8.

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Estaba a mitad de la calle en frente del banco. Seguía mirando el lugar, escuchando las alarmas y las sirenas próximas de la policía. No entendía cómo era posible que mi comportamiento se tornara así. Podía recordar lo que había dicho, como había dejado que escapasen, sentía aún la sensación de que no me importaba. ¿Por qué no me importaba?

Por algún motivo no quise estar ahí para cuando los policías llegaran así que decidí volar sin saber dónde terminaría. Mi mente estaba tan confundida que no noté cuando aparecí en la Fortaleza de la Soledad. Ese gigantesco lugar que parecía solo estar hecho para dejarme lamentar mi propia miseria de tan solo verlo. 

Me senté sobre un trozo de hielo cansada. No estaba agotada físicamente, incluso me sentía más fuerte que nunca. Como si pudiera destruir una ciudad entera. El pensamiento me aterró, ¿por qué pensaba en eso? No sabía si decirle a Alex, no sabía cómo explicárselo, tenía miedo de como lo tomaría pero a la vez algo me impedía hacerlo. 

Di unos golpes en mi frente con la palma de la mano como si así pudiera desaparecer mi confusión. Estuve ahí por lo que quizás fueron horas hasta que me levanté y tomé una decisión. No se lo diría, no quería preocuparla y tampoco preocuparme a mí misma. A veces tenía períodos donde necesitaba un poco de descanso o mi cuerpo comenzaba a ponerse extraño, al igual que mi mente. Por un segundo la cena con Lena Luthor me hizo dudar sobre si tendría algo que ver con mi estado actual pero descarté la idea al instante.

Minutos después estaba de nuevo en el aire volviendo a mi casa.

—Hola desaparecida, creí que te habías perdido —dijo Alex despreocupadamente apenas verme. Estaba en el sofá mirando la televisión, el reloj de la pared marcaba las tres de la madrugada.

—Deberías estar durmiendo por empezar, ¿qué haces despierta? 

—Miro este interesantísimo documental sobre Marte —alzó las cejas en dirección a la pantalla y tomó la copa sobre la pequeña mesa. 

—Marte es aburrido, créeme. Pero dudo que esa sea la razón.

—¿Dónde has estado?

—¿Por qué estás despierta?

Durante unos segundos nos miramos desafiantes sin pestañear, retando a la otra a hablar. Alex se rindió con un bufido. 

—Bieeen, Kara. No pude hablar demasiado con Maggie. Si eso que tuvimos siquiera cuenta como conversación... —encogió los hombros y continuó—. Solo intercambiamos tres palabras y me dijo que no podía hablar y llamaría luego. No me mires así, no espero a que llame, es que no pude conciliar el sueño. 

Sabía que Alex de vez en cuando tenía problemas para dormir cuando algo le molestaba demasiado o cuando quería resolver un caso de inmediato, por eso decidí creerle. 

—No te preocupes, seguro mañana podrán hablar —acaricié su brazo en modo de apoyo y podía sentir como ya abría la boca para preguntarme de nuevo qué había estado haciendo—. Alex, solo fui a deshacerme de algunos problemas y recorrer la ciudad.

—¿Por más de dos horas? —respondió escéptica y viéndome con curiosidad.

—Uh... ¿Sí?

—Tu vida es tan fascinante. Tienes citas con una poderosa ejecutiva, la salvas de una muerte segura y en la misma noche resuelves los problemas criminales de esta tan asombrosa ciudad.

No quería recordar demasiado los detalles de lo último ya que no había sido exactamente lo que había ocurrido pero lo ignoré. Alex parecía un tanto ida, quizás el alcohol le estaba haciendo efecto.

Kriptonita Roja; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora