45. Hazlo

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Andrea cogió el teléfono y llamo a su madre para saber cómo estaba mientras Samuel terminaba de bañar a Alma, el teléfono se descolgó y su madre contestó.

Cayetana: ¿Si?

Andrea: hola mamá, ¿Cómo estás?-escuchó a su hija desanimada.

Cayetana: mi amor, bien estaba con Soledad contándole lo que paso estos días ¿y tú? Me alegra escucharte pero te noto triste.

Andrea: dale saludos, es que...-suspiró y miró a la puerta del baño bajando la voz-hoy fui al rancho Montalvo, enfrente a esos dos y les pedí mis tierras de vuelta... mañana tengo pensado ir a negociar con el alcalde, me harías el favor de venir y quedarte con la niña, daré ordenes de que nadie entre al cuarto, regresaré antes de que venga Samuel, es que no quiero encargársela todo el rato a la ama de llaves... prefiero dejártela a ti.

Cayetana: está bien mi niña, me encantaría ya lo sabes-sonrió-pero ten cuidado con todo lo que haces ¿vale?

Andrea: si mamá, ¿sabes? Hoy Samuel baño a la niña, tienen una conexión tan especial que admiro...-suspiró.

Cayetana: ¿Y tú estás contenta con ello, hija?

Andrea: ¡claro!, me fascina ver a Samuel con la niña, como la mira, como le habla, como la cuida... si no fuera por todo esto...

Cayetana: le perdonarías ¿Cierto?

Andrea: sin pensármelo dos veces...-pasó su mano por la frente.

Cayetana: cielo... déjate llevar, el es tu marido, habla con él, llegar a entenderos, pronto esa niña va a crecer y empezará a tener conciencia de las cosas, a hacerse preguntas... ¿Quieres que crezca viendo como os odiáis? ¿O como os atacáis?

Andrea: no... claro que no, igual y tienes razón mamá...-vio como Samuel salía del baño con la niña en los brazos recién cambiada-quedamos así entonces, adiós-colgó-ya está limpita mi princesita, mira que linda te dejo papá ¿eh?-la besó en la frente y los dos se miraron, el ama de llaves regresó con el biberón-¿La "señorita" ya se fue de la casa?-le preguntó Andrea con el rostro frío.

Ama de llaves: sí, señora, le traje el biberón a Alma.

Samuel: ¿se lo puedes dar tú? Necesito hablar un momento con mi esposa.

Ama de llaves: por supuesto-Samuel entregó la niña a la mujer y los dejó solos en la habitación, en la mente de Andrea solo daban vueltas las palabras de su madre...

Andrea: no quiero que esa mujer pise la casa, no la quiero cerca de la niña-soltó antes de que Samuel comenzase a hablar.

Samuel: está bien, Andrea, eso ya lo hemos hablado y ambos estamos de acuerdo ¿Qué has hablado con los Montalvo?

Andrea: pues, no te importa, son mis negocios-sonrió.

Samuel: ¡Lamento todo el daño que te hice!-Andrea se sobresaltó-Pero, para ya de una vez de torturarme, de portarte tan mal conmigo-exclamó mirándola intesamente, ella correspondió a esa mirada.

Andrea: ¿Acaso tú tuviste esa piedad conmigo? Ya te respondo yo ¡NO!-gritó enfadada.

Samuel: ¡No sabía que estabas viva! ¡De qué manera te lo digo! De haberlo sabido sabes que te buscaría hasta debajo de las piedras si fuese necesario-la cogió del rostro-¿tú crees que con todo lo que te adoro a ti y a esa criatura no os hubiese buscado hasta el cansancio?-los ojos de Andrea se cristalizaron y se apartó para evitar que la viese llorar.

Andrea: el día que me enterrasteis vine, te dije que volvería-lo inevitable se hizo presente y comenzó a sollozar en su presencia-sufrí como una condena por ti imaginándote con ella, en nuestra cama, viviendo MI vida, ¡la que a mí me pertenecía!-respiró agitadamente con sus lágrimas desbordando por sus mejillas.

VUELVEME A QUERERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora