CAPÍTULO 66

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Un golpe llamado realidad. 

Bratt.

El aire frío ondea las cortinas empañando los ventanales debido a la niebla. Me levanto de la cama suprimiendo el dolor de mi pierna y de mis costillas.

Quisiera que el dolor físico superara el que se me ha enterrado en el pecho, me siento vacío, incompleto y desahuciado. Como si un camión de desgracias me hubiese pasado por encima.

Cada vez que cierro los ojos los veo desnudos en su cama.

 «Una traición imperdonable que nunca saldrá de mi cabeza» Traición que se sintió como mil puñaladas en la espalda. El porque me da vueltas una y otra vez en la cabeza, ¿Qué tuvo él que no tuve yo?, ¿Por qué cuando tiendes a darlo todo terminas sin nada?

Es injusto que te entregues en cuerpo y alma, que a cambio de ello, sólo recibas heridas traperas que te desangran lentamente en medio de la angustia y la desesperación.

Me limpio la cara con el dorso de la mano, no soy de los que llora, pero cada vez que lo recuerdo, es como si matara la fibra de la hombría, esa que nos vuelve fuertes e indiferente al dolor y al sentimentalismo.

Apoyo el peso de mi pierna en el bastón cojeando hacia la ventana, escucho pasos afuera, seguramente será Meredith o Simón. No han parado de insistir para que reciba la cena. 

—No cenaré —me adelanto a decir cuando la luz del pasillo me ilumina la espalda.

No escucho respuesta por parte de nadie. Volteo, su imagen bajo el umbral comprime toda la carga emocional que llevo encima. 

—Vete —le exijo. Su presencia le da vuelta al angustioso puñal enterrado en mi corazón.

Baja la cara con tristeza. 

—¡Largo! —me duele. La he amado toda mi vida,  tenerla de frente después de lo que me hizo es como si me metieran una barra de hierro caliente en las costillas.

Llora sin levantar la mirada, sus hombros suben y bajan sollozando, me olvido de mi lesión caminando lo más rápido que puedo listo para sacarla. 

—¡No! —quita mis manos de sus hombros— No te esfuerces, solo te lastimas más. 

—¿Ahora te preocupas por mí?

—Siempre me he preocupado por ti, Bratt.

Retrocedo cuando intenta tocarme. 

—Vete, no quiero verte.

—Lo haré después de que me escuches.

—No, solo quiero que te vayas y me dejes en paz...

—¡Me escucharás quieras o no!

Le doy la espalda sentándome en el borde de la cama, si la ignoro no tendrá más alternativa que darse por vencida. 

—Bratt —traga saliva antes de empezar— Lo siento, lo que hice es algo imperdonable. No habrá un solo día en el que no lamente haberte lastimado como lo hice. Fui egoísta, lo sé pero no tienes idea de la tortura que es vivir sabiendo que te fallé. 

—Si al menos hubieses intentado no caer tan fácil.

—Quise evitarlo, pero no sé qué me pasó, me desconocí a mí misma cuando las cosas se dieron, me reproché una y otra vez el dejar que pasara amándote como lo hacía.

—Nadie es perfecto ¿sabes? —me trago las lagrimas— ¿Pero tenías que fallarme justo con él? Lo hubiese entendido con cualquier otro, pero nunca asimilaré el que fuera con el que decía ser mi mejor amigo.

Lascivia (Disponible en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora