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/Nota: decidí finalmente darle un punto de vista a Lena así que en este capítulo solo narrará ella. Con eso aclarado, disfruten de la lectura./


Tan pronto como la puerta se cerró quedé sola en medio de la sala y me dejé caer al suelo envolviéndome a mí misma en un abrazo. La cabeza no dejaba de darme vueltas con todo lo acontecido anteriormente, no podía pensar con claridad, ni siquiera tenía idea de si todo era real. Pero sí sabía algo con certeza; había sido todo mentira. Era lo único que me estaba haciendo sentir de la peor manera, todo lo que habíamos pasado juntas era un chiste de mal gusto. Quizás habría tolerado el engaño si no estuviera tan enamorada de ella, pensé, y automáticamente me reí de mi misma. Ni siquiera sabía quién en realidad era, ¿cómo es que nunca se me ocurrió preguntarle su verdadero nombre? Claro, todo el mundo al estar de novia se conforma con decirle "Supergirl" a su pareja, por supuesto Lena. Me sentía estúpida.

Levanté la mirada a la sala desolada que ahora parecía querer tragarme, le eché un vistazo a la puerta y al lugar donde ella había estado. Me incorporé para luego sentarme sobre el sofá y un nudo se plantó en mi estómago cuando todos los recuerdos que había tenido con ella surgieron en mi mente de manera dolorosa. Todas las veces que me había salvado, la cena que habíamos tenido aunque interrumpida, hasta cuando le pedí que fingiera ser mi novia... Era vergonzoso. Seguro se habría reído un buen rato de mí al pedirle semejante cosa y pensar que yo solo lo hacía por ella. No quería que nadie arruinara lo que ella significaba para tantas personas solo por estar conmigo, con una Luthor, pero ¿quién era Supergirl entonces? ¿Cómo podía hacerme eso cuando se suponía que era la persona más amable y compasiva que existía? Tal vez eran sus ganas de seguir el camino de su primo y volverme completamente loca justo antes de arruinarme solo porque mi hermano había seguido un mal camino. No podía entenderlo, no podía asimilarlo. Todo se había sentido demasiado bien y tan real al estar con ella, aunque fuera Supergirl, aunque fuera Kara... Demonios.

No me dejé llorar otra vez porque si lo hacía sabía que no pararía por lo que apreté los dientes cuando sentí mis ojos arder, pero ninguna lágrima cayó. Había dejado que jugaran conmigo de tal manera que ahora no podía reaccionar, sentí una punzada de irritación al pensarlo, nadie había tenido las agallas de meterse conmigo hasta ahora. Casi sonreí por el pensamiento. Estúpida, Kara. Estúpida Kara y tus estúpidos planes para enamorarme. ¿Cómo lo había hecho? Hacerme creer que era dos personas diferentes, pensar que me estaba volviendo loca porque la había traicionado. Era yo a quién no le importaban los sentimientos, se suponía que era respetada y alguien importante, con poder y sin preocupación alguna... pero igual, da lo mismo quién eres el amor te jode de todas maneras.

Sacudí mi cabeza y me levanté del sofá. Me dirigí a la pequeña mesa de roble con las bebidas y tomé directamente de la botella de tequila, apreté los ojos mientras la garganta me ardía a medida que el líquido pasaba y luego respiré hondo, dándole un rápido vistazo al reloj en mi muñeca. Estiré mi cuello para quitarme la tensión y dejé la botella en su lugar, una idea estaba formándose en mi mente; no tenía intención de tener a Kara Danvers en mis pensamientos esta noche.

Caminé decidida hasta el baño y me di una ducha, agradecí el contacto de mi piel con el agua fría, cualquier cosa en este momento me servía. Salí minutos después y aparté al instante la mirada de la cama donde Kara había estado tantas veces, busqué entre mi ropa lo mejor que encontré y me lo puse viéndome al espejo. Algo informal de todas maneras; un jean negro desgarrado en las rodillas y una camisa a cuadros roja, desprendí dos botones y miré mi cabello con atención antes de atarlo en una coleta alta. Delineé mis ojos resaltando el verde claro y al mirarme otra vez de pies a cabeza comencé a sentirme como la antigua persona que era años atrás.

Media hora más tarde estaba en mi auto manejando por National City, apretaba con fuerza el volante del auto intentando alejar cualquier pensamiento que pudiera tener con ella ahora mismo. Me detuve minutos después frente a un club nocturno que solía frecuentar a veces luego de salir de L Corp, se veía exactamente igual a no ser por las luces verdes en la entrada. Salí de mi auto y pronto entré al lugar. El aire estaba cargado de olor a cigarrillo y marihuana, se sentía la presión del calor corporal que desprendían los que bailaban eufóricos en medio de las luces de neón. Avancé en medio de la gente hasta llegar a la barra y me senté en un taburete, el barman se acercó segundos después.

Kriptonita Roja; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora