13.

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«¿Por qué no puedo dejar de llamarte?»

Sus palabras se repetían en mi cabeza sin dejarme pensar en lo que estaba ocurriendo o si estaba bien. Lena estaba tan cerca de mí que podía casi respirar su mismo aire, su mirada era embriagadora y sus ojos estaban encendidos. Pero nada se comparaba a su boca. Tenía los labios semiabiertos y la gravedad parecía atraernos. Ladeó la cabeza y respiró profundo pero siguió en el mismo lugar.

-No sé qué es lo que sucede. -dijo casi arrastrando las palabras, sus ojos no dejaban los míos pero cada tanto se perdían en mi boca. -Dios, no sé que me pasa contigo.

-Lena...

-Cuando te veo volar no puedo dejar de querer que vengas a mí. Cuando estás aquí es... Es tan confuso lo que siento. -sus ojos se cerraron como para organizar sus pensamientos. Cuando se abrieron ahora estaban determinantes en mi boca. -Lo único que quiero ahora es sentir tus labios.

Mi cuerpo no respondía al igual que mis demás sentidos. No escuchaba pedidos de auxilio a kilómetros, no sentía mi fuerza habitual, más bien sentía que si Lena se movía apenas medio milímetro iba a perder la razón.

Y lo hizo. Se acercó apenas lo suficiente como para que mi boca sintiera la vibración de la suya y lamí mis labios por puro instinto. Antes de que pudiera sentir su boca se escuchó un estruendo detrás de mi espalda. Me giré y unas extrañas y gigantescas rocas que fácilmente podrían ser meteoritos estaba cayendo en el edificio. Éste edificio, el de Lena.

-Qué demonios...

-Vamos, te sacaré de aquí, luego iré a evacuar a los demás. Rápido. -tomó mi mano confusa aún por las piedras enormes que cada vez que golpeaban contra el edificio generaban una pequeña sacudida. ¿Qué estaba causando esto?

-No, no hace falta. No hay nadie más que yo aquí, los mandé a todos a sus casas.

Me confundió un poco pero justo ahora no era lo importante.

-Tenemos que salir. -la tomé ahora por el brazo y pasé la mano por su espalda. El recuerdo de la primera vez que la llevé a volar apareció en mi mente pero traté de ignorarlo. La elevé por los aires conmigo y ya estábamos volando cuando una roca casi nos golpea pero la esquivé a tiempo. Lena gritó del susto.

-No te atrevas a soltarme.

Bajamos en un par de calles más lejos y me aseguré de que estuviera bien.

-Okay, tengo que ir.

-No sabes qué es, no creo que...

-Tú ve a un lugar seguro, alejate de aquí. Sólo... Sólo cuídate.

Masajeó su frente con la mano y frunció el ceño.

-Sí, sí lo sé. Tú igual. -no había tiempo para mucho más. Algunas de las rocas estaban cayendo en otros lugares y tuve que ir volando para que una no golpeara un auto con personas en el. Desvié varias de los transeúntes pero el problema no se detendría si no sabía de dónde salían.

Me detuve en el aire un instante y miré al cielo. A simple vista uno no lo vería pero noté que sobre las nubes había una nave grisácea de la que salían las grandes piedras. Volé rápido hasta ella y traté de encontrar un punto débil para destruirla. Ví un agujero que se abría y cerraba simultáneamente expulsando las rocas, no podía romperlo a golpes porque las piedras no dejaban de salir así que usé la visión de calor y para mí suerte funcionó. La abertura estaba ahora casi quemada por completo por lo que le era difícil abrirse.

No salían más rocas pero mi oído escuchó cómo éstas se estaban amontonando dentro de la nave, el sistema interior aún estaba en funcionamiento.

Kriptonita Roja; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora