Se acabaron los secretos

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Desperté con los rayos del sol golpeándome en la cara. Abrí los ojos lentamente y puede darme cuenta de que no estaba en mi recamara; sonreí al recordar lo que había pasado a noche y me gire para ver a Elsa, pero valla fue mi sorpresa al no encontrarla a mi lado. Esto no era como lo había imaginado: despertar por instinto y encontrarme a Elsa a un lado mío durmiendo o despertando, el punto era que estaba conmigo.

Me quite las sabanas de encima y me senté en el borde de la cama; tome mis bóxers y me los puse (lo mismo hice con mis pantalones). Estaba a punto de ponerme la sudadera cuando la puerta se abrió, haciendo que diera un brinco por el susto y me girara bruscamente en dirección de la puerta.

—Casi me matas del susto —le regañe a la platinada que acababa de entrar.

—Lo siento, pensé que aun estarías dormido por eso no toque — se excusó.

Me coloque la sudadera — ¿Dónde estabas? Me extraño el no encontrarte cuando desperté.

—Fui con Norte para que viera mi garganta.

— ¿Y qué te dijo?

Elsa se acercó a mí y me abrazo por el cuello —Dijo que la herida del desgarre se había abierto otra vez. Me pregunto porque y yo le dije que seguramente había hablado de más.

Sentí un rubor en mis mejillas —Lo siento, no quise que tu garganta.

La chica soltó una risa divertida —No te disculpes Jack, valió la pena. —aseguró mientras me besaba.

Fui bajando mis manos a su cintura y de ahí a sus muslos, ella no se opuso y la tire en la cama. Elsa paso sus manos por si abdomen y me saco la sudadera.


***


—Creo que deberíamos bajar —le dije a Elsa mientras depositaba un beso en su hombro. Ella rio y beso mi mano que se encontraba atravesando su pecho.

—Sí, deberíamos —se puso de pie y comenzó a vestirse. Yo seguí sus pasos he hice lo mismo.

— ¿Tú crees que los demás hayan oído...esto? —pregunté un tanto nervioso. Elsa sonrió ligeramente y se encogió de hombros

—No tengo idea. Pero no me importa ¿Y a ti?

Dude un momento —Un poco.

—Si te hace sentir mejor no escucharon nada. Nadie, ni la primera ni la segunda vez que lo hicimos. Siempre congelo las ventanas y la puerta de mi habitación cuando voy a dormir —confesó.

Arque las cejas — ¿Por qué?

—No quiero que escuchen cuando tengo pesadillas.

— ¿Tienes pesadillas? —le pregunté.

—Antes las tenía, pero desde que estás conmigo desaparecieron. —dijo sin darle importancia, mientras caminaba hacia la puerta.

Me quede estático con una sonrisa en la cara —Me gusta eso —dije.

— ¿Te gusta que tenga pesadillas? —preguntó arqueando las cejas.

— ¿Qué? ¡No! No, claro que no; me refería a que me gusto escuchar que gracias a mi desaparecieron.

Elsa se acercó a mí y me beso los labios —Lo sé. Solo estaba jugando.

Lleve mis manos a su cintura y ella llevo las suyas a mi rostro. Pasaba sus dedos por mis mejillas y por mis labios, como si pensase que fueran una especie de alucinación o algo por el estilo. Subí mis manos por debajo de su vestido, logrando arrancarle un gemido a Elsa.

MI GUARDIANA  [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora