CAPÍTULO 81

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Vendetta 

Rachel.

Amanece y aprieto los ojos con fuerzas respirando hondo en la cama del italiano.

Sabía lo que pasaría si entraba en la habitación, soy consciente de lo que conlleva mi actuación estoy entrenada para ello y me prepare mentalmente antes de entrar, sin embargo eso no borra la rabia que le tengo.

«Solo espero que tenga muchos años en prisión»  

—Principessa —me apartan el cabello de la cara, su acento italiano me hacen doler los oídos.

Abro los ojos, está sentado sobre el borde de la cama recién bañado y oliendo a perfume.

—Buenos días —finjo una sonrisa.

—Toma una ducha —me besa la frente— Quiero que vengas conmigo.

Me incorporo, Fiorella está al pie de la cama con una bata lista para cubrirme. 

—Buenos días señorita —me saluda.

—Señora —la corrige Antoni— Ayúdala con el baño, desayunaré mientras tanto.

Dejo que me cubra con la bata y me siga hasta el baño. El asco vuelve a carcomerme , lo primero que hago es llevarme la mano a la boca. No pienso seguir usando mi cuerpo a modo de chantaje. 

—Tranquila —Fiorella me frota los hombros—. Es necesario que se vuelva loco por usted, no tenemos más escapatoria.

—Lo dices como si fuera así de fácil porque no eres la que tienes a ese insano detrás de ti.

—Tómese esto —me ofrece una píldora—. Es el anticonceptivo del día después.

No dudo en tomar el medicamento, usó preservativo, pero no puedo exponerme a que haya sorpresas futuras. Entro a la ducha refregándome la piel con fiereza, «Necesito huir de aqui rápido» 

Fiorella me ayuda a vestir y a peinar mientras me lleno de paciencia centrándome en que esto no es más que trabajo.

—Es por su bien —insiste la empleada.

—¿Lista? —Antoni se asoma en la puerta.

Fiorella retrocede cuando se inclina para darme un beso antes de ofrecerme la mano para que me levante. Tanta belleza, tanta elegancia, que solamente sirven para inspirarme miedo. Sus nudillos tocan mi cara y esbozo una sonrisa.

—¿A dónde me vas a llevar? 

—¿Lista? —Antoni se asoma en la puerta.

Fiorella retrocede cuando se inclina para darme un beso antes de ofrecerme la mano para que me levante. Tanta belleza, tanta elegancia que solamente sirven para inspirarme miedo. Sus nudillos tocan mi cara y esbozo una sonrisa. 

—Espero que nuestros hijos tengan tus ojos.

«Hijos» Iluso, prefiero ser empalada antes de darle un hijo. Posa la mano en el centro de mi espalda guiándome afuera. Salimos del castillo, por un momento me asaltan las dudas. 

¿Y si notó que lo estoy engañando?  La cabaña donde me arrastraron ayer aparece frente a mis ojos. 

—Soy un hombre de palabra —me besa los nudillos— Te prometí algo y quiero que veas como lo cumplo.

Abren las puertas, Brandon Mascherano está colgado del mismo gancho donde casi me violan sus cuatro bestias.

—¡¿Qué es esto Antoni?! —le grita suspendido en el aire— Soy tu hermano mayor, me debes aunque sea un mínimo de respeto.

Lascivia (Disponible en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora