Malos recuerdos

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Las paredes del castillo eran altas, de color mármol adornadas con molduras hechas de oro; grandes candelabros de cristal colgaban por todo lo largo del pasillo hasta llegar a una gran puerta de madera.

Jack no podía ver a ninguno de sus amigos pero aun sentía como sus manos sujetaban las de algo que era invisible a simple vista.

"Esto es muy extraño" susurro la voz de Eugine en su cabeza.

— ¡Suéltenme! —gritó una chica a lo lejos — ¡Suéltenme ya o voy a matarlos!

"¿Qué está pasando?" preguntó Anna.

La puerta que estaba enfrente de Jack se abrió de par en par y dos guardias entraron sujetando a la versión joven de Elsa. Su boca estaba manchada de sangre y jadeaba con mucha rapidez. Al inicio pensó que aquella sangre era de su amada, hasta que vio como uno de los guardias se sujetaba el costado derecho de la cabeza mientras sangre le corría por la armadura y el cuello; Elsa le había arrancado la oreja de una mordida al parecer.

Un hombre joven descansaba en el alto trono. Su cabello era castaño, sus rasgos finos y varias pecas le salpicaban los pómulos y el puente de la nariz. Su cabeza estaba apoyada sobre su mano y miraba con indiferencia a la chica que estaba siendo arrastrada ante él.

— ¿Qué tenemos aquí? —quiso saber el joven al mismo tiempo que una vaga sonrisa se pintaba en el rostro serio e inexpresivo que poseía.

—Es la chica que nos mandó a buscar, mi rey.

—Ah, sí. Lo había olvidado por completo —dijo irguiéndose en su trono y examinando a Elsa minuciosamente con la mirada. —Con que tú eres la perra tonta que me tiró el té encima en la casa Lord Vygotsky —rió— No te pareces en nada a lo que vi. Supongo que el traje de sirvienta te queda mucho mejor que estos harapos.

Elsa gruño como un animal salvaje y miró al rey con furia.

—Es algo estúpido realmente, pero me pareces interesante. Me obsesione con la idea de tenerte luego de divertirnos aquel día —se acercó a ella y se acuclilló a su lado —Y todo lo que yo quiero lo consigo, sin importar la forma —susurró en su oído y la tomo por el cabello obligándola a levantarse —Yo me divertí mucho ese día ¿tú no?

Elsa soltó un gimoteo y luego se derrumbó en un mar de lágrimas y lloriqueos tratando se hacer que aquel chico la soltara.

—Eres una puta y te traje aquí para que me sirvas a mí. Soy tu señor, tu dueño ¿lo entiendes? —apretó con fuerza el rostro de Elsa y limpio sus lágrimas con el pulgar de su mano —Ahora eres mía, y cuando me sienta con necesidades recurriré a ti y más te vale que cumplas con la única razón por la que te mantengo con vida.

—N-no... —susurró Elsa entre lágrimas y con la voz cortada.

— ¿No? —preguntó el joven deslizando una mano hacia las caderas de la chica y rasgando su ropa con fuerza, dejando al descubierto parte de su vientre y muslos.

—No —dijo con la voz más firme que antes —P-prefiero estar muerta... m-mátame si quieres... —susurró sorbiendo sus mocos y soltando más lagrimas que le dejaban un camino pálido al caer limpiando su piel de la mugre.

El joven soltó una carcajada y soltó a la chica.

—Esperaba que me dieras esa respuesta. Sería tan aburrido que no pusieras resistencia como aquella vez —sonrío y chasqueo los dedos.

MI GUARDIANA  [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora