30.

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«Kara.» 

Su voz había sido apenas un susurro pero no podía negar que cuando decía mi nombre siempre me causaba el mismo efecto descontrolado. Me quedé viendola durante unos minutos, en mi lugar, sin saber cómo actuar. Me había lanzado sin la menor duda y ahora Lena estaba en frente mío entre la inconciencia y algo que no quise ni pensar otra vez. Mis pies finalmente se movieron y corrí hasta Lena, su cuerpo desprendía un olor a alcohol puro, y sus labios se movían por momentos pero sin mencionar palabra. Cuando la toqué estaba hirviendo y llena de sudor, casi maldecí pero traté de mantener la calma. Al levantarla consideré por las dudas no llevarla en mis brazos, en caso de que despertara y descubriera que tengo una "fuerza escondida". Al contrario cuando ya pude hacer que esté medio de pie, pasé su brazo por mi hombro y casi la arrastré para que avanzara, su peso era inexistente para mí pero estaba segura de que no habría podido moverla de no ser así. Había visto los últimos días a Lena ir desde su habitación a la cocina y de la cocina a la sala así que sabía, sin tener que usar la visión de rayos, donde quedaba el baño aunque ella nunca lo hubiera usado. Unos segundos después cuando llegué, dejé a Lena sentada sobre la tapa del inodoro y me agaché hasta estar frente a ella. Le di unas suaves palmadas en las mejillas pero no despertó.

—Lena, tienes que volver.

Susurré casi para mí pero ella solo seguía con los ojos cerrados. Froté mis ojos y volví la vista al baño, en dirección a la bañera, dudé pero no contaba con otra opción. Encendí el agua que en ese momento estaba helada, esperé varios minutos pero seguía en el mismo estado, era popular la creencia de que el agua fría bajaba la fiebre pero no quise arriesgarme demasiado. Miré a Lena y luego la bañera ya casi llena, concentré el calor de mis ojos en el agua tan solo un instante para que estuviera tibia. Cuando giré la vista Lena seguía sin reacción alguna. 

Para cuando volví a su lado me sentí un tanto nerviosa, claramente no podía meterla con ropa pero no podía desnudarla como si nada estando ella inconciente. La opción de llamar a Alex pasó por mi mente pero sería solo perder más tiempo así que respiré profundo y tragué. Su respiración se pausaba durante segundos mientras me las arreglaba para quitarle la musculosa que estaba casi pegada a su cuerpo, al terminar de hacerlo mis ojos quedaron inoportunamente embriagados con su piel y tuve que hacer el doble de esfuerzo para apartar la mirada. Le quité también el pantalón y por el bien del universo, el de Lena y el mío propio, juré no tocar su ropa interior. De esta manera la levanté otra vez y la acerqué a la bañera, toqué el agua por si acaso y lentamente la metí dentro. Al alejarme un poco advertí que su mano estaba firme en mi camiseta y me incliné para ver si reaccionaba, claramente seguía dormida y comprobé que su respiración al menos estaba mejor. Me mantuve en mi lugar, tomé una esponja y comencé a pasarla por todo su cuerpo, si bien la situación no era la mejor no podía dejar de admirar su piel. Pasé la esponja por su cuello y por sus brazos, luego por su pecho y mis dedos se permitieron tocar la línea de su clavícula antes de volver a limpiarla. 

Escuché un murmullo sin sentido y la miré rápidamente, esperando que volviera a hablar pero no dijo más nada. Pasé la esponja por su frente y luego la miré, su aspecto era el más triste. Si volvía a verla así una vez más en mi vida no sé qué haría. 

Quince minutos después supuse que sería ya suficiente y la saqué de la bañera, chorreaba por todos lados y con la toalla que encontré a mano la sequé con cuidado, su ropa interior era lo único que quedaba que la seguía mojando y respiré pesadamente.

—Uh... no sería mala idea que volvieras en sí ahora. 

Pidiéndole a todos mis sentidos que ayudaran la senté otra vez, la cubrí con la toalla y le rogué a Rao que mis ojos no se desviaran. Viendo hacia otro lado y con mucha precaución quité el corpiño deportivo que llevaba. Sentí que se iba hacia adelante así que la tomé de los hombros y la devolví a su lugar, todavía sin ver. Busqué a tientas una remera que le había buscado antes y se la puse, casi gritando al ver que lo había hecho bien. Contemplé ahora su boxer oscuro y por poco dejo que se quedara así. 

Kriptonita Roja; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora