Capítulo 59

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Rachel. 

Soldado. 

Apunto los últimos botones de la chaqueta frente al espejo, es el gran día esperado por el gobierno estadounidense y el momento que le da inicia a mi partida, ya que después de la citación debo darle la cara a Gauna rindiendo cuenta por lo sucedido por los Mascherano. 

Me acomodo el moño y bajo al estacionamiento arreglando los puños del esmoquin femenino que me puse. Cargo el arma en la parte baja de la espalda y abajo los soldados se preparan para el traslado vestidos de civil, el uniforme de la fuerza publica y los chalecos antibalas quedaron de lado ya que por ordenes de Alex se abordara el plan de tal manera para no ser un blanco fácil.

La mafia italiana esta revolcando  de ira porque el ministro y el coronel los esta atacando con todo. Los primos Mascheranos se toman el lugar con las manos esposadas  y Laila les da su mejor cara de engreída al pie de la camioneta, luce un atuendo negro que se le pega a las curvas y el cabello le cae suelto por la espalda. 

—Consérvate así para nuestro reencuentro —la encara Bernardo— Aunque te prefiero desnuda.

—No lo creo, guapo — le responde de brazos cruzados— En Washington están prohibidas las visitas conyugales.

—¿Y quien dijo que será en Washington?

El soldado que lo escolta le mete la cabeza a la fuerza y mi amiga se queda helada con la amenaza. Los italianos tienen un aura tenebrosa que te pone los vellos en punta cada que hablan y Laila no es inmune a eso. Alejandro no deja de mirar a Valeria y hasta se atreve a guiñarle un ojo cuando cruzan miradas. 

—Que entre al vehículo —ordena mi colega— Me esta poniendo los pelos de punta.

Harry llega ubicando la camioneta que llevara Alejandro, encabezaremos el trayecto juntos seguidos de Simon, Bernardo, Laila y Valeria. 

—Cuanta elegancia —comento detallando el traje azul oscuro que luce— ¿Me perdí algo?

—Me veré con Brenda en la tarde —trata de restarle importancia— Su hermano preferido esta aquí y me lo va a "presentar"

No disimulo la sonrisa. 

—Deja de hacer esas caras que me asustas —me regaña.

—Me alegra que todo este yendo bien —le plancho la chaqueta con las manos— Y quien te ve todo guapetón —bromeo— Eres todo un "morenazo" 

Cito las palabras de Brenda y me da un beso rápido en la frente antes de abordar el auto. Me ubico en el asiento del copiloto dejando que mi amigo conduzca y esperamos que los soldados acomoden el prisionero. 

—Teniente Harry Smitch reportando la salida del prisionero —avisa. 

La carretera nos recibe, llegamos a la ciudad y los autos se dispersan en direcciones diferentes como se estipulo antes de partir. Mi compañero conduce dando vueltas por la ciudad antes de llegar al juzgado mientra la policía y el ejercito se mantiene alerta en los  puntos estratégicos.

Alejandro no aparta la mirada de la ventana, lo miro de vez en cuando a través del espejo retrovisor y se le ve impaciente con la frente esta empapada de sudor no deja de agitar las esposas y el tintineo me estresa con tanto silencio. Nuestros ojos se encuentran y me sonríe reluciendo la macabra cicatriz que tiene a un lado de la cara. 

Nos vamos acercando, hay centinelas de incógnitos rodeando el area, espero la señal y alisto la Glock que cargo como arma antes de bajar un criculo  de hombres no rodean y voy siguiendo las indicaciones que demanda Patrick desde la central. 

Lascivia (Disponible en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora