Bratt.
Casi.
—Que alegría tenerlo de vuelta capitán —saluda Meredith entrando a mi habitación.
Trae el uniforme de entrenamiento, el cabello suelto y los labios rojos. La llamé cuando aterricé en la pista, las ansias es una lepra que me carcome la paz.
Voy de mal en peor, he pasado de la rabia a la negación ideando que tal vez el sistema se equivocó. A lo mejor se confundió de archivo, a lo mejor el policía que la multó se equivocó de código o exageró la versión.
De pronto la vieron dando un beso y lo tomaron como algo más. Quiero creer que sólo fue eso; un beso a la fuerza por parte del sujeto, ella intentó apartarlo y por eso llamó la atención de las autoridades. Quiero convencerme de que no le ha entregado su cuerpo a nadie, que he sido el único hombre en su vida, el único ser que la toca e hizo suya.
Conozco su comportamiento, es tímida cuando de sexo se trata, se entregó a mi después de un año, no me cabe en la cabeza que otro sea capaz de tenerla en menos de un mes. Mi chica no es así.
—¿Hiciste lo que te pedí?
—Si señor — abre un maletín en la cama —. Revisé su habitación mientras estuvo en su apartamento. Su amigo murió y se ausentó toda la semana con Luisa, se dice que ambas están de duelo.
—Si —quise llamarla. Varias veces tuve el teléfono en mi mano con su nombre listo para marcar. Pero no pude, su traición hizo eco en mi mente cuando quise intentarlo.
—Hallé esto en el fondo de su closet.
Saca dos prendas dejándolas en la cama, una chaqueta y una playera. Tomo la prenda de cuero revisándola con cuidado, es demasiado grande para ser de Harry o Scott. Reviso los bolsillos en busca de una señal, pero no hay nada.
—Hice lo mismo que usted y no hay nada, las llevé al laboratorio, sin embargo, no se encontraron pistas ya que las prendas fueron lavadas.
—¿La seguiste?
—Si, pero no ha hecho gran cosa, después de la muerte de su amigo se la pasa encerrada en su oficina o en la de Parker adelantando las investigaciones de Harry —aclara— Cuando tiene tiempo libre no hace más que entrenar.
—Continua con la tarea. Quiero el nombre de esa escoria.
—Claro que si señor, lo tendré informado de cualquier novedad.
Se marcha dejando el maletín sobre la cama. Vuelvo a revisar la chaqueta, es de cuero caro y pesado, Alemán o Escocés tal vez.
La busco por la web.
No me equivoco, es Alemana y de una importante colección. Un simple alférez no gana tanto como para comprar una prenda así, empiezo a descartar a Alan de mi lista.
Parker es mi otro sospechoso y también lo estoy empezando a descartar. No tiene la altura y la corpulencia del posible dueño y según uno de mis soldados fue visto en uno de los baños con la teniente Monroy. Ella y Rachel se conocen, han trabajado juntas, dudo que se atreva a liarse con el amante de una de sus amigas.
Después de él no se me ocurre nadie más, Scott y Reynals no llenan mis sospechas, son demasiados palurdos e idiotas, no cumplen las expectativas de Rachel, ni se atrevería a meterse con ella. Conociéndome saben de mis alcances y lo que he hecho con aquellos que se han atrevido.
Arrojo la prenda y busco las llaves las llaves de mi auto. Meredith se encargó de dejarlo como nuevo. Necesito respuestas concretas o moriré siendo torturado por mi propio cerebro.
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Lascivia (Disponible en librerías)
RomanceLas vacaciones acabaron y Rachel debe volver a su puesto como teniente en el ejército de la FEMF, encontrándose con que la central de Londres no es lo mismo. Llegó un nuevo coronel, soberbio y con una belleza que no parece humana. Hombre que no tie...