Se acabo

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No pienses en nada.

Eso me decia cuando aún estaba adentro de la cabaña con el señor Chauncey. Cuando salí me permití al fin pensar en todo lo que había pasado hace apenas un momento. ¿Qué estaba haciendo ella aquí y porque parecía tan molesta con el viejo? Bueno, el señor Chauncey no parece una persona con la que es fácil llevarse bien pero... no lo sé... ambos parecían odiarse mucho. Quizás simplemente sea una impresión mía.

Escuche un alboroto en la parte trasera de la cabaña así que decidí ir a investigar de qué se trataba y cuando llegue pude ver un gran comedor público al aire libre. Las mesas eran largas con manteles rojos y al frente de ellas había otra mesa solo que era un poco más pequeña con un mantel de color blanco con cuatro sillas individuales, no como las de las otras mesas que simplemente era una tabla larga con soportes para poder dar lugar a la mayor cantidad posible de criaturas.

Me recargue contra la pared de la cabaña y observe como varios mitológicos encendían una fogata alejados de las mesas, y otros encendían las farolas que rodeaban el comedor para dar un poco de luz ya que empezaba a oscurecer. 

— ¡Cuidado señor! —escuche que gritaron varias voces de niños para después sentir un fuerte golpe en el lado izquierdo de mi cabeza que me hizo trastabillar un poco hacia el lado contrario del impacto.

Escuche pisadas rápidas que venían a mi dirección y cuando mire hacia el frente un niño con piel verdosa y ojos amarillos brillantes estaba parado mirándome atentamente.

— ¿Se encuentra bien señor?

Arque una ceja.

— ¿Cómo que señor? ¿Me veo tan viejo acaso? —pregunté sonriendo ligeramente mientras sobaba mi cabeza y recogía la pelota que me había golpeado del suelo.

— ¡Eh! ¡No claro que no! Lo lamento no he querido ofenderle —se disculpó el niño velozmente mientras bajaba la mirada.

—Solo bromeaba, tranquilo —informé sonriendo y mirando la pelota. —Deberían de tener más cuidado de donde están jugando, pudieron darle a una de las farolas y provocar un incendio, o golpear a alguien que no hubiera entendido que fue un accidente.

—S-si... lo siento es que no soy bueno en este juego.

—Entonces deberás de jugar mucho para mejorar ¿no crees? —pregunté regresándole la pelota.

El niño sonrió y asintió abrazando la pelota contra su pecho.

— ¡Arwen! —gritó un niño de aspecto felino corriendo hacia nosotros. Su cabello era negro con algunas mechas de color morado y sus ojos eran ligeramente rasgados de color azul. —Te estamos esperando ¡vamos! —le dijo el niño mientras movía su cola de forma suave como lo haría un gato.

Arwen me miró y luego a su amigo.

—Ve. No querrás que tus amigos se aburran —le dije sonriendo gentilmente.

Ambos niños asintieron y salieron disparados hacia donde sus amigos los esperaban sacudiendo los brazos de forma enérgica y gritando contentos.

Creo que esta es la parte que más me gusta de ser un guardián: el poder ver a los niños jugar y reír, sin preocuparse de nada y ajenos a la maldad de este mundo. Me gusta la sensación que me provoca verlos tan felices, es tranquilizador en cierta forma.

— ¿Te encuentras bien?—Preguntó Elsa parada a mi lado.

Sacudí la cabeza y sonreí un poco. Debí de estar tan mentido en mis pensamientos que no note cuando llego.

MI GUARDIANA  [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora