17. Habrá boda

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Cayetana: Ay mis hijas Sole-dijo triste-¿Cómo le hacen eso a su padre? Sabiendo cómo es...-Soledad suspiró.

Soledad: están enamoradas señora, Andrea lo sabe y Patricia está por descubrirlo-miró al suelo entristecida.

Cayetana: ¿Cómo no pudimos evitar esto? Ahora el enemigo estará en la casa... Mi pobre Patricia, esas personas son malas-frotó su cara con las manos.

Soledad: por mucho que tratáramos de evitarlo no habría manera señora, hay cosas que tienen que pasar si o si y esta era una de ellas...

Cayetana: ¿Cómo está mi marido?

Soledad: mal... lo dejé en la habitación durmiendo la borrachera y me vine corriendo a contárselo, se pegó bastantes tragos a raíz de la situación...

Cayetana: pobre de Ignacio...

Soledad: volverá a ser el mismo señora, quienes no serán las mismas serán Andrea y Patricia, últimamente están discutiendo demasiado entre ellas...

Cayetana: sigo sin comprender cómo Patricia le hizo eso a Andrea, ellas se adoran, Patricia siempre protegió a su hermana desde muy pequeña...

Soledad: siento ser tan franca pero parece que hay alguien por encima de Andrea en estos momentos

Cayetana: maldita sean los Montalvo-apretó los dientes.

Gabriela: ¿Ignacio los descubrió? Hay que ser torpes hijo-dijo dando un golpe a la mesa-esto puede truncar todos nuestros planes...

César: ¿Qué hago ahora?-Su madre lo miró.

Gabriela: tendremos que cambiar un poco nuestros planes...-miró a sus hijos.

Leonardo: lo correcto sería que respondieras por ella...-Leonardo tomó de su copa-nos conviene tener a Ignacio contento y tranquilo, ¿verdad, mamá?

César: ¡Maldita sea! Esto solo iba ser una aventura-se quitó el sombrero y lo tiró.

Gabriela: pues ahora te fastidias hijo, por el momento trata de tenerla contenta, no nos interesa que nos prohíban la entrada o que se enfaden con la familia por un lío de faldas.

César: está bien madre-sonó resignado y su madre se fue.

Leonardo: dime que por lo menos es buena, porque si no lo es, mi más sincero pésame...

César: es muy buena, hermano-guiñó un ojo e hizo el gesto de las curvas de una mujer-es puro fuego, pero aun así sabes que no quiero que sea la única.

Leonardo: bueno, mientras no se entere ella, haz lo que quieras...

Al día siguiente, Ignacio se despertó con un terrible dolor de cabeza, todavía se sentía mareado, miró por la ventana y vio que era de día, "¿Qué hora seria?", pensó, cuando se levantó de la cama, todo dio vueltas hasta que Samuel lo agarró, se sorprendió de verlo allí.

Samuel: Ignacio-se soltó recordando lo ocurrido.

Ignacio: ¿Samuel?

Samuel: si... Vine a verlo para ver cómo estaba...-Ignacio se desplomó en el sillón de su cuarto.

Ignacio: ¿En qué momento se fue todo tan de las manos hijo?

Samuel: lo sé Ignacio y no sabe cuánto lo siento, pero las cosas ya están hechas y bueno...-Andrea entró con el desayuno.

Andrea: buenos días...-entró cabizbaja y posó el desayuno encima de la mesa, se colocó al lado de Samuel y este nervioso posó la mano en su cintura, tragó saliva y ambos miraron a Ignacio que los miró con enfado.

VUELVEME A QUERERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora