CAPÍTULO 44

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Con la guardia baja. 

Rachel.

Años preguntándome el porqué del comportamiento de Parker, pensando que le había molestado tanto como para ganarme su acoso. La respuesta estuvo en mis narices todo el tiempo, pero como estaba tan idiotizada nunca se me ocurrió ver más allá de lo que quería ver. 

Parker fue uno de mis admiradores cuando llegue aquí, recuerdo sus presentes, de hecho cierta vez me ayudo en un par de clases. En aquel tiempo aún no era novia de Bratt estábamos en la etapa de acercamiento y a decir verdad, me sentía halagada de que aquel chico de ojos negros y acento alemán me mirara. Vivia esa etapa donde te emociona tener pretendientes  y te sientes orgullosa de que soldados mayores fijen los ojos en ti.

Quemé esa fase al enamorarme de Bratt, me dejo de importar quien me veía y quien no, lo único que me importaba era el inmenso amor que me predicaba. Para ese tiempo Parker se fue, lo recuerdo perfectamente, no muy contento, pero se fue a la guerra secreta del desierto, con tan solo veintiún años se postuló.

«Al menos eso decían todos»

—Teniente, no quiero causarle más problemas —habla Alan cuando entramos al edificio de la enfermería.

—Esto no es tu culpa, no tienes por qué ir donde no te corresponde.

—Primero la sancionan, después golpean al capitán Parker por defenderme y ahora le ocasione una pelea con su novio. Creo que Londres no es para mí.

—¡Oliveira! —lo llama Meredith— El avión no despega por qué no lo has abordado.

—No lo va abordar —contesto por el chico— Lo deje claro en la oficina.

Se planta frente a mí con el flequillo naranja cayéndole sobre la frente salpicada de pecas

—El capitán Bratt insiste en que...

—El capitán Lewis está actuando de mala manera —la interrumpo— Alan no se va hasta que no se solucionen las cosas.

—No puede desobedecer a un superior por muy novio que sea, órdenes son órdenes.

—Puedo hacerlo si se aprovecha de su cargo. Así que hazme el favor de enviar los otros soldados a donde sea que vayan mientras resuelvo la situación de Alan.

Lo toma del brazo y el chico no hace el más mínimo intento por zafarse.

—Órdenes son órdenes.

Empujo a Alan encarando a la pelirroja. Tenemos la misma estatura, pero su prepotencia la hace ver un poco más grande ya que se yergue inflando el pecho. 

—No tengo nada contra ti — hablo despacio— He sabido tolerar tu pésimo trato y falta de educación, pero el que deje pasar ese tipo de cosas no te da derecho a desobedecerme y pisotearme. 

—No paso por encima de nadie, solo hago lo que me piden.

—No. Te gusta Bratt y quieres quedar bien con él ¿Crees que no sé qué fuiste tú la que le dijo dónde estaba anoche?

—No sé de qué habla... — balbucea.

—Estamos grandes para querer negar lo que sentimos. Ten claro que el hecho de que tolere que te gusta mi novio, no quiere decir que deba soportar tu actitud cargada de desobediencia. 

Pasa el peso de su cuerpo de un pie a otro.

—El soldado debe irse. Es la orden de un superior y no puede pasar por encima de eso.

Lascivia (Disponible en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora