18.

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La mirada de Lena era feroz. No dejaba de observarme y yo no pensaba apartar la vista de sus ojos claros, sus manos presionaban mi cuello hacia ella de manera que yo me acercaba más a su boca. Eran pocos los centímetros que me separaban de probarla pero me detuvo, poniendo su dedo en mis labios y habló con una maliciosa voz. 

—Si quieres esto tanto como yo, ven aquí a la medianoche.

—¿Qué si lo quiero? No hay necesidad de esperar a...

—No morirás por la espera. —su tono ahora era firme pero su cuerpo seguía casi sobre mí. Rió y segundos después se alejó. —Confío en que no serás exactamente tú quien venga. 

Algo se alarmó dentro de mí, el comentario me asustó. ¿Quizás Lena había estado pensando y había descubierto que todo este tiempo Kara era yo?

—¿Disculpa?

—No serás quién está frente a mí ahora, porque tú no eres así. Algo está mal contigo y lo puedo notar. Así que si eso que tienes se va y la Supergirl que conozco viene a medianoche sabré que es exactamente lo que quieres.  —la confusión inundó mi rostro y ella me miró suspirando. —Por mucho que intente olvidar que me atraes con todo ese lado tan despreocupado y perverso... Cuando te bese quiero que seas la Supergirl que he conocido antes, no lo que aparentas ahora. 

—¿Por qué crees que aparento? Esto es lo que soy. —ahora ella de acercaba otra vez a mí pero con determinación me susurró al oído.

—Hoy a la medianoche. —sin nada más que agregar salió como si nada por la puerta de su oficina. Yo permanecí de pie por un minuto, quizás un tiempo más hasta que salí volando por el balcón. No tenía ni idea de qué hora era pero era lo que menos me importaba ahora porque comenzaba a sentirme extraña en el aire. Las palabras de Lena se amontonaban en mi cabeza. Lo que era en este momento era lo que siempre había estado dentro de mí, nunca fui tan poderosa, tan confiada y tan capaz como lo estaba siendo ahora. Podía ser una diosa, podía tenerlo todo. A ella podría dárselo todo, pero Lena decidía querer a una Supergirl bondadosa y estúpida. Me enojé más ante la idea y volé aún más rápido, tan rápido que el cielo hacía un ruido casi idéntico al que hace en las tormentas. Como si el cielo fuera a quebrarse. Atravesé varios carteles publicitarios pero no me di cuenta hasta que me detuve y miré hacia atrás. Sonreí ante el pequeño desastre que había dejado detrás. No me importaba demasiado si hacía el bien o el mal en este mismo instante pero me divertía en cierto punto ver lo que había logrado tan sólo al enojarme un poco. 

Habían pasado dos horas y estaba en CatCo con mi ropa normal y mis gafas. Me sentía aburrida por demás viendo a la gente correr de oficina en oficina con sus respectivos papeles en las manos. Yo movía mi silla de atras a adelante cuando mi jefe apareció en frente de mí. 

—Danvers, ¿qué demonios te sucede?

—¿Perdón? —mi comentario solo lo enfureció.

—¿¡Qué haces que no estás trabajando!? Tienes decenas de entrevistas que escribir, cientos de cosas que cambiar en esa cabecita tan pobre. 

—Ah, claro. —removí entre las cosas sobre el escritorio y saqué una carpeta, la estiré en su dirección esperando a que la tomara.

—Qué es esto...

Se demoró un tanto en agarrarla pero lo hizo y la abrió con cierto desgano. Leyó la primera hoja, la segunda y la tercera y minutos más tarde me miró con una expresión que se parecía mucho a la que hacia mí hermana cuando miraba sus tan extrañas series y ocurría una desgracia. Ante ese pensamiento me sentí mareada tan de pronto que casi caigo de la silla. 

—Bueno... Debo decir que stoy sorprendido. ¿En qué momento hizo todo esto? —escuchaba sus palabras pero no le prestaba atención. Ahora lo que sentía era un dolor fuerte en la cabeza, como aquellos que sentía cuando me afectaba esa extraña... Cosa, que me volvía tan diferente. Me sentía enferma y no pude más que tratar de levantarme y salir de ahí. 

Kriptonita Roja; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora