Capítulo 56

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Su padre y él atravesaron el aeropuerto corriendo. Sin maletas, sin respiración, solo ellos dos bajo las extrañadas miradas de todo el mundo. Donghae apretó la corbata en un puño, empujando a cualquiera que se interpusiera en su camino. Se tropezó con una mochila, la apartó de una patada y oyó un grito a su espalda. La risa de su padre resonó en sus oídos antes de llegar a la puerta de embarque. Paró detrás de un montón de personas en fila esperando para entrar al avión.

Jadeante, se apoyó en las rodillas.

Su padre le golpeó suavemente la espalda.

—Toma —dijo, poniéndole algo delante de la cara—. Tu pasaporte. No podrás volar sin él.

Donghae lo tomó, lo abrió y lo miró. ¿Desde cuándo tenía pasaporte? Lo cerró antes de mirar a su padre. Lo abrazó por primera vez en mucho tiempo. Con toda la fuerza que el momento ameritaba, siendo respondido de la misma manera. Se sonrieron el uno al otro.

Avanzaron paso a paso, poco a poco, hasta que solo quedaban dos personas para que fuera su turno. Se llevó el billete al pecho.

—Mucha suerte, hijo.

—Papá —lo miró repentinamente preocupado—. ¿Qué vas a hacer ahora?

Su padre rió.

—No ha habido una boda, pero sí que va a haber un divorcio.

Donghae boqueó. Quiso preguntarle si iba en serio, pero la voz de la azafata llamó su atención. Le dio la mano a su padre por última vez y se despidió de él con una sonrisa agradecida.

—Billete y pasaporte, por favor.

—Aquí tiene —se los entregó.

Y cinco minutos después andaba por un pasillo directo al avión, a su destino. Directo a Alaska.

Directo a Hyukjae.

Escuchó Kiss from a rose, Give me love y La da dee. Vio La Bella y la Bestia. Comió algo desconocido que sabía a fresa. Durmió horas que no pudo contar y lloró otras cuantas hasta deshacerse de todos los nervios que se le habían acumulado durante el día. Lloró tanto que tenía los ojos escocidos cuando una voz anunció en inglés que estaban sobre Alaska.

Preciosa y totalmente cubierta de nieve.

Cuando bajó del avión, todo el mundo iba con abrigo, bufanda, gorro y guantes. Y él estaba ahí, con la camisa abierta, la corbata en un puño y las mejillas enrojecidas por el frío. Él estaba ahí, vestido de novio.

Se encogió en el traje mientras avanzaba. Pasó entre las personas, bajó las escaleras mecánicas y pudo respirar solo al ver la puerta. Miró el reloj digital sobre su cabeza. Eran las tres de la mañana del 14 de diciembre. Se estremeció. Su primera vez fuera de Corea estaba siendo demasiado drástica.

Pero merecería la pena.

Se llenó el pecho de aire antes de encaminarse hacia la puerta. Abrazándose a sí mismo, encogido, salió. Un camino se habría paso entre la nieve desde la puerta hasta la carretera más próxima. Y había varios taxi esperando por un chico como él, desesperado, congelado, que daría cualquier cosa por no tener que caminar hasta su destino. El problema era que él no tenía nada. No tenía dinero, ni siquiera wones para cambiar y utilizar. Si al menos supiera hablar ingles.

Suspiró y miró la nieve. Iba a tener que caminar hasta Ketchikan. ¿O estaba ya allí? No sabía nada de Alaska a parte de lo mucho que Hyukjae la adoraba. ¿Era allí donde el mayor había planeado ir con él? ¿Desde cuándo estaría allí? ¿Y si lo encontraba y el mayor no quería saber nada de él? ¿Y si no había sido culpa de su madre y Hyukjae no lo había buscado? Sacudió la cabeza. No, no podía ser tan negativo. Tenía que buscarlo y tener esperanza.

Inefable [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora