11.

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Eran cerca de las seis de la mañana y no había hecho más que cambiar de posición en la cama unas cuarenta veces consecutivas. Lo que había pasado la tarde anterior aún seguía en mi memoria tan fresco y tan repetitivo que estaba empezando a estresarme.

Haciendo un repaso de todo me veía a mí misma caer en la calle para después quemar un auto entero, y luego ir hasta donde Lena Luthor para preguntar sobre su vida amorosa. Todo eso sin yo querer hacerlo o siquiera saber por qué pasaba. De un momento a otro mi mente ardía como si fuera a quemarse y me transformaba en alguien completamente distinto. La primera vez creí que era temporal y que pasaría pero ahora que ocurría de nuevo me empezaba a asustar. Sin previo aviso me transformaba en una persona distinta. ¿Qué hacía que olvidara mis principios y en lo qué creía? No había manera posible en la que yo dañara a alguien a propósito o me comportara tan extrañamente porque sí.

Me giré en la cama una vez más antes de levantarme, ya agotada de estar ahí. No quería seguir pensando por lo que mi mejor decisión fue ir a la Fortaleza de la Soledad para intentar encontrar algo que se me hubiera escapado la última vez.

No pasó demasiado cuando llegué y ubiqué el gran pedestal de hielo. Sobre él estaba el panel que utilizaba para saber cosas sobre Krypton que quizás había olvidado o para tener información sobre algo en específico.

Acaricié la superficie e instintivamente el panel se iluminó, el sistema estaba configurado para que solamente mi familia pudiera acceder. Kelex, el robot asistente, apareció al instante.

—Kara Zor-El, ¿en qué puedo servir?

—Kelex, necesito que me ayudes con algunos síntomas. Quiero saber qué significan.

Sonó un pitido desde el centro de su pecho, señal de que estaba empezando a buscar en el sistema. Por un segundo fue gracioso porque pensé en mi padre y el momento en el que estaba creando ese robot. Éste ya estaba listo incluso antes de necesitarlo.

—He estado sintiendome de manera extraña. Yo... estuve teniendo unos episodios para nada normales—suspiré para mis adentros y continué—. Hay momentos donde estoy perfectamente bien, mi mente se encuentra bien y al minuto siguiente es como... como si me convirtiera en otra persona. Alguien totalmente ajeno a mí. Puedo sentir el desprecio que mi propia mente emana cuando me pasan esas cosas o la furia, llego a tener un comportamiento extraño y me aterra sentir esas emociones porque no soy así. Incineré un auto, literalmente, lo derretí porque lo deseé. ¿Por qué iba a desear algo así? De la nada mi cuerpo decide darle paso a una personalidad que no es la mía, alguien muy distinto y... Estoy empezando a preocuparme por las consecuencias. Necesito que me digas qué es es lo que sucede.

El robot pareció parar por un segundo porque no escuché el sonido del procesador. Sin embargo no pasaron muchos segundos antes de arrancar y tardarse un tiempo más en hablar.

—La información no puede ser otorgada.

-¿Qué? -cuando preguntaba sobre algo habían tres respuestas. La primera; me respondía sin rodeos lo que necesitaba saber, la segunda; decía que no había encontrado en su sistema los datos y la tercera; decía eso. Eso, en particular indicaba que sí sabía pero no podía decírmelo. ¿Por qué iba a saberlo entonces si no podía decírmelo? Estaba enojada. Las respuestas estaban justo en frente de mí pero no las tendría. Una vez más volvía a triunfar, excelente.

—Oh, genial, Kelex. Genial, ya recordé porqué me encanta recordar a mis padres y sus increíbles inventos.

El robot permaneció impasible esperando otra orden. Yo puse los ojos en blanco y me fui de la misma manera en la que llegué, confundida pero aún más molesta, había sido una total perdida de tiempo.

Kriptonita Roja; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora