CAPITULO 56

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Christopher.

9 de agosto de 2017

Hong Kong.

Hago mis primeras flexiones sin que el dolor me fulmine, tengo el brazo vendado contra las costillas y el amargo recuerdo de que la muerte estuvo muy cerca esta vez. 

—Todavía no puede hacer actividades físicas, coronel —advierte la enfermera cambiando las sabanas de mi cama.  

—No puedo estar acostado todo el día —contradigo— Y los soldados deben mantenerse en forma, pase lo que pase. 

—Lo sé, pero si se le desgarra la herida tendrá que empezar de cero.

—No pasara.

—Es el paciente más terco que he tenido. Me han salido unas cuantas canas con su cuidado.

—Suelo tener ese efecto estresante en las personas— me levanto yéndome al balcón. 

—Su esposa esta preparando un recorrido por la ciudad. El aire fresco le sentara bien  —supone. 

—Me caería bien que deje de respirar. 

Enarca las cejas abrazando las sabanas contra el pecho.

—¿Siempre es así? ¿Cruel e indiferente? 

—No, soy mucho peor— contesto— Quiero estar solo, así que dile a mis suegros,  esposa y padres que ya pueden volver a sus vidas. Regresare solo a Londres. 

Se marcha negando con la cabeza. Ha tenido que lidiar con mis constantes quejas, peleas e insultos con todo los que vinieron hacer estorbo. 

Me estorba la venda del brazo y estoy hastiado de estar tan lejos con gentío y perdiendo el tiempo.

Eso y que muy adentro estoy loco por volver a la entrepierna de cierto espécimen con curvas y ojos azules. Hembra que si mis suposiciones no fallan causo una conmoción en el hospital solo por verme. Esta mujer es un problema para mis dependencias por que aguerrida me gusta mucho más.

Los rascacielos se iluminan cuando llega la tarde, Hong Kong despierta de noche, las calles se llenan de gente buscando dinero y diversión una ciudad brillante donde se encuentra de todo, culturas, costumbres, mujeres, negocios  y problemas. El olor a opio y diversión se extiende por los aires al igual que mis ganas de volver. 

Alex se toma mi alcoba, sin anunciarse y con Sara Harts pegada del brazo. 

—Dije que quería estar solo —no me inmuto en mirarlo. Es el máximo jerarca de la FEMF y literalmente un dolor de huevos para mi, porque es la única persona que no acepta un "NO" de mi parte, las cosas son como él las impone o no se hacen— Tampoco te di permiso de entrar. 

—Para tu desgracia entro y salgo las veces que me place y se me da la gana —impone— Así que cierra el pico; Que tus demandas me las paso por las bolas. 

Lo  ignoro dándole una calada a mi cigarro. 

—Hijo, no es recomendable que fumes... —habla Sara dándole paso a un carro con comida. 

Le lanzo una de mis miradas despectivas, me cae como una patada en el hígado y el que este aqui no borra lo mucho que odio su puta actitud. 

—¿Seria mucho pedir intentar llevar la fiesta en paz?—pide Alex sentándose en la mesa — Quiero disfrutar mi cena. 

—Escogió un mal lugar ministro— me levanto dejando el cigarrillo en el cenicero— El lugar perfecto para usted hubiese sido un  restaurante de lujo con una exuberante puta de burdel caro a su lado.

Lascivia (Disponible en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora