Cuando Kyuhyun se cansó de estrujarlo entre sus brazos, Donghae sintió que podía volver a respirar.
—Estaba tan preocupado —repitió por milésima vez—. ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estabas? ¿Por qué no me has respondido al teléfono? He pasado por tu casa, pero tu madre me ha dicho que te fuiste ayer sin decir adónde y...
Entonces dejó de escuchar. La bilis subió por su garganta, los ojos amenazaron con comenzar a gotear, sus dedos se movieron con intención de cerrarse en dos fuertes puños. Se lo había explicado y ella ni siquiera había conseguido recordarlo.
Sacudió la cabeza. No valía la pena seguir lamentándose. Ya había tenido suficiente con hacerlo hasta tarde sobre el dichoso cojín de Hyukjae. Así que solo alzó la mirada hacia los ojos de su mejor amigo, que se mantenía callado y mirándolo con preocupación, y deslizó una sonrisa en sus todavía escocidos labios.
Aprovecharon los veinte minutos que le quedaban a Kyuhyun antes de entrar a trabajar para sentarse en una mesa, pedir dos refrescos y hablar. Su mejor amigo no dijo nada mientras le contaba sobre la disputa con su madre, aunque frunció el ceño y bufó tanto como siempre. Tampoco habló cuando le explicó que había estallado en casa de Hyukjae y que este le había dejado dormir en su sofá. Pero, cuando le dijo que habían comido juntos y que acababa de tener sexo con él, su expresión se transformó completamente. Donghae nunca habría imaginado que Hyukjae y el chico que tenía enfrente se pudieran llegar a parecer tanto.
Tragó saliva. E incluso esperó un comentario mordaz. Pero Kyuhyun se bebió medio vaso antes de abrir la boca, lento, notablemente contenido.
—¿Y por qué no me has contestado aunque fuese con un mensaje?
—No quería molestarte —retorció los dedos sobre la mesa—. Sabía que ibas a preferir estar conmigo a trabajar y no puedo dejar que hagas eso.
—Pero al final has venido —murmuró, arqueando las cejas.
Donghae titubeó. Bebió un poco, buscando la manera de explicarse sin hacer que Kyuhyun se enfadase con él. Aunque, por su expresión, iba por mal camino.
—Ya me encuentro bien —dijo, sin añadir que era Hyukjae quien había insistido en que se fuera—. Así que puedes ensayar sin preocuparte por mí.
Alzó sus pómulos en una sonrisa, esperando que eso fuera suficiente. Kyuhyun se mantuvo en silencio por varios minutos, metido en sus pensamientos, serio, concentrado. Mientras, él se dedicó a mover los dedos alrededor del vaso, beber y cambiar de posición en la silla. No le dolía entre las nalgas, sino una de ellas. Le dolía el mordisco, la gran marca que tenía en el trasero y que volvía a hacerle preguntarse si realmente Hyukjae nunca había hecho un beso negro. Si lo hacía así siendo inexperto, ¿cómo lo haría cuando tuviera experiencia?
Se estremeció por completo.
Sacudió la cabeza otra vez. No debía pensar en Hyukjae estando con Kyuhyun, no en sexo al menos. ¿Qué clase de amigo haría eso? Él no. Él se terminó su refresco y miró el reloj. Faltaban cinco minutos para que el menor tuviera que entrar a ensayar. Se relamió, buscó los ojos distraídos e intentó que éstos captaran los propios.
Kyuhyun se mordió el labio inferior antes de aceptarlo. Se miraron fijamente. Se miraron mientras Donghae hacía a un lado cualquier cosa que no fuese su mejor amigo, su hermano, la única persona a la que nunca querría perder. Lamentablemente, cada vez estaba más convencido de que esto último era así.
Por eso sintió que no podía respirar en los pocos segundos que Kyuhyun tardó en abrir la boca y hablar por fin.
—No puedo enfadarme contigo.
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Inefable [EunHae +18]
FanfictionHyukjae es fotógrafo y sarcástico a tiempo completo. Donghae estudia para heredar la empresa de su padre. No se odian. No se quieren. No hay palabras para describir lo que sienten. Sencillamente inefable. ▶Queda prohibida la copia total o parcial de...