CAPÍTULO 13

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El Castigo.

El frío se me cala por los huesos mientras muevo los dedos sobre el teclado de mi laptop.

No me he levantado en toda la mañana, a duras penas tuve tiempo para dormir una hora, bañarme, cambiarme y volver.

—El capitán Parker volvió a llamar —me avisa Edgar.

Ya van diez llamadas en lo que lleva la mañana, el maldito no se cansa de joder, ya me estoy hartando de tanta presión.

—La próxima vez transfiéreme la llamada —siento pena por el chico, ha tenido que lidiar con los insultos cada vez que no contesto el teléfono.

—No entiendo por qué Dominick te agregó más trabajo —Harry me trae café— El informe que quiere me corresponde a mí, debido a que yo fui el que estuvo pendiente de sus soldados.

—Le dije y no me creyó, el infeliz quiere volverme loca.

—Lo haré por ti —se ofrece— No creo que puedas hacerlo en los próximos cinco días.

—Déjalo —tomo el café— La orden fue clara. No quiero más problemas.

—Lo haré a tu nombre —se encoge de hombros— Así no tendrá motivos para molestarte.

Miro a mi amigo de la infancia y ahora compañero de trabajo. Lo conocí cuando teníamos seis o siete años, me pegó goma de mascar en el cabello cuando estábamos jugando en la casa de Luisa. 

Se acopló a mi familia, fue como un hijo para mi papá. Quince años después sigue estando incondicionalmente para Luisa y para mí.

—Deja de mirarme como si fuera tu ídolo y enfócate en lo que tienes que terminar —se burla.

—¿Ya te dije que eres mi persona favorita?

—Una vez estando ebria —sonríe.

Se me revuelven los ácidos gástricos del estómago cuando resuena el teléfono. «¡Maldito!» La luz naranja clasifica la llamada proveniente del sector cuatro.

—Ahí está otra vez —reniega Harry.

—¡Lo odio!.

—Contesta antes de que explote.

Levanto la bocina «me está terminando de empeorar la vida».

—¡Entiendo que necesites el informe! —le ladro al teléfono— Pero si sigues llamándome cada cinco segundos no voy a terminarlo nunca —tomo aire y continúo— ¡Así que deja de molestarme para que pueda trabajar!.

—¡¿Perdón?! —se me congela la mano en la bocina, el aire se me escapa de los pulmones, en tanto el estómago se me comprime de golpe.

—Coronel —musito. 

—¡Tienes cinco segundos para estar aquí! —ordena.

—Enseguida, señor.

Cuelga mientras me quedo mirando a la nada. «¡¿Cómo diablos se me ocurre contestar así!»

Despabilo mis neuronas saliendo  del shock. 

—Edgar —me acerco al stand del chico— ¿Cómo se te ocurre pasarme una llamada del coronel sin avisarme?

—¿Era el coronel? —cambia de color— Lo siento, no me fijé. Solo vi que era una extensión del sector cuatro y pensé que era el capitán Parker...

—A la próxima sólo ten más cuidado. Si Parker llama dile que el trabajo estará listo para el medio día.

—Como ordene, mi teniente.

Lascivia (Disponible en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora