Charlie
Si estas alas cortadas, pudieran volar, volaría a tu lado sin dudar.
Si estas alas cortadas, pudieran volar, volaría contigo al nunca jamás.
Si estas alas cortadas, pudieran volar, estaría contigo hasta la eternidad.
Charlie White. Para Abby White. Mi alma gemela.
La muerte de Abby en mis manos, me acorazó por dentro. La perdida, como tal, es una ausencia. Es un sinónimo de vacío. Es algo que estaba pero ya no está. Haberla perdido, encendió mi alma, la cual perdí en ese momento, la vendí, la vendí por odio, por rencor, por venganza. No había nada que consolara el dolor que sentía, aquel dolor no se compara con nada. Es como si mi corazón ya no estuviese, no tiene descripción alguna, era agudo, insoportable, era real.
-¡Abby! ¡No te vayas, no me dejes!- grite, mientras movía con desespero de un lado a otro, el cuerpo muerto de mi hermana, hasta que comprendí, que no había fuerza humana que la hiciera abrir los ojos, pues esta ya había dejado la vida terrenal.
-¡Hija mía! ¡Mi amor! ¡No!- gritaba mi padre a mi lado. Las lagrimas empezaron a salir en menos de segundos, esa imagen la tendré para siempre.
Entonces, comprendí, que hubiera dado todos mis millones solo por tener viva a mi hermana y que no había mayor riqueza que la vida en si. Habría dado mi propia vida por tenerla a ella. Ella que no tenia culpa de nada. Tan solo era una niña, joven e inocente, la cual, había desaparecido para siempre. Perdió todo, el brillo de sus ojos se extinguió con su vida.
Su risa se repetía en mi mente, una tras otra, hasta que se desvaneció. El calor de su cuerpo, se marchó, junto a su esencia. Abby, había ido, para jamás volver.
Mi padre montó en cólera, una cólera jamás vista, y se fue contra Rufus.
-¡Adiós hermano!- logro escuchar.
Segundos después. Una bala más. Mi padre se desplomó en frente de mi.
-¡Papá! ¡No, por favor!- grito. Fui hasta él. Aún tenía los ojos abiertos. Le había apuntado al lado del corazón y perforado el pulmón. Quizás le quedaba menos de un minuto.
Cuando vi a mi padre, morí en vida. Algo estalló dentro de mi. Quizás era el dolor, la agonía, la perdida. En menos de una hora, había perdido todo.
-Charlie, te perdono hijo...- dice mi padre, después de toser sangre-
-Padre, yo nunca me perdonaré esto... Te lo debo todo a ti.
Pronto la sangre dejaría de llegarle al corazón y este se detendrá para la eternidad. Cada segundo más, era uno menos para él. Y el dolor se clavaba en mi, cuál aguja en la tela.
- Me llevo a tu hermana conmigo, pe-pero, cu-cuida de tu madre.- me dice, sujetándome con las pocas fuerzas que le quedaban. Sus manos estaban frías, ya que pronto, se congelaría.
-¡PAPÁ! ¡TE RECORDARÉ POR SIEMPRE!- grito entre lagrimas
-Char...
-A cualquier lugar te hubiera seguido papá. Eras mi mayor héroe, espero algún día perdonarme esto. Espero verte cuando muera. No tardaré en ir contigo y con Abby.
-¡No, no tardarás, porqué te irás hoy mismo!- me grita Rufus a mis espaldas.
En ese momento me podían atravesar diez mil balas, que no me importaba. Sin Abby y sin mi padre, yo ya no era nada. Pero recordé a mi madre, y no podía dejarla sola. Ella era la única que me quedaba.
-¡Rufus! Matáme si quieres, pero si te encuentra la Policía, te hundirás en la cárcel, toda tu vida- le digo con las manos en alto, mientras este me apunta con el arma.
- Me queda una bala y no pienso gastarla en mi, querido Charlie, se acabó todo.-
Prepara la pistola para matarme. Yo cierro los ojos, mientras recuerdo a mi hermana, su risa, su cabello, sus ojos, su inocencia...
-¡Rufus! Tira la pistola, o te juro que te mato.
Era mi madre. Mi hermosa madre, había venido a rescatar a su familia, de la cual, ya no quedaba nada. Estaba detrás de Rufus apuntándole, con mucha decisión pero con el alma destrozada, al ver que el amor de su vida y su pequeña hija, habían muerto.
-¡Alice!- grita Rufus conmocionado. Tira la pistola al suelo.
-Rufus, como pudiste hacer esto.- le dice mi madre entre la agonía y el dolor que sentía.
Al ver a mi madre, este, se conmueve. Pero en sus ojos aún había sed de venganza. Acto seguido, entran los guardaespaldas de él, temí por la vida de mi madre porque de la mía ya no quedaba nada.
Creía que nos mataría a los dos, pero al parecer, el amor de Rufus por mi madre, seguía vivo. Antes de que mi madre apretara el gatillo, Rufus escapó con sus guardaespaldas. Le quise matar, pero caí desmayado en el suelo. Y nuevamente, reinó la oscuridad en mis ojos.
Todo había acabado.
-Charlie.- dice mi madre, al yo abrir los ojos.
Cuando miré a mi alrededor, estaba en el hospital. Solo estaba mi madre. Entonces, sentí el dolor, más horrible de mi vida. Mi padre y mi hermana ya no estaban.
Comencé a llorar, sin alivio, y mi madre se unió a mi.
-Perdóname, madre.- le digo al oído.
-Estás conmigo, mi amor. No me abandones tu también...- me dice mi madre mientras había una tormenta en ella.
Sí, todo había acabado. Y yo también, ya no era Charlie, era la sombra de Charlie. Y jamás volvería a ser Yo. Pude sentir, el dolor, la pena, la perdida, la desolación. La triste realidad de la efímera vida, ya que hoy estas vivo, y mañana puedes haber muerto. Por eso, el único tiempo que existe, es el hoy, porque el ayer ya no existe, y el mañana nadie lo garantiza.
Aún, teniendo mil millones de euros, aún teniendo el mundo entero a mis pies, nada ni nadie le devolvería la vida a mi hermana y a mi padre, más sin embargo yo daría todo, por verlos una sola vez más. Pagaría el cielo y el infierno, por verlos de nuevo. Y es que no hay amor más autentico que el sientes por tu familia, es un amor que nunca perecerá aunque nosotros lo hagamos.
A mi padre, por haber sido el pilar de mi vida. Su existencia, fue larga, fue bendita. Si hubiera sabido que esa era la ultima vez que te veía, te habría dicho, "Te quiero" y "Nunca te olvidaré". Te habría agradecido por haber sido el capitán de mi barco, el faro de mi vida. Por levantarme en cada caída. Por creer en mi incluso cuando yo no lo hacía. Por ser el ejemplo, el superviviente, por ser mi padre, tan valiente. Te amaré por siempre.
Adiós Padre. Te veré pronto.
A mi hermana, la luz de mi oscuridad eterna. Tu vida fue corta pero intensa. Fuiste bendición en mi vida, fuiste la musa que me siempre me inspira. Tu llegada fue como una estrella fugaz, aunque breve. Sé que te recordaré y te amaré por siempre.
Adiós hermana. Te veré pronto.
Y lo peor que puede existir en el mundo, es aquel Adiós, que no tendrá respuesta alguna. Es aquel Adiós para siempre. Y es en este Adiós, en el que el Para siempre si existe.
ESTÁS LEYENDO
Las Sombras De Charlie
RomansaLa vida de Lauren Bennett, con 17 años, pura e inocente, cambiará de la noche a la mañana, al conocer al mitíco jefe de la Compañía White. Charlie la envolverá en las sombras de su pasado y ella tendrá que descubrir su secreto más preciado. "Ella e...