25. ¿Por qué voy a ir al médico? M. (5/5)

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Ignacio: ¿Entonces crees que te están robando esos terrenos?

Samuel: igual que lo hicieron contigo-Samuel le pasó unos papeles.

Ignacio: es increíble lo de esta familia, ¿Qué podemos hacer?

Samuel: se quedaran con eso, de momento, pero opino que debemos renovar las escrituras de nuestros terrenos... se están aprovechando de la antigüedad de los documentos para demostrar que son suyos...

Ignacio: vaya-Ignacio resopló-cómo podré alejar a Patricia de esa gente-miró a Samuel buscando un consejo.

Samuel: ella misma se dará cuenta tarde o temprano que esa familia no le conviene, esperemos que cuando eso suceda no sea tarde...

Ignacio: Eso espero... ¿Qué ocurrió con él y Andrea anoche? Dijiste unas cosas muy extrañas...

Samuel: nada, él y sus maneras de conquistarla a pesar de ser una mujer ya casada-trató de ocultarle la verdad a su suegro, que lo supiera él era más que suficiente para defender a Andrea.

Ignacio: está bien hijo, confío en ti para que la cuides, por favor, no quiero que Montalvo le haga daño

Samuel: no te preocupes, sabes que la cuidaré

Ignacio: por cierto, ¿Dónde está? ¿Se encuentra bien? Me quede preocupado cuando se fueron.

Samuel: cuando llegamos ya se encontraba mejor, está en nuestro cuarto descansando, dijo que estaba cansada-Andrea asomó por la puerta.

Andrea: ¿Dejándome de perezosa mi amor?-entró sonriente.

Samuel: para nada, buenos días-Andrea se acercó y besó a su marido, Ignacio los admiró feliz.

Andrea: buenos días papá-saludo a su padre-¿Negocios?

Ignacio: sí-sonrió.

Andrea: ¿Te parece si me doy una vuelta por aquí mientras no comemos?-miró a su marido.

Samuel: claro, cielo, lo que quieras-

Andrea: papá, quédate a comer ¿vale?-

Ignacio: está bien, hija-Andrea se fue.

Salió al campo, para poder respirar un poco de aire fresco, no tardó mucho en apartarse un poco del rancho y encontró un paisaje que le dio bastante calma, se sentó sobre una gran piedra y se vio rodeada de crisantemos amarillos, cogió uno y lo olió con una sonrisa.

Cayetana: ¿Te gustan?-La voz de una mujer la sacó de sus pensamientos y la miró detenidamente, se fijó en sus ropas rotas y en el rostro un poco cubierto por su pelo impidiendo ver en su totalidad su cara, solo logró fijarse en sus ojos azules.

Andrea: si...-dijo temerosa.

Cayetana: tranquila, no voy hacerte daño-la mujer se sentó a cierta distancia de Andrea para darle seguridad-Me encanta su olor, en donde yo vivo no hay muchos, vengo aquí a buscarlos-Andrea sonrió, algo en esa mujer le resultaba familiar.

Andrea: a mi madre también le encantaban... Eran un símbolo para ella-Entonces Cayetana sonrió al saber que su hija la recordaba.

Cayetana: necesidad de protección-murmuró tratando de que no la escuchara.

Andrea: ¿Cómo lo sabe?-Cayetana se sobresaltó al ver que Andrea la escuchara, entonces se levantó.

Cayetana: todo el mundo lo sabe, cielo, tengo que irme, ya se me hace tarde-

Andrea: no, espere-Andrea trató de seguirla pero la señora salió corriendo mezclándose entre los árboles, caminó un poco entre ellos pero no encontró nada y no quería alejarse del rancho, así que dio media vuelta y volvió al rancho con un par de crisantemos, que coloco en un mueble de la entrada.

VUELVEME A QUERERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora