Capítulo 35

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El timbre sonó a las once menos veinticinco una sola vez y Donghae supo exactamente quién era. No se preguntó si sería el cartero o algún vecino, no se preguntó por qué Hyukjae había vuelto a llegar antes de lo esperado. Mucho antes, casi media hora. Porque la verdad era que él llevaba listo desde las diez. Había tenido el presentimiento de que ese "sobre las once" significaba de todo menos a las once.

Abrió la puerta con el corazón acelerado saltando dentro de su pecho, uno de sus puños fuertemente aferrado al picaporte mientras el cuerpo ajeno iba apareciendo en su campo de visión. Hyukjae llevaba su pequeña mochila a la espalda, pantalones largos, camiseta de tirantes y gafas de sol sobre la cabeza. Su pelo estaba alborotado, dándole el toque que faltaba para que Donghae se relamiera antes de sonreír.

—Vuelves a llegar pronto —bromeó.

—Vuelves a tener problemas de comprensión —respondió con una media sonrisa, mirándolo de arriba abajo con perversión—. Supongo que no estás totalmente bronceado...

A Donghae le costó entender a qué se refería. Recordó lo contento que estaba porque no se había quemado y sus carcajadas mientras leía un mensaje de su mejor amigo a las cinco de la mañana diciéndole que parecía una gamba. Se miró los brazos y las piernas medio desnudas, asientiendo lentamente. Se había bronceado algo, aunque no demasiado. Él casi no lo notaba.

Pero Hyukjae sí.

Se mordió el labio. Aunque no había llegado a ningún conclusión y seguía sin entender su suposición, soltó lo primero que se le pasó por la cabeza mientras cerraba la puerta y salía al rellano.

—La zona del bañador estará intacta.

Lo miró a la espera de saber si había metido la pata o había soltado una respuesta medianamente coherente con la situación. Hyukjae asintió sin decir nada, pero fue suficiente para que suspirase aliviado.

Comenzaron a caminar en un silencio que no llegaba a ser incómodo, al menos para él. Esos dos días no había tenido tiempo para ponerse a asimilarlo debidamente. Estaba saliendo con Hyukjae otra vez. Ellos dos. De nuevo. Juntos y solos. Yendo al acuario sin intenciones ocultas igual que habían ido al cine de verano. Solo porque Hyukjae se lo había pedido y él había aceptado. Ni trabajo, ni ropa prestada que devolver, ni Jisung siendo su Cupido.

¿Debía preguntarle si aquello era una cita o aceptar por sí mismo que lo era?

Hizo lo segundo. Sin preocuparse por nada, metiéndose en su burbuja feliz donde solo era un chico enamorado de otro chico, llegando tranquilamente a una parada de autobús donde nadie lo miraba con desprecio. Se sentó en el único hueco que había libre, junto a la columna en la que Hyukjae se apoyó de brazos cruzados.

—Oye, Hyuk —lo llamó. El aludido se giró para mirarlo— ¿Hoy no vamos en el coche de Sora?

—¿Lo ves por aquí? —arqueó las cejas.

Donghae negó con la cabeza. Lo había preguntado con la intención de recibir una explicación, porque era extraño que Sora no le hubiese dejado su coche a Hyukjae como siempre, como el domingo. Pero no obtuvo ninguna. Se dejó imaginar que la chica lo necesitaba y que era suyo, no de su hermano, por lo que posiblemente no había podido prestárselo. Se encogió de hombros.

Llevaba monedas para pagar el autobús. No muchas, pero sí las suficientes para la idea y la vuelta. Tuvo que contarlas por si acaso.

Después se apoyó en la columna también, más su mejilla y su hombro que el resto de su cuerpo, y cogió el hilo rojo que caía de la cremallera de la mochila. Se lo comenzó a enredar en un dedo con aburrimiento mientras Hyukjae revisaba el horario de autobuses en su móvil.

Inefable [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora