Jamás pido perdón

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***2 semanas después***

Ya me encontraba en mi cuarto listo para dormir después de un largo día. Me quite la sudadera y estaba a punto de quitarme los pantalones cuando escuché un ruido procedente de afuera. Camine hasta mi ventana y vi a chimuelo (El dragón de Hiccup) jugando con... ¿Elsa? sí, claro que es ella.

La chica trataba de pasar pero chimuelo no la dejaba: la empujaba con su cabeza y trataba de llamar su atención. Escuche la risa de Elsa y después tomo a chimuelo de la barbilla y lo tiro al suelo para hacerle cosquillas. El dragón no se negó y se dejó consentir. Elsa reía y decía cosas que no me eran audibles.

La platinada besó la coronilla del dragón y se puso de pie. Chimuelo la miro con ojos abiertos como platos y luego lamio su rostro — ¡Iuck!—chilló Elsa con un tono divertido. Se quitó la saliva del rostro, soltó una última risa y se fue

<<Que extraño>> pensé. Creí que odiaba a todo ser viviente.

En ese instante me descubrí, viéndola con una sonrisa. De inmediato sacudí mi cabeza y me aleje de la ventana, ¿Por qué no podía sacarme a esa chica de la cabeza? ¡Joder! Esta chica tiene algo misterioso, algo que desgraciadamente me atraía: los misterios.

<< ¡No, no, no!>> Me grite internamente. Ella es... Ahgg. Amenazo a la chica que me gusta, me amenazo y golpeo a mi amiga. No puedo ni siquiera pensar en ella. Debo de odiarla como lo hace Rapunzel, ella me gusta y debo de apoyarla... en todo.

***

Pum, pum, pum.

Gruñí entre sueños y cubrí mi cara con la almohada de mi cama; un nuevo golpeteo hizo que me sentara en la cama bruscamente — ¡¿Qué?! —pregunté con fastidio.

—Es hora de comenzar el entrenamiento. Norte dijo que tú también debías de ir. —me informó Mérida.

Maldije a Norte interiormente y suspiré —Vale, bajo en un momento.

—Date prisa. Tenemos que desayunar antes de irnos con...Ahgg, Elsa.

Escuche sus pasos alejarse de la puerta y de inmediato me puse de pie. Levante mis pantalones del suelo y me los puse, lo mismo hice con mi sudadera. Camine hasta la puerta y salí de mi cuarto.

***

Todos estaban sentados en la mesa desayunando. Tome asiento y comencé a desayunar también. Instintivamente busque a Rapunzel con la mirada y la encontré en frente de mí, cuatro sillas a la derecha. Ella me vio y yo le sonreí, a la vez que ella me devolví la sonrisa. Baje mi vista a mi plato de cereal y comencé a comer.

— ¿Podrías pasarme las fresas? —preguntó Elsa que estaba a un lado mío.

Tome el recipiente con las fresas y se las di de mala gana. Creo que fui muy brusco, ya que lo solté antes de que Elsa lo tomara, causando que el recipiente callera el piso; el vidrio salió disparado en todas direcciones, al igual que las fresas. Elsa bufó y se agacho para recoger la servilleta que había tirado a causa de tratar de salvar las fresas.

— ¿Se encuentran bien? —preguntó Norte un tanto preocupado.

—Excelente. Ahora tengo que ir por más fresas —gruño Elsa mientras me mataba con la mirada, y se paraba de la silla.

— ¿Podrías ir por una escoba y recogedor? —me pidió Norte.

Asentí y camine hasta el armario de cosas de limpieza, pero para llegar ahí, tenía que pasar por la cocina. Elsa estaba de pie picando fresas con un chuchillo. La forma en la que las picaba me hizo darme cuenta de que tal vez imaginaba que me picaba a mí en trocitos.

—Podrías cortarte si continuas así —le advertí

—Es bueno saberlo —me respondió mientras continuaba con su trabajo. El sonido que hacia el metal al golpear con la madera hizo que se me pusieran los pelos de punta, como si en cualquier momento fuera a cortarse. Acerque mi mano y le arrebate el chuchillo — ¡Oye! —chilló Elsa.

—Puedes cortarte, y no me agrada la idea de ver un dedo entre las fresas, solo ve al comedor, yo te las llevo.

Ella arrugo la nariz y me miro desconcertada, trato de tomar el cuchillo pero alce mi brazo haciendo que fuera casi imposible quitármelo. Elsa dio un brinco pero sus dedos apenas rosaron mi muñeca

¡Dámelo!

—Ve al comedor y yo te llevo las fresas, fue mi culpa que terminaran en el suelo. Así que yo te preparare unas nuevas.

—Puedo hacerlo sola.

—Solo trato de ser amable.

—Pues no lo intentes mucho, créeme, lo mejor es que te alejes.

Eso despertó mi curiosidad. — ¿Por qué?

—No creo que sea de tu incumbencia —me aclaró mientras llevaba una mano atrás de mi torso, sentí un nerviosismo total al verla tan cerca de mi cuerpo.

Cuando Elsa se alejó vi que tenía un recipiente de vidrio en la mano, me miro y después miro el cuchillo. Negué con la cabeza y comencé a picar las fresas. —Mira, yo solo trato de ser amable contigo ¿vale? Pero creo que es verdad lo que dicen Rapunzel y los demás. Eres una molestia —solté.

— ¿Así que si tus amigos te piden que te avientes de un puente lo haces? —Arqueó una ceja —Valla... Pensé que eras otra clase de persona. Que tomabas tus propias decisiones, que no hacías caso de rumores y que no eras para nada prejuicioso... Es una pena, hubiera jurado que eras diferente. Pero veo que me equivoque —negó con la cabeza a la vez que tomaba el recipiente con fresas que ya había vertido.

La tome de la mano y la jale para que me viera a los ojos —Repite lo que dijiste. —ordené.

— ¿Por qué? ¿Te importa lo que piense de ti?

Sentí un calor en mis mejillas —No, claro que no —le respondí nerviosamente. ¿Por qué me hace sentir de esta manera? Nervioso, seguro, asustado, molesto y para mi mala suerte: excitado.

—Pues parece todo lo contrario —dijo —. Cuando te conocí nunca te imagine como el resto de tus amigos. Te me idealizaste como un chico libre e inteligente. Alguien a quien no le importaba el qué dirán.

—Si esa es tu forma de pedir perdón, es patética.

Ella sonrió débilmente —Jamás pido perdón. —informo mientras tomaba un trozo de fresa del recipiente. Se acercó a mí rostro y metió la fresa picada en mi boca, y yo en la confusión la deje hacerlo —Y menos cuando tengo la razón, Jack.

Tomo otro trozo de fresa y se lo comió.

MI GUARDIANA  [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora