Se acabó la farsa

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— ¿Qué? —preguntó Rapunzel extrañada.

—Antes —repetí —. Ahora ya no. Rapunzel yo no te amo, jamás te amé; y al dejar a un lado lo que sentía por ti me di cuenta de solo me estaba engañando, me gustabas: mas no te amaba. Lo siento.

Anna corrió hacia mí dirección y me giró para verla — ¿estás bien? —Preguntó un poco desesperada — Esto es con lo siempre habías soñado: con que Rapunzel correspondiera tus sentimientos. Tú la amas, solo debes de estar confundido.

—No. Los únicos confundidos aquí son ustedes —aclaré —. No puedo creer que les hayas dicho de mis "sentimientos" a todos. Pensé que eras mi amiga, pero veo que no es así. —Dije decepcionado —Le diste falsas esperanzas aun cuando te dije que había dejado de sentir algo por ella. Al menos les hubieras contado todo.

Rapunzel me miro —Si tu sentías lo mismo que yo no es tarde para cambiar eso —informo optimista a la vez que me sujetaba la mano —. Aun podemos intentarlo... intentar que funcione. Si tú me amas como yo te amo a ti no es fácil olvidar, y mucho menos con esté beso que nos cavamos de dar.

Retraje mi mano de forma brusca —Tú me besaste —puntualice. — ¿porque nunca me dijiste nada? Si me lo hubieras dicho hace años, tal vez hubiera sido diferente. Pero ahora ya no creo que pueda imaginarme contigo.

— ¿Por qué es diferente ahora? —me preguntó.

Ya no podía seguir mintiendo, no tenía caso. Rapunzel acababa de confesarme sus sentimientos, que ya no eran correspondidos. La farsa tenía que terminar de una vez por todas; tal vez no el mejor momento que pudiese haber escogido, pero tenía que ser honesto, espero que Elsa lo entienda pero ya no puedo seguir mintiéndoles más.

Yo amo a otra persona. —solté.

Sentí un gran alivio al decirlo, como si hubiera dejado caer una mochila llena de piedras. Rapunzel dejó caer las lágrimas que tanto había guardado y se echó a llorar en el pecho de Anna. Mire sobre el hombro de Mérida y vi a Elsa parada en la entrada de su cuarto observando la escena. Ella asintió y salió del todo de su recamara.

— ¿Quién es? —quiso saber la pelirroja con algo de molestia.

—Está detrás. Estoy enamorado de Elsa.

Otro peso menos.

Mis amigos quedaron boquiabiertos por tal confesión de mi parte y luego miraron a Elsa que se encontraba parada detrás de ellos.

— ¿q...que? —balbuceo Astrid.

La platinada me sonrió ligeramente y luego comenzó a caminar en mi dirección con pasos firmes y seguros. Los chicos la miraban como si fuese un extraterrestre o algo parecido. Cuando al fin estuvo en frente de mí, le sonreí y sin esperar más la bese.

Coloque mis manos en su cintura y continúe besándola como siempre solía hacerlo a escondidas. Intensifiqué aún más el beso, porque quería que ellos supieran que la amaba a ella y solo a ella. Sentí una explosión de fuegos artificiales en mi estómago: tal vez es el pánico, la preocupación, o el simple hecho de la emoción y alegría que me causo que ahora todos supieran que amo a Elsa y ella me ama a mí. Me separe de mi novia y la mire a los ojos.

— ¿¡Qué!? —Gritó Mérida — ¿¡Estas saliendo con esta!?

—No salgo con ella —dije sin apartar la mirada de sus ojos—. Elsa es mi novia —informe sin la más mínima duda ni temor en mi voz.

La platinada me sonrió tiernamente —Tuya, mi Snowfall.

Mire a mis amigos y tome la mano de Elsa —Lamento no haberles dicho nada antes, no sabía cómo iban a tomarlo.

— ¿Cómo paso? —preguntó Astrid.

—No tengo idea. Solo sé que cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde, me había enamorado de ella.

— ¡Tu! —Gritó Rapunzel — ¡Dijiste que me ayudarías! ¡Dijiste que no sentías nada por él y que me ayudarías a acercármele! ¡Eres una mentirosa!

Solté la mano de Elsa y la mire algo dolido. ¿En verdad ella había hecho algo como eso? ¡Sí! Claro que haría algo como eso. Sentí una punzada en el pecho y unas enormes ganas de llorar. En verdad tenía la esperanza de que ella volteara a verme y me dijera que no era cierto, que me dijera que estaba loca por mí y que jamás haría algo como eso; pero cuando se dignó a mirarme lo que vi en sus ojos no fue culpa, ni siquiera remordimiento, solo fue...en verdad no sé lo que fue.

Jamás había visto esa clase de mirada en toda mi vida. No era tristeza, arrepentimiento, resignación, culpa... era como si en ese momento Elsa hubiese creado una nueva emoción dentro de ella misma. Una emoción que nunca conocería del todo. Era... vacío ¿existe la emoción del vacío?

—Te dije que te alejaras —susurró en mi oído —, pero supuse que no harías caso. Te advertí que terminaría haciéndote daño. Espero que nunca me perdones —dicho esto me beso la mejilla y se alejó velozmente.

Algo en mi interior se sintió vacío, como si estuviera en medio de la nada. Me negaba a creer lo que Elsa había hecho, pero las pruebas estaban ahí, y ella también lo había aceptado. Debí de hacerle caso y alejarme cuando pude, así me hubiera ahorrado todo esto que siento ahora: ira, confusión, tristeza, vacío pero sobre todo: dolor.

El dolor de un corazón roto.

Sentí la mirada de los chicos quemándome la nunca. Trate de no parecer triste, como si todo aun siguiera "de maravilla" con Elsa.

—Ella ya me lo había dicho —dije sin saber el porqué. ¿En verdad estaba protegiéndola de quedar como una perra mentirosa? Si, al parecer si lo estaba haciendo; pero eso sería lo último que haría por Elsa, porque con esto había destruido toda esperanza que albergaba de tener un hermoso futuro junto a ella: formar una familia, casarnos... tener hijos.

Habíamos terminado.

MI GUARDIANA  [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora