Capítulo cuarenta y cuatro.

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Especial 2/3

Narra Diane

No me atrevía a abrir los ojos. Quería desaparecer. Inmolarme de forma espontánea estaría bien. Oh, me encantaría que pasara eso ahora mismo.

Interiormente cavaba desesperada con mis uñas sobre la tierra la que sería mi tumba.

“Sal conmigo” ¿En serio? ¿Cómo he podido ser tan estúpida y decirlo así? Lo ideal sería haber preparado el terreno contándole la misma historia que le conté a Sam y después pedirle que se hiciera pasar por mi novio, pero ¿pedírselo directamente? Maldita sea, seguro que ahora se piensa que realmente estoy colada por él.

Lentamente abrí los ojos. La cara de Daniel era un poema: boquiabierto, no parpadeaba, su respiración parecía haberse cortado.

Si pusieran a su lado una estatua y me obligaran a buscar siete diferencias, la única que sabría decir es que uno es de carne y hueso y el otro no.

-Daniel, ¿estás bien? –mi voz era casi inaudible. Parpadeó varias veces, saliendo del trance.

-Perdón, ¿puedes repetirme la pregunta?

-Te pregunté si querías salir conmigo, pero no me malinterpretes. Lo que quería decir es otra cosa. Yo… -el timbre que daba inicio a las clases resonó por los pasillos-. Joder… ¿Podemos hablar en el descanso? –asintió-. ¿En la cafetería te viene bien? –volvió a asentir. Genial, ahora ya ni hablaba. Me abofeteé mentalmente. Estúpida.

Daniel intentó esbozar una sonrisa pero lo que consiguió fue hacer una mueca extraña. Estúpida. Se alejó de mí por el pasillo a paso ligero. Choqué la carpeta que sostenía entre las manos contra mi frente. Repito, por si no te ha quedado claro:  eres estúpida, Diane.

 

El pasillo se estaba quedando desierto y si no me daba prisa llegaría tarde a clase. Empujé los pensamientos e insultos internos a un lado y corrí hacia el aula en la que tenía la primera clase que, para colmo, quedaba en la otra punta de la universidad.

Para cuando entré en el aula la profesora ya estaba dentro.

-Señorita Wells, ¿sabe usted qué hora es? –me miró fríamente por encima de sus finas gafas.

-Sí, y siento la tardanza, me demoré hablando con un profesor.

-Y, ¿puedo saber qué profesor es? Me gustaría corroborar su coartada –tragué saliva. Mierda.

-El profesor Stone, de dibujo –finalmente tendría que hablar con el profesor y pedirle que me cubriera.

-Por su propio bien, espero que eso sea verdad –se colocó bien las gafas y devolvió la vista al libro que tenía en sus manos-. Siéntese, y que no se vuelva a repetir.

-No volveré a llegar tarde, lo prometo. Gracias.

Secrets. {Louis Tomlinson Fan Ficción}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora