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Una de mis cosas favoritas en National City fueron siempre las calles donde por la mañana abundaban personas yendo y viniendo, dirigiéndose a sus empleos, o tomando una caminata matutina en el parque. Los veía y algo se emocionaba en mí, amaba imaginar todas las diferentes historias que una sola persona contenía y eso me mantenía constante en lo que hacía.

No me gustaban los autos por eso iba a pie y sí, claro que sería más fácil volar y llegar en diez segundos, pero no me molestaba en absoluto. 

El reloj en mi muñeca marcaba las 10:47. Era un regalo que me había hecho Hank en modo de burla porque durante un tiempo solía llegar tarde a mis misiones, pero comenzó a gustarme ese pequeño artefacto y lo mantuve conmigo.

El edifico Luthor se elevaba unos cuantos metros por encima de mí, imponente pero a la vez parecido a muchos otros. Aunque éste desprendía algo distinto. Su historia sería siempre recordada en esas letras colocadas a mitad de la torre como un aviso de todo lo capaz que había sido Lex Luthor, el malvado villano que en su momento había aterrado a varios. Aunque la historia que dentro ahora se desarrollaba nada tenía que ver con ese pasado. 

Caminé firmemente hasta la puerta, asegurando mis lentes, sujetando bien mis apuntes y dejando algo de mi torpeza en cada paso. No estaba segura de por qué al estar en el papel de Kara, la reportera, me volvía algo tonta. A veces sentía que mi nerviosismo crecía cuando no tenía puesta la capa, como si algo pudiera salir mal. Quizás era mi propio subconsciente que lo provocaba adrede o tal vez realmente era así pero seguía siendo un plus en mi camuflaje. Mi destino era uno de los pisos más altos así que bastó con llegar al ascensor y presionar la planta que me habían indicado. 

Crucé miradas con algunos empleados que entraron y salieron un par de veces en sus respectivos pisos y cuando al fin fue mi turno salí despacio del elevador. La secretaria que estaba en su escritorio tenía el teléfono en la oreja y anotaba varios nombres en una extraña libreta rosa con cerezas, levantó la mirada y unos instantes después procedió a colgar y sonreírme.

—Señorita, ¿en qué puedo ayudarla? —su tono era amable y cálido.

—Soy Kara Danvers, reportera en CatCo Media y vengo por la entrevista a la señora Lena Luthor. 

—Oh, por supuesto, sí. Aguarde un momento. 

Procedió a descolgar el teléfono y presionó un botón, varios segundos más tarde anunció mi llegada y volvió a sonreírme.

—Pase por esa puerta, la señorita Luthor la espera. 

—Muchas gracias —respondí a su vez.

Me confundió un poco el término tan juvenil empleado hasta que llegué a la mencionada puerta y abrí. La mujer que tenía en mente no se parecía en nada a la que veían mis ojos. 

Sentada detrás de un escritorio se encontraba una mujer de no más de 25 años, de cabello liso negro suelto que caía por los hombros, mandíbula recta, y facciones sin rastro de imperfección. Cuando sus ojos repararon en mí descubrí que eran de un claro verde que podría confundirse con un azul pálido. 

Ante la falta de comunicación de mi parte y sin esperar palabra ella rápidamente se puso de pie, rodeó el escritorio y opté al fin por moverme hacia ella al tiempo que extendía su mano hacia mí. La estreché y su sonrisa me transmitió un poco de calma al ver que no se había percatado mucho de mi anterior estado.

—Tú debes de ser Kara, es todo un placer. Soy Lena. Puedes tomar asiento donde gustes —señaló la silla cerca del escritorio y el gran sofá en el que ahora se estaba sentando, acomodando el pliegue de su vestido. 

Me decidí a por el sofá junto a ella porque no quería que creyera que por su apellido rehusaba de su proximidad. Tenía fe en lo bueno de las personas, al menos hasta que demostraran lo contrario. 

—Vengo de CatCo... Eh, creo que eso ya lo sabe, como sea —reí inconscientemente, cuidaba mis palabras, como era usual a veces con personas de mucha influencia, y cuando sentía que iba a meter la pata. En este caso eran las dos cosas. Algo en su confianza, su mirada y su carisma no me dejaban enfocarme. Me dije a mí misma que debía organizar mis pensamientos y saqué mi cuaderno junto a mi bolígrafo—. Disculpe, es que hoy estoy algo distraída, eso es todo. Así que señorita Luthor... comencemos. 

Fueron preguntas relacionadas con su manejo de la empresa, sus objetivos a futuro, sus proyectos y metas. Cada una de sus respuestas eran concisas pero llenas de seguridad. Transmitía en su hablar las palabras correctas y sus ojos nunca se movían de los míos, como queriendo hacer un punto y necesitando darme la confianza necesaria desde los suyos. 

—¿Qué cree acerca de la creciente población de alienígenas en la ciudad? Pese a estar la gran mayoría escondidos por la posible reacción de las personas, ¿piensa que ellos deberían de estar aquí? —este tema me tocaba en lo más profundo y trataba de ser lo más objetiva posible en mi rol de reportera.

Su mirada bajó un momento al borde de su vestido, doblando un poco la tela, parecía estar pensando qué decir. 

—Tiene que ser difícil, para ellos quiero decir. Vivir en un planeta donde las costumbres diarias no son nada de lo que conocían —sus ojos seguían en el mismo lugar hasta que levantó la vista y me miró nuevamente—. Muchos tal vez no tengan prejuicios pero le tienen miedo a lo que no conocen y es diferente. No niego que a veces temo de esos... alienígenas. Pero no soy quién para negarles sus oportunidades. 

—Creo que eso será suficiente señorita Luthor, ha sido un placer y un gran agrado conversar con usted —era la verdad, tenía buenos puntos de vista y era interesante escuchar su modo de pensar. Lo que decía sonaba creíble ante mis oídos, así que anoté un par de cosas más y guardé el cuaderno. Inmediatamente me levanté, y ella también. 

—Oh, no. Llámame Lena, olvida las formalidades. Ya estoy rodeada de varios hombres mayores a diario queriendo controlar cada movimiento de mi empresa con ese mismo tono. Es bueno conocer a alguien joven y radiante como tú. 

Sé que su comentario sonrojó un poco mi interior. No me daban cumplidos a diario (quizás nunca) pero era igual de extraño que incluso algo tan simple como eso fuera motivo de tal reacción.

Sonreí casi exageradamente, algo que ocurría cuando mis nervios me sobrepasaban y asentí. 

—Nuevamente, gracias por permitir esta entrevista —se encontraba detrás de su escritorio junto a sus papeles cuando volvió a sonreír, y yo estaba ya junto a la puerta. 

—Vuelve cuando quieras Kara, mis puertas siempre están abiertas. 

Sin más salí al común recibidor que no parecía contener nada de la calidez que tenía la oficina de Lena, era sólo eso, común. Saludé a la secretaria que seguía en su lugar y tomé el ascensor sin más preámbulos.

Me permití ya dentro de éste ver a la mujer que acababa de entrevistar con mi visión de rayos equis. Sé que no era lo correcto pero fue más como un impulso, tan sólo fueron unos segundos. Lena se encontraba sentada con el teléfono pegado a su oreja sonriendo con alguna gracia que le habían contado y asintiendo a medida que tecleaba unas cosas en su computadora. 

Lena Luthor me había trasmitido una seguridad y confianza que ahora mismo me resultaba un misterio.

Kriptonita Roja; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora