31.

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Las palabras de Lena me habían dejado sin habla. No daba crédito a lo que acababa de confesar y ciertamente tampoco sabía como responder, ni siquiera la miraba ahora porque había desviado la vista de ella, el cubrecama se veía más llamativo que antes. Mi confusión era tal y lo que había dicho fue tan directo que olvidé por completo quién era. 

—¿Kara? —cuando habló me devolvió a la realidad y sentí que estaba conteniendo el aliento. Volví a mirarla y dubitativa, traté de responder.

—Lo siento, es que me sorprendió. 

—¿Por qué?

—Bueno... No pensé que iban así de... No sabía que te sentías así por ella. 

—Como ya te he dicho, es un nuevo descubrimiento para mí. 

—¿Cómo lo supiste?

—Fue apenas besar a Valdyria. —hizo una pausa y cambió de posición en la cama.—Sus labios se sentían ásperos y sin sentido. Mientras más la besaba más me daba cuenta cuanto necesitaba que Supergirl estuviera ahí, cuanto quería sentirla a ella y a nadie más. Tal vez fue el motivo del porqué la seguí besando, me daba tanto miedo sentir que era dependiente de solo una persona que quería sacarme de la mente cuanto la extrañaba, hacer de cuenta que tenía todavía el control de lo que sentía.

—Supongo que no fue así.—me sentí enrojecer pero ella no se inmutó.

—No. Le pedí a Valdyria que se vaya.

—Creo que Supergirl no llegó a ver esa parte... 

—No es fácil para mí admitir esto, al menos no en voz alta. No porque me avergüence, sino porque nunca llegué a sentirme de esta manera, ¿sabes?

—¿Se lo dirás?

—No sé cómo explicarselo, no sé si lo entenderá. 

Asentí porque ya no sabía cómo responder y quedamos en silencio. Todo lo que estaba diciendo era tanto para procesar. Cuando miré por la ventana ya parecía estar oscureciendo. 

—¿Hace cuánto estás aquí?

—Desde que llegué pues... Un día quizás. —claro que había sido más pero no podía decirle que la había estado viendo durante cuatro días para asegurarme de su bienestar. Peinó con sus dedos su cabello y su voz ahora sonó avergonzada.

—No me quiero ni imaginar cómo veo. 

—Te ves bien. —le sonreí para calmarla y ella negó con la cabeza. —Ahora vas a ir a ducharte y te prepararé algo para que comas. 

—¿Ducharme?

—Sí Lena, estuviste durmiendo todo el día. Pero ni se te ocurra pensar que esta vez iré contigo. 

Ella me tiró una almohada pero sonrió. 

—Pensé que te irías. 

—Cuando me asegure de que estés bien.

—Me alegro de que te quedes. 

Fue simple su manera de decirlo pero pese a todo, yo también me alegraba de quedarme. Estiró las mantas y procedió a levantarse de la cama. 

—¿Necesitas ayuda? 

—Solo estuve al borde del coma alcohólico, Kara, no olvidé como caminar. 

Movió la mano en mi dirección como si restara importancia al asunto y rodé los ojos. Cuando estuvo fuera de la habitación me decidí a levantarme yo también y ver qué podía cocinarle. 

La cocina además de estar terriblemente sucia estaba literalmente vacía. La alacena era tierra de nadie y en la heladera no había más que una botella de agua y un trozo de queso que dudé estuviera en buenas condiciones. Opté entonces por ir a comprarle cosas pero antes debía avisarle. Cuando llegué hasta la puerta del baño no pareció escuchar así que con toda la vergüenza y valentía del mundo abrí tan solo unos centímetros y cerré los ojos. 

Kriptonita Roja; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora