Corona de la rosa

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Después de ayudar a Eugine con las cajas de comida, conservas y otras cosas, al fin pudimos irnos a descansar. Eran alrededor de las diez de la noche cuando me fui a mi cuarto, pero no podía dejar de pensar en Elsa. Tenía tantas ganas de estar junto a ella.

Por alguna extraña razón mi cama se sentía más fría y vacía de lo normal. Ya estaba acostumbrado a sentir su cuerpo a un lado del mío, como cuando nos tirábamos al suelo a ver las estrellas o el cielo. Trate de ignorar esa sensación para poder dormir, pero me era casi imposible. Solté un bufido de resignación y aplaste mi rostro contra la almohada. Me obligue a mí mismo a ignorar mis sentimientos, y al cabo de un rato lo logre y me quede dormido.


El chico peliblanco se encontraba parado en un bosque que a simple vista parecía desolado. Camino un poco y no encontró ni un alma. Poco a poco empezó a escuchar murmullos, y un tono rojo brillante empezó a sobresalir de entre lo verde del bosque. Se acercó un poco más y escucho gritos desgarradores de personas.

"¿Qué es esto?" se preguntó en su cabeza.

Dio otro paso y en ese momento un grupo de jinetes pasaron a un lado de él. Todos los caballeros llevaban cascos de oro, bien podría ser bronce en forma de "M" en el rostro, en el pecho llevaban una especie de insignia en forma de flor con una flecha atravesada en el medio y una corona sangrante encima. El mismo símbolo se veía en los estandartes que llevaban en las manos. Jack se preguntó si la corona sangrante era así, o si el caballero se había manchado de sangre, espera por todos los dioses que fuera la primera.

A lo lejos pudo ver como varias personas corrían en dirección del bosque; algunas trepaban los árboles y otras solo corrían sin rumbo fijo. Camino más hacia el color rojo brillante y se encontró con un pueblo completamente en llamas. El aire olía a carne quemada y a sangre. En definitiva era algo que no le gustaría volver a oler en toda su vida.

Una mujer de treinta, quizás cuarenta años de edad corrió hacia Jack despavorida. Cuando estaba a no más de cinco metros una flecha le atravesó el pecho. La mujer cayó al suelo en un charco de su propia sangre.

El peliblanco se quedó en shock un momento, y cuando logro reaccionar se dejó caer al suelo para ver si podía hacer algo por aquella pobre mujer. Trato de tomarla en sus brazos pero la atravesaba como si fuese un holograma. La mujer abrió los labios y con su último aliento susurro: —Corona de la rosa.


Abrí los ojos de golpe y me senté rápidamente en la cama. Las imágenes de aquella pesadilla volvían a mi mente como rayos en una tormenta. Sentía los latidos de mi corazón en la garganta y oídos. Froto mi rostro con las manos y luego mire por la ventana; aún estaba oscuro afuera, así que me puse de pie y comencé a caminar en círculos por la habitación.

Solté un suspiro y abrí la puerta. Gire la cabeza hacia la izquierda y luego hacia la derecha, y al final camine hacia la puerta de Elsa y toque suavemente. Escuche pasos y al poco rato la puerta se abrió. Elsa me miro extrañada y luego me indico con la cabeza que entrara.

— ¿Qué pasa? —quiso saber mientras cerraba la puerta.

—Tuve un sueño extraño.

Elsa hizo un mohín — ¿El niñito tuvo una pesadilla? —me preguntó.

—No te burles, esto es enserio —le regañe.

Elsa soltó una risa ligera —Lo siento —dijo mientras me tomaba de los hombros y me daba un ligero abrazo — ¿Estas bien?

—No lose. —Confesé —Este sueño fue muy extraño, se sintió tan...real. Como si en vez de ser una pesadilla fuera un recuerdo.

— ¿Y qué era lo que viste en ese sueño?

Baje la mirada y me senté en su cama. Elsa me imito y colocó una mano en mi rodilla. —Si no quieres hablar de ello no te obligare, pero en verdad creo que te vendría bien hablar de ello. —sugirió.

— ¿Cómo tú hablas de tu pasado? —le cuestione con algo de molestia.

— ¿Eso que tiene que ver en todo esto? —me preguntó un poco molesta. Se levantó de la cama pero la tomé de la mano y la senté sobre mi regazo.

—No te enojes, Elsa —pedí mientras besaba su cuello y me acostaba con ella entre mis brazos. Mi hermosa luna soltó una risilla y se giró para quedar frente a mí, se estiro un poco y beso mis labios dulcemente.

Yo la tome de la cintura y volví a besarla, pero esta vez lentamente, disfrutando de cada glorioso segundo. Abrí sus labios para dar paso a mi lengua y ella la dejo entrar gustosa. Su lengua sedosa recorría toda mi boca: con caricias suaves y tiernas. Me separe de ella mientras succionaba levemente su labio inferior y luego le sonreí.

Elsa me hacía sentir seguro, y sentía una extraña sensación de querer estar todo el tiempo con ella. Quería protegerla (Aunque no fuera necesario). La pegue más a mi cuerpo y le estampe un beso en la nuca. Elsa rio y jalo las matas para cubrirnos, causando que yo soltara una risilla traviesa. Ella de inmediato me dio un golpe suave en el pecho, causando que yo riera más fuerte.

Shhhh. Te van a escuchar, tonto —dijo mientras trataba de no reír.

Me incline y la bese —No creo que se despierten por un risa. Pero si quieres podemos hacer más ruido —susurré sensualmente en su oído.

—No intentes nada Frost —me advirtió Elsa —, si intentas propasarte te dejare sin descendencia.

— ¿No quieres tener hijos? —Le reproche divertido —A mí me encantaría ver Elsitas y Jaquisitos corriendo por ahí —bromé.

—Tal vez —dijo —En el futuro —se acurruco contra mi pecho y comenzó a dormir otra vez.

Sonríe abiertamente y la moví — ¿Quieres tener hijos conmigo? —le pregunte ilusionado. Elsa sonrió y volvió a cerrar los ojos. —Tomare eso como un si.

—Sí Jack. Claro que me gustaría formar una familia contigo —confesó aun con los ojos cerrados. Sentí una enorme felicidad en mi interior y la abrase con cariño.

Te amo —murmuré.

—Yo también te amo —respondió ya entrando en un sueño profundo.

Suspire y recargue mi barbilla en su nuca —Corona de la rosa —musité mientras cerraba los ojos. —Una mujer en mi sueño me dijo eso antes de morir... "Corona de la rosa" —murmuré.

MI GUARDIANA  [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora