1. El regreso de Andrea del Junco

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Andrea: ¡SORPRESA!

El sonido de dos pesadas maletas resonaron en el suelo irrumpiendo en la sala, en la que 4 hombres y una mujer conversaban de negocios entre copas, todos observaron a la propietaria de la voz, una muchacha de mediana estatura, de pelo largo, negro y ondulado, unos ojos profundos y oscuros acompañados de unas largas pestañas, facciones delicadas y frágiles y de labios finos, llevaba puesto un corsé negro con flores rojas, marcando sus definidas curvas, acompañado de un pantalón vaquero marcando sus largas piernas, estaba hecha toda una señorita.

En la sala, todos, se quedaron absortos ante la exquisita belleza de aquella muchac aha, que sin lugar a dudas los rasgos de su cara les recordaba a la eterna dueña de aquella casa, la ruidosa entrada de una mujer saco a todos de sus pensamientos y opiniones.

Soledad: ¡¡ANDREA!!-grito aquella delgada mujer de pequeña estatura que enseguida se abrazó a la muchacha con mucha fuerza rodeándola con sus cortos brazos.

Cuando Andrea se separó de la mujer se quedó mirando a uno de los hombres, aparentaba más mayor que la última vez que se vieron, pero seguía siendo el mismo hombre, alto, fuerte y de cabello negro que un día dejó en el campo prometiendo volver.

Ignacio: Mi... mi... ¿Mi Andrea? ¿Eres tú?-Andrea esbozó una amplia sonrisa que terminó por conquistar a todos los presentes.

Andrea: Sí, papa, he vuelto-Andrea se lanzó a los brazos de su padre, al que había añorado por tanto tiempo, sus ojos brillaban de alegría-te eche mucho de menos.

Ignacion: Yo también, cariño, pero, ¿Qué haces aquí?-su hija le sonrió.

Andrea: He vuelto para quedarme-su padre sonrió ampliamente y emocionado-ha sido un error dejarte aquí solo tantos años-agarro la mano de su padre y la besó tiernamente.

Ignacio: No sabes la alegría que me das con esa noticia-acarició su mejilla-¿y tu hermana?

Andrea: Traté de traerla papá, pero ya sabes cómo es Patricia...No le gusta mucho el campo-suspiró y su padre sonrió apenado.

Ignacio: Bueno... me gustaría tenerla aquí-un carraspeo interrumpió su conversación-¡Oh! Cariño disculpa, deja que te presente-agarro la mano de su hija-Ella es Gabriela Montalvo.

Gabriela: Un gusto muchacha-la señora se acercó con una sonrisa y ambas se dieron la mano.

Andrea: Igualmente-observó a Gabriela detenidamente, una mujer con el rostro muy marcado, sus ojos grandes y de color verde, una larga cabellera de color castaño recogida en un moño, posteriormente se fijó en su vestimenta, la cual era muy fina, y por su postura comprobó que era una mujer de buena educación y alta sociedad.

Gabriela: Soy la dueña del rancho Montalvo y estos son mis hijos, gemelos, como puedes comprobar: Leonardo y César-los dos jóvenes se acercaron a Andrea, esta se sintió un poco intimidada por el gran parecido entre ambos. Los dos altos y musculosos, sus ojos oscuros como la noche y el pelo negro como el azabache, también muy rizo, ahí pudo comprobar una pequeña diferencia entre ambos hermanos, los dos tenían el pelo algo largo, sí, pero uno lo tenía más que el otro.

César: Yo soy César-dijo el de pelo más largo.

Leonardo: Leonardo-se aproximó y dejo un pequeño beso en la mano a Andrea quien lo miró a la expectativa de la situación.

Andrea: Mucho gusto-les dedicó una media sonrisa, sintió como su padre le agarraba los hombros y la movía en dirección a la última de las personas que se encontraban en la sala.

Ignacio: Posiblemente no sepas quien es, pero estoy seguro que te hable sobre él-el joven se aproximó.

Samuel: Samuel Gallardo, señorita-estiró la mano y la joven correspondió al gesto, por un momento Andrea se perdió en el color miel de su mirada y su boca se secó, el joven que tenía enfrente era musculado, con una sonrisa amplia y tierna, los labios gruesos y su pelo castaño bien peinado. Él la miraba de forma penetrante esperando algo de su parte, Andrea tuvo que mojar sus labios para poder articular palabra, él se puso nervioso por el acto.

VUELVEME A QUERERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora