19.

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Me había sentado sobre la mesa de la cocina y había perdido la mirada en el departamento. Estaba todo tan en calma y sin embargo yo intentaba pensar a través de mí mente que no dejaba de dar vueltas, no dejaba de pensar en Lena. Todo lo que me pasaba no lo comprendía, esa conexión extraña que nos unía, esas ganas de ir con ella siempre que mi mente era afectada por... Lo que fuera que me pasaba. ¿Por qué iba a donde ella? Me comportaba tan directa y de recordarlo me avergonzaba. Pero ella me había dado un ultimátum. Me había dicho que fuera hoy, a la medianoche pero siendo yo... Yo, y no lo que me poseía por completo. Lena sabía que algo estaba mal, lo sentía al verme y elegía a mí verdadero yo. Aún así tenía que pensar en qué haría. No sé qué pasaría si iba pero quería tanto hacerlo. Quería verla y de ser necesario obligarla a que me explique lo que me ocurría con ella. A su alrededor me es imposible no sentirme tan bien y... Y el reloj ya marcaba las once. Lo miré con cautela, esperando a que me diera alguna respuesta pero claramente no lo haría. 

—El reloj no cobrará vida, Kara. —suspiré para mí misma. Aparté la mirada y salté al suelo, caminé unos cinco minutos aún sin saber qué iba a hacer y cuando me rendí me tiré al sofá. Prendí el televisor solo para distenderme y encontré una película, supuestamente romántica.

«—¿Qué hace que el mundo giré, Johnson? —el hombre a su lado pareció meditar su respuesta y segundos después habló.

—¿El poder, el dinero?

—El amor, jóven. El amor. Sin amor este mundo estaría en la miseria. Pobre de aquellos que se niegan la oportunidad de amar.»

Apagué el televisor dándole una mirada de disgusto. Era lo que me faltaba, una película tirándome indirectas. 

Cerré los ojos por un rato y apoyé mi cabeza sobre la parte trasera del sofá, cuando los abrí me sentí fuera de lugar y al ver el reloj me alarmé. Marcaba las 00:14.

—Mierda, mierda. —me levanté de golpe y me saqué mi ropa común para dar paso al traje, pero me quedé viendo el reloj. ¿Estaría ella aún esperando? Por dios, ni siquiera sabía si debía ir. Ya marcaban las 00:16 y no pude quedarme más. Volé tan rápido como pude por la ventana y estaba impacientándome, no sabía si estaría aún, seguramente se había ido. Seguramente creía que no me importaba. Divisé su torre y cuando encontré el balcón de su oficina, bajé y casi tropecé al entrar por lo rápido que iba. Debía ser la primera vez que perdía el aliento, ¿era posible? Lo que me dejó aún más sin poder respirar fue ver a Lena apoyada en su escritorio, de espaldas al balcón con los brazos cruzados. Ella estaba aún ahí, no se había ido. Casi me llevé todo por delante para llegar a la mitad de su oficina y estar frente a ella, no se inmutó o no quiso moverse hasta que levantó la mirada y me vió a los ojos, sin mostrar reacción.
—Lena, antes que nada, uh... bueno, me dormí. Estaba pensando tanto en todo lo nuestro, y es tan difícil de comprender... Es tan, tan complicado saber qué me pasa contigo. Sé que he actuado raro y... Y lo siento pero no puedo alejarme de ti que al instante ya quiero verte. No he sido buena con las palabras nunca, ni he hecho esto antes, siquiera he tenido tantas ganas de besar a alguien como las que tengo por ti ahora. Aún no sé qué me has hecho pero quiero descubrirlo contigo. Y... Y ya sé que me comporto como idiota muchas veces y también sé que...

No podía dar crédito a lo que ahora mismo sucedía, Lena se había movido del escritorio y estaba caminando hacia mí con tanta firmeza que yo creía que me iba a desmayar, simplemente no pude seguir hablando. Llegó a mí y me miró como nadie lo había hecho jamás antes de que una de sus manos se perdiera detrás de mí nunca y me atrajera a ella, a su boca. Antes de que pudiera pensar en nada más, sus labios ya estaban presionando los míos. Era una sensación tan diferente a la que alguna vez hubiera experimentado. Sus labios eran suaves pero insistentes, encajaban en los míos con una perfección divina, la manera en la que movía su boca me estaba embriagando y no pude contener un suspiro entre el beso. Eso le dió la oportunidad de que su lengua hiciera contacto con la punta de la mía y yo no pude hacer más que ceder el paso, dejando que su lengua entrara en mi boca y comenzara a buscar la mía de una manera casi desesperada. No escuchaba nada más que su corazón latiendo tan rápido como el mío, no sentía nada alrededor y no me importaba nada más que no fuera ella besándome. Era como si el mundo hubiera desaparecido. Coloqué las manos en su cintura de manera que la atrayera hacia mí, la necesitaba aún más cerca, estaba entrando en calor de una manera muy rápida. No sabía si era posible pero tenía la sensación de que si seguía sintiéndome así iba a estallar. 

Kriptonita Roja; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora