CAPÍTULO 73

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Represiones. 

Christopher.

Arrojo al cubo el quinto intento de mapa mientras lucho porque se me aclaren las ideas. Ésta rabia de mierda me está calando en lo más hondo, hundiéndome en el desespero, Ya ni sé que carajos creer. 

Ángela se asoma en la puerta. 

—¿Está ocupado?

—Si —contesto sin mirarla.

No quiero verla, estoy en boca de todo el mundo por culpa del espectáculo que montó con Sabrina. Entra con las manos metidas en los bolsillos, tiene la cara enrojecida y los brazos amoratados.

—Vine a disculparme por lo de su esposa, no quería...

—Sabrina no es mi esposa —la interrumpo— Y te voy agradecer que dejes de ponerme en boca de todos, no me gusta el cotilleo.

—Fue ella la que empezó.

—Pues no le hubieses puesto atención. Está loca, no hace otra cosa que meterme en problemas.

—Reitero mis disculpas señor, no volverá a pasar.

Se me acerca por un lado pasándome las uñas por el brazo.

—No mentía cuando dije que estoy ocupado.

—Podría hacer una pausa —insiste— e ir por un café, charlar y relajarse de tanta presión. Falta poco para la misión y todos están en lo mismo: Laila, Raynals, el capitán Lewis y la teniente James... 

Se me tensan los dedos sobre el lápiz con el impacto de las palabras que llegan como un golpe seco. 

—¿Qué? 

—Que acabo de ver a Rachel con el capitán Lewis. Creo que están a un paso de hacer las paces, entraron juntos a los dormitorios femeninos.

 «Volvió con él ¿Y así decía amarme?» Menuda mentirosa, el pulso se me empieza a disparar. 

—¿Bajamos a la cafetería o quiere que traiga los cafés?

—Quiero que te vayas —me alejo— Te dije que estoy ocupado, así que largo. 

Baja la cara decepcionada. 

—Ok, estaré abajo si cambia de opinión.

Vuelvo a la tarea cuando se va. Estoy atrasado con esto y cada vez que quiero adelantarme, llega alguien a distraerme con sandeces que sólo me quitan tiempo. Afirmo el lápiz contra el papel y... Veo a Bratt con sus asquerosas manos sobre ella, sus labios sobre los suyos y a ella viéndolo como me mira a mi. 

«O pueda que estén haciendo el amor» Como tontamente le dicen. 

El sudor me recorre la frente con la imagen de ella sobre él, las náuseas son inmediatas al igual que las ganas de rebanarle el cuello a Bratt. 

Suelto el lápiz, estoy trazando líneas sin sentido. El papel se arruga en mi mano terminando en la cesta de basura, mientras las actitudes del pasado empiezan a tomarme, recordándome lo que nunca he dejado de ser. 

Cierro los ojos con el recuerdo de sus uñas marcándome la piel, los labios rojos contra mi boca, el aroma avasallando mis sentidos. Toco mis labios con la absurda necesidad que surge de la nada. 

Le abro paso a la pantalla de mi escritorio, tecleo mi clave de acceso e inmediatamente todas las cámaras de seguridad aparecen ante mis ojos. El sistema me pregunta que quiero ver y tecleo el numero de la habitación de Rachel. 

Lascivia (Disponible en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora