39.

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La noche parecía volverse más fría, o eso creía porque yo no sentía nada más que calor, Lena en cambio estaba tiritando. Nos encontrábamos en el sitio más alto de la ciudad, sentadas sobre el borde de una antena algo inestable ya que cuando yo me movía ésta también. Lena tenía las manos apretadas sobre las vigas a su lado, yo la había dejado sentada ahí y desde ese momento no se movió, supuse que por miedo a caer. 

—A mi parecer este es el sitio perfecto para que tú y yo podamos arreglar este pequeño asunto, ¿no crees?

—Tú no harías esto aunque estuvieras enojada o dolida ¿Es ese problema otra vez? ¿Volvió a afectarte? —sus palabras se mezclaban con el viento pero ella mantenía los ojos en un punto del acero donde estábamos, muy alterada como para ver hacia abajo. 

—Creo que ese es un grave error, cariño. —dije sarcásticamente. —Tú crees que es un problema y yo creo que es un alivio cuando puedo ser quien realmente soy sin ninguna atadura. No imaginas lo cansador que es tener que ser la buena siempre en todo. 

—Bájame de aquí y hablemos. —vi el esfuerzo que hizo para mirarme a los ojos, los suyos eran suplicantes.

—¿No te está gustando la vista? 

—No eres así, bájame. 

—Eso es irónico viniendo de ti. Yo creía que no eras de las que besa a toda mujer que se le cruza pero me equivoqué. No sabes controlarte. —mi tono era de reproche pero seguía teniendo el mismo atisbo de burla.

—Te he dicho que fue un error. 

—Tú le dices error y yo sigo pensando en que la besaste, eso no cambia nada. —empecé a balancear mis piernas en el aire y la antena se movió levemente provocando un grito en Lena. —¿Te encuentras bien, Lena? 

—Deja de hacer eso, es suficiente. 

—Ese problema como le llamas tú... Por suerte me deja ver lo tonta que soy cuando estoy contigo. No es tu turno de decirme que hacer, tú no eres nadie para controlarme. 

Di un brinco y quedé flotando en frente de ella, sus ojos se abrieron de golpe cuando la antena comenzó otra vez a inclinarse hacia adelante y rodé los ojos. Puse mi brazo sobre la misma viga de la que se sostenía Lena y la antena se detuvo, debido a dónde me encontraba ahora tenía su rostro casi pegado al mío. Ella respiraba tan agitadamente cerca de mis labios que mi mente tuvo un pequeño atisbo de duda que pronto eliminé. En ese momento comenzó a llover.

—Tenemos que hablar de lo que sucedió pero...

—¿No te gusta el lugar donde te traje?

—Supergirl. 

—Dime como la besaste. 

—¿Qué?

—Dime si te ha tocado. 

—Es suficiente, por favor.—la miré intrigada a los ojos y por primera vez ella me miró también. Mi sonrisa altanera se esfumó cuando miré sus labios y sentí el enojo crecer. No me di cuenta cuando la viga que estaba teniendo se quebró en mi puño, haciendo que Lena resbalara. Como pudo y sin mi ayuda se sujeto a otra pero la lluvia ahora complicaba su agarre.

—Te ha gustado. 

—¡Claro que no, sácame de aquí!

—No solo la besaste en el restaurante, la besaste en el auto. 

—¿Cómo sabes eso?

—Te gustó, Lena. —volé un poco más cerca de ella, su corazón estaba latiendo muy fuerte tal vez por estar a tantos metros de altura y estar casi por caer. Tal vez por tener una bomba de tiempo a cinco centímetros de ella. 

Kriptonita Roja; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora