Capítulo 47

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Yendo al psicólogo Donghae había descubierto varias cosas.

La primera y más importante era que se estaba quedando sin dinero. Todo lo que después de romper con Jessica había creído que le serviría para comprar esa cámara que tanto quería, se lo estaba gastando en las consultas, y aquella, la tercera, era la última que podría pagar. Con el dinero restante siquiera le llegaba para media. Y aunque se suponía que la semana siguiente su madre debía rellenar la tarjeta, no sabía si iba a suceder. Tenía que pensar seriamente en qué iba a hacer para poder seguir acudiendo sin inmiscuir a Hyukjae.

También se había dado cuenta de que, ya desde pequeño, cada vez que algo muy bueno sucedía con Donghwa, su madre se mostraba cariñosa con él, tal y como había ocurrido el día de la boda. Entre temblores y un punzante dolor en el centro de la frente, Donghae le contó al doctor Baek unas cuantas experiencias parecidas.

Ser consciente de que, en sus veintiún años de vida, todas las veces que su madre había sido buena con él habían resultado ser consecuencia de lo grandioso que era Donghwa, solo consiguió que terminara sollozando en el enorme sillón de cuero.

Sin embargo, no todo fue malo. Así como pasó los primeros cuarenta minutos a punto de echarse a llorar, también tuvo la oportunidad de recordarse que Donghwa no tenía la culpa. Él era un buen hermano. Lo había llevado en brazos después de un agotador partido de fútbol al que su madre solo acudió por él. Había intentado siempre mantener una conversación de hermano mayor a hermano menor, por muy vergonzosa o inadecuada que fuera. Lo había nombrado padrino de su primer hijo.

Toda la culpa era de sus padres. De los dos. De él por no hacerle caso más que cuando era estrictamente necesario, por conveniencia, o cuando ella se lo exigía. Y de ella, por supuesto. Por creer que sus dos hijos iban a ser iguales, por poner expectativas tan altas, por echarle en cara absolutamente todo lo que hacía y no reconocer sus esfuerzos.

La consulta finalizó con un apretón de manos mientras Donghae repetía mentalmente su mantra de esa semana. Salió de la habitación, cruzó los pasillos, escaleras y el vestíbulo del edificio y salió a la calle sin parar. Solo una frase giraba en su cabeza una y otra vez.

—Yo no soy Donghwa —le dijo al sol que lo golpeaba desde el cielo.

Apretó los puños. No había nada malo en ser Donghwa, pero él no lo era. Él era Donghae, era quien quería ser, quien podía ser. Por eso para el viernes siguiente, si es que podía pagarlo, tenía que llevar una lista, sin mínimo ni máximo de longitud, nombrando todo lo que era.

Sacó el monedero de su bolsillo y comprobó cuánto dinero tenía. Contando que la tarjeta ya estaba vacía y que era Hyukjae quien pagaba todo lo demás, ese efectivo era lo único que le quedaba. Era un dinero sin mucho sentido. Quizás para invitar a su novio a una comida en cualquier restaurante, para ir al cine juntos o al parque de atracciones. Podía reservarlo para una próxima cita.

O podía usarlo para otra cosa. Porque había algo que llevaba dando vueltas en su cabeza desde que había visto a esos cantantes en la televisión hacía dos o tres días. Pero no quería gastarse sus últimos ahorros en sí mismo. ¿Y si Hyukjae necesitaba su ayuda en algún momento? ¿Y si luego se arrepentía? ¿Qué hubiera dicho su psicólogo?

Tomó aire profundamente. Miró la puerta que tenía a la espalda y se mordió el labio, pensando que quizás podía subir y preguntárselo. Luego negó con la cabeza. Esa no era la solución.

—Está bien ser impulsivo de vez en cuando —murmuró.

Giró noventa grados, apretó los puños con fuerza y comenzó a caminar. Iba a hacerlo. Quería hacerlo. Sin pensar en las consecuencias.

Inefable [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora