesitaba llenar un poco más su galería.

Estaba hablando sobre helados y cuestionándose en voz alta si prefería el de fresa o el de vainilla cuando notó que algo le apretaba los tobillos. Saltó en la cama, cortó el vídeo y miró hacia la puerta. Hyukjae no estaba.

Pero había un bulto que se movía bajo la sábana.

—¿Hy-Hyuk?

Nadie respondió. Confuso, se apretó la sábana al pecho y cerró el móvil en un puño. Hizo ademán de inclinarse hacia delante para destapar el bulto, mas un fuerte tirón en sus piernas lo hizo caer tumbado boca arriba con un gritito de sorpresa. Casi tenía la certeza de que era el mayor. Tenía que serlo. Pero ¿qué pretendía Hyukjae haciendo eso? Tomó aire profundamente. Clavó sus ojos en él, esperando la respuesta.

Inefable [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora