Capítulo 50

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Mi corazón estaba roto en billones de pedazos. Mi cuerpo derramando sangre. Por unos segundos, me imagine como Jesús de Nazareth. Esta era la pasión de Lauren, aunque nunca llegaría a ser tan grande como él. Me sentía tan pequeña, con un dolor tan inmenso. Nada se comparaba a esto, ni siquiera las cadenas que encerraban mi cuerpo, podría hacerme tanto daño como el que me había hecho Charlie White.

Mi mente, con los últimos alientos, empezó a vagar en mis recuerdos, recordé la primera mirada de Charlie en aquella fiesta de libros, yo estaba tan nerviosa, nunca habría pensado que aquel hombre se hubiera fijado en mi. ¡Pero lo hizo!. Aunque fuera todo un engaño, aunque yo solo fuera su venganza, lo que no sabía Charlie, es que a mi padre yo le importaba tan poco, que me hubiese matado el mismo.

Ahora entiendo todo... Estas eran las sombras de Charlie, la  muerte de su hermana, la de su padre, la mafia, Rufus Bennett, incluso mi madre, de repente recordé que ellos hablaron, mi madre también debía de saberlo, todos lo sabían, excepto yo.

Lo cierto es que la desolación que había en mi ser pronto iba a hacer que mi vida se desvaneciera...

-¡Ja-ja-ja-ja-ja-ja!- ríe Rufus. Empieza a reírse tan fuertemente, que sus burlas resuenan en mis oídos.

-¿Ibas a matar a tu propia hija, Rufus?- ladra Charlie. 

Charlie estaba de pie en frente de Rufus, con los puños apretados. Lo sentía tenso, preocupado e incluso asustado.

-¿De verdad crees que la vida de esta malnacida me importa?- replica. Automáticamente hace un gesto con la mano hacía uno de sus guardias.

El guardia toca unos botones. Entonces siento una descarga inmediata. ¡AH! grito. Grito sin fuerzas, sin alientos, pero el dolor era terrible, casi sobrehumano. Aunque no tenía casi alientos, aquel grito era casi como un aullido. Desesperante.

-¡LAUREN!- grita Charlie, mientras corre en mi ayuda.

Charlie llega hasta mi, y me empieza a limpiar la sangre de mis piernas, de mis manos... con su americana. En su cara veía dolor, mucho dolor. Quizás me amaba, o tal vez era la culpa de haber llevado a una inocente casi a la muerte. 

Ya no podía hablar casi, la desgana y la poca vitalidad que me quedaban eran para hacer funcionar mis pulmones. Pero deseaba decirle a Charlie que lo amaba pero que esperaba verlo en el infierno, el odio que sentía me quemaba mis adentros. 

Había llegado a la conclusión de que me odiaba más a mi misma, tal vez si hubiera hecho caso a mi madre, si hubiera visto mejor las consecuencias, si me hubiera ido con Davis... ¡Oh Davis! Mi vida contigo hubiera sido tan diferente... ¿Pero de que me sirven "los hubiera"...?. Ya no puedo cambiar el pasado, porque ya no tiene arreglo alguno.

- Char-char-lie...- consigo decir.

-No digas nada mi amor, pronto vendrán a ayudarnos, saldremos de esto juntos, te lo prometo.- me dice mientras sujeta mi mano ensangrentada. Yo aparto mi mano como puedo.

-No, voy a morir...- le logro decir.

- No, mi amor, no vas a morir. No puedes morir porque yo te amo...- me dice mientras besa mis piernas. 

Sus besos eran como menta fresca después de un trago amargo, aliviaban mi dolor físico. Sus manos frías sobre mi piel, me confirmaban que aún mis nervios funcionaban aunque mi pobre corazón no podía latir muy deprisa.

- Te a-a-mo.- articulo.

- Te amaré hasta que la muerte nos separe- me dice. 

Apenas puedo oír esas palabras. Pero me emocionaron tanto que empecé a llorar, lo poco que me quedaba dentro. Charlie nunca me había dicho, ni te quiero ni te amo, ni nada igual, era la primera vez, y temo tanto de que sea la ultima, puesto que me pasaría la vida entera escuchando de sus labios pronunciar esa pequeña pero inmensa palabra.

Charlie mete su mano en su bolsillo, y saca una caja, de terciopelo negra con diamantes en los lados. Era tan preciosa. Brillaba por si sola. Abre aquella caja y de ella saca un anillo.

El anillo era indescriptible. Llevaba nuevamente los dos corazones, que eran el símbolo de sus padres, y ahora eran también el nuestro. Los corazones eran de diamantes al igual que todo el anillo entero. Era magnífico. Absolutamente lo más bonito que había visto en mi vida. 

 Mientras tanto, Rufus nos mira, como espectador de nuestro amor. A pesar del odio, dicen que el amor es más fuerte, y lo cierto es que, mi amor por Charlie es incluso más fuerte que yo.   

Charlie limpia mi mano, y pone el anillo en mi dedo anular. Y entonces me mira, como jamás lo había hecho... 

" Yo, Charlie White Andry, te tomo a ti Lauren Bennet Grace 

Como compañera de mi vida.

No te prometo nada, 

Porque el mañana aún no existe.

Pero existirá, porqué lo haremos juntos, con nuestro presente.

Solo sé que en amarte mi amor se me irá toda una vida.

Te amaré mientras pueda.

Mientras me sea posible

Mientras me dejes.

Mientras el mundo nos regale las noches y los días.

Solo sé, vida mía...

Que voy a amarte en cada acorde de la poesía.

En carne propia, muerta y viva.

Te amaré en la noche, la tarde y el día.

Aunque en esta valentía

Se me vaya toda una vida.

Siempre seré tuyo y tu serás mía.

En la tristeza y en la alegría.

En la eternidad de la muerte y hasta el fin de mis días."

Charlie White, a Lauren Bennett.

Las Sombras De CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora