Capítulo 47

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Carta para Lauren:

Mi querida Lauren, mi amada. Me has regalado, una noche, maravillosa. Nunca olvidaré el tacto de tu suave piel, ni el olor de ella. Ni la fragancia de tu suave cabello, revuelto por esta desenfrenada noche de pasión, en la cuál, una vez más, dos cuerpos comunes, se unieron para formar uno solo galáctico.

Me has concedido el volver a sentir, el volver a desear palpar el calor de un cuerpo, de un amor. Puesto que he perdido juicio por tus besos,tus pupilas.

¡Que maravillosas curvas tienen tu sonrisa! ¡Que exquisito es el sabor de tus labios!. 

Anoche llegue a la conclusión de lo maravilloso que es tenerte entre mis brazos. Verte dormir. Verte respirar.

Mujer de mujeres, me has devuelto una pequeña parte de mi.

Te estaré eternamente agradecido. Ahora que ha vuelto mi alma, te la doy a ti.

¡Ahora mi miserable vida, es tuya, solo tuya! Cuida de ella porque siempre estará contigo.

Eternamente tuyo. Charlie White.

Al despertarme encontré esta carta de Charlie. No pude evitar reírme, que retrogrado era a la hora de escribir. Su letra era magnifica, cursiva, sin una sola falta de ortografía. Ahora sé porque dicen que los escritores te enamoran, ellos no venden palabras efímeras, te dan letras eternas, plasmadas en un papel. Letras que no perecen, que se conservan, que viven en la mente del escritor y en el corazón de su musa.

Cuando pude reincorporarme, me percaté de que la cama estaba casi destrozada. No la rompimos porque era de roble puro. ¡Vaya dos salvajes! ¡Que amor tan profundo para dos seres breves en esta fugaz vida!. Porque la vida es eso, una estrella fugaz, que ves pasar. En la cual, puedes pedir un deseo y esperar una eternidad a que se cumpla, o hacer tu mismo que se satisfaga. 

Me puse de pie para poder ponerme la ropa. La carta de Charlie me había dejado un mal sabor de boca, deseaba besarle, abrazarlo. Así que decidí limpiar todo e ir a preparar el desayuno.

Charlie llegaría en cualquier momento, y me vería, así, despeinada y llena de moretones por su culpa. Este era muy desenfrenado para demostrar su amor.

Tan pronto como hice la cama, me fui directamente al baño. Como siempre y para mi no sorpresa, Charlie, había dejado todo preparado para mi. Incluso me había comprado una blusa blanca y una falda de flores. Esto me hizo estremecerme, se parecían a las que llevaba Abby el día de su muerte. 

¿Me vería Charlie, reflejada en su hermana muerta?. Imposible. Hice caso omiso a mis intuiciones. A mis imaginaciones.

Entre en la bañera, como siempre. Me relaje. Comencé a recordar cada momento de anoche. Como Charlie, recorría con su lengua cada parte de mi cuerpo. Como me decía al oído lo mucho que deseaba poseerme. Como pasaba con la comisura de sus labios por mi boca, para así bajar a mis pechos, finalmente bajando a mi entrepierna. Me estremecía de solo recordar sus ojos embriagados de deseo, de fuego.

Entonces, descubrí una vez más, que lo amaba. Lo amaba con cada partícula de mi cuerpo, de mi corazón y de mi mente. Y amar con el corazón y con la mente, son la combinación perfecta, de que el amor carnal y el amor espiritual existen.

Al salir de la bañera, sequé mi cuerpo y me puse la ropa. Me mire al espejo, algo no me gustaba. Me recordaba a Abby y eso me hacía sentir escalofríos.

Me aventuré a bajar las escaleras. Quizás Charlie ya me esperaba abajo, incluso podía ya tener el desayuno hecho.

Cuando empecé a bajar los escalones, me di cuenta de que no había ni un alma. Estaba yo sola. Eso significaba que podía hacer lo que quería para él. Entonces, me dirigí a la cocina.

Las Sombras De CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora