7.

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No sabía que habían helicópteros así de grandes hasta que irrumpió en el salón ruidosamente, haciendo pedazos el ventanal y seguía arrastrándose hasta nosotras. En un abrir y cerrar de ojos sostenía a Lena a mi lado para llevarla a un lugar seguro, las aspas estaban cada vez más cerca y como no encontré otra salida que no fuera la puerta ya bloqueada, miré el otro gran ventanal justo detrás de nosotras.

—Vas a tener que sostenerte fuerte —resoplé esperando que Lena pudiera escucharme a pesar del ruido. Sentí sus brazos apretando alrededor de mí y a la vez que tomaba vuelo en dirección al ventanal traté de cubrir su cuerpo con mi capa. 

Tuve que hacer un esfuerzo para mantener la capa en su lugar sin que las aspas no me alcanzaran antes.

Debido a que no podía girarme tuve que volar en reversa y romper el cristal con la espalda, haciendo un esfuerzo extra ya que no podía lastimar a Lena. En segundos estábamos fuera del edificio y el helicóptero había quedado atascado, apenas un aspa sobralía amenazante.  

La llevé hasta el suelo y respiré hondo. 

—¿Te encuentras bien? 

—Mierda, ¡¿por qué un helicóptero cayó en mi torre?!

No la había visto tan exaltada jamás y caminaba jadeante de un lado a otro, cada tanto viendo hacía arriba donde el helicóptero había quedado atorado, su expresión no mostraba ni una pizca de miedo, sino de enfado. 

—Creo que a estas alturas ya lo sabes pero... parece que tienes enemigos —me crucé de brazos y suspiré—. Tienes que cuidarte.

Su humor pareció suavizarse al recordar que yo estaba ahí y me dió una mirada entre pena y lástima. 

—Lamento que se haya arruinado, ni siquiera habías probado el postre. Al menos los causantes de esto no cuentan con que tengo mi propia heroína personal —se rió alzando las cejas y su mano acomodó varios mechones de cabello que se habían despeinado por lo ocurrido. A mi parecer se veía igual de bien que siempre. 

—Definitivamente me deberás ese postre —dije señalando el edificio. 

—Era el mejor plato. —dijo con énfasis y largó un suspiró. 

—Ya... ¿pero estás bien? 

—Pues claro que lo estoy, Supergirl me acaba de sacar volando por la ventana.

Movió su cabeza riendo de manera infantil y no pude reprimir una sonrisa, no sé quién podría pensar en hacerle daño cuando su rostro brillaba siempre que reía. 

—Pese a todo... Ha sido una hermosa velada —la miré curiosa, no solo por su manera de intentar ignorar que había un helicóptero asesino estancado en su edificio pero porque tenía una forma agradable de mirarme. Una manera de expresarme con su mirada que estaba bien y algo más que aún no entendía. 

—Si quieres puedo llevarte hasta tu casa o... Donde quieras —le sugerí, no quería que volviera sola, no saltas de un edificio con un helicóptero a tus espaldas todos los días. 

—Claro que no, ya me has rescatado demasiado por hoy, puedo volver sola. Mañana tendré que llamar a muchas personas —señaló el desastre de arriba y de nuevo estábamos aún en el mismo lugar sin saber que decir, ella jugaba con sus manos y yo sentía la sensación de que algo dentro de mi pecho pronto explotaría. No sabía que me sucedía pero ella se acercó hasta a mí y lentamente posó un beso en mi mejilla, no como hace un rato antes de la cena. Esta vez era distinto. Percibí sus labios haciendo una mínima presión y casi sentí el aroma a fresa que tenían. Pareció durar mucho más de lo que en realidad fue y cuando me di cuenta ella estaba alejándose hasta un auto aparcado, seguramente el suyo. 

—¡No olvidaré el postre, Supergirl! —pude escuchar que decía ya lejos de mí, pese a la distancia no necesitaba adivinar, mis oídos se encargaban de rescatar cualquier sonido a kilómetros. 

—Cuento con ello. 

Me aseguré de que subía a su auto y emprendí vuelo. 

—¿O sea que me estás diciendo que la comida no estaba envenenada?

—¿De todo lo que te conté te preguntas si mi comida era digerible? —le reproché y me miró aún confundida—. La comida estaba bien, deja de desconfiar de ella. 

—Es que creí que habría algo detrás de todo eso, es demasiado raro. Aunque no me equivoco del todo, un helicóptero salió de la nada y atravesó el edificio, justo donde se encontraban ustedes. Increíblemente no-sospechoso, Kara. 

—El helicóptero estaba vacío por lo que ví, creo que estaba siendo controlado o... Lo programaron para que fuera a parar directamente ahí. Lo que no sé es el motivo. 

—Muuuuchas dudas sin respuesta.

Mi hermana estaba junto a la mesa del comedor apoyando los codos, con una botella de cerveza en la mano que balanceaba distraídamente. Se notaba aburrida por lo que pregunté.

—¿No has visto a Maggie hoy? —el nombre de su novia pareció despertarla un poco pero volvió a su anterior estado.

—Ahora que lo mencionas no, no la ví. Estuvo trabajando todo el día y le toca quedarse hasta tarde para hacer papeleo pendiente.

—¿Y la has llamado?

—Kara, no seré ese tipo de novia molesta y controladora.

—Solo para preguntarle cómo le va. Te aseguro que distraerse un poco y escuchar tu dulce voz le hará terminar más rápido. 

Reí y ella reprimió una sonrisa. 

—Bien... Un par de minutos. 

A kilómetros escuché gritos y sirenas y no tardé mucho en saber de dónde provenían. Era el banco central y estaban cometiendo un robo. 

—Alex, debo irme.

Le hice una seña que entendió sin más y ya estaba deshaciéndome de mi ropa habitual para ocupar mi traje, volé hacia la ventana y ya estaba en camino, no tardaría mucho. 

Cuando llegué las alarmas sonaban y dos grandes camionetas estaban siendo llenadas con dinero, parecía que la policía no estaba enterada aún porque no había ninguna patrulla. Unos cuatro hombres armados estaban cuidando la entrada y dos más salían con bolsas para luego entrar nuevamente. 

—Vamos, apúrate. No podemos perder más tiempo. 

No habían notado mi presencia así que en segundos ya había desarmado a dos de ellos. Podía sentir de pronto los disparos y las balas rebotando sin poder atravesarme mientras me dirigía al tercero. Le quité el arma y con un poco de presión estaba hecha añicos. 

Estaba yendo a por él cuando algo aturdió mi cabeza. Un ruido extraño que no venía de ningún lado más que de mí. Los ladrones se miraron extraños sin saber cómo reaccionar y yo caí al suelo sin poder soportar ese agudo sonido. 

Estaba perdiendo la noción del tiempo y del lugar y abrir mis ojos era una odisea, mi visión estaba borrosa y me sentía tan débil como esa vez en la oficina de Lena, cuando aquel monstruo la atacó. 

Cuando trataba de levantarme mi propio peso me empujaba, cuando trataba de volar parecía que me iba a desmayar.

De repente todo se detuvo. El sonido agudo paró y me puse de pie mientras me miraban fijamente como esperando una reacción, podía sentir que tenían miedo. Podía sentirlo llenarme. 

—¿Qué hacen ahí parados? 

Uno de ellos, que era el único que tenía una bolsa en la mano, se movió lentamente hacia una de las camionetas sin dejarme de mirar. Depositó el dinero dentro y yo lo miré impasible. Los demás al ver que no hacía nada se apresuraron a correr hasta las camionetas y tan pronto como pudieron ya se habían ido. 
Pasaron uno minutos y yo seguía ahí, estiré mi cuello un momento al sentir un pequeño tirón y mi cabeza comenzó a dar vueltas otra vez. 

—En el nombre de Rao, ¿qué demonios hice?

Kriptonita Roja; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora