49. ¡Te odio!

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Al día siguiente Patricia llegó al rancho del Junco, su madre decidió instalarse en la casa después de lo ocurrido y aguardaba con paciencia el momento en el que ella quisiese hablar para poder acortar distancias entre madre e hija, pero en su lugar Patricia entró con una mala mirada cargada de amargura como de costumbre, apenas la habían visto esos días ya que se la pasaba metida en el rancho de los Montalvo.

Ignacio: hija, ¿no saludas?-levantó la vista de unos papeles, dándose cuenta de que iba ignorar a su madre.

Patricia: ¿sabes? No, tanto esta señora como su hija vinieron a hacernos daño y lo están consiguiendo-su madre se entristeció.

Soledad: ¿Cómo puedes hablarle así a tu madre?

Cayetana: yo nunca tuve la intención de hacerte nada, cariño, soy tu madre, solo quise protegerte

Patricia: ¿Ah sí? Qué bonita manera de protegerme ¿no? Callando verdades como templos, ¿sabes de que me enteré hace unos días? De que no solo soy fruto de una violación si no que mi difunto novio era hermano del hombre del que estoy enamorada-Ignacio y Cayetana se miraron frunciendo el ceño.

Ignacio: ¿Cómo sabes eso?-se levantó.

Patricia: porque fui a contarle a Gabriela que esta mujer estaba viva, que se toda la historia y que no pienso reclamarles nada, todo lo contrario que los apo...-Ignacio no la dejó terminar que impactó su mano en la mejilla de su hija con severa determinación la agarró del brazo e hizo que la mirara.

Ignacio: ¿COMO ERES CAPAZ? Acabamos de recuperar a tu madre ¿Y pretendes mandarla a la boca del lobo de nuevo diciéndole a la mujer que más la odia que está viva?-Patricia se soltó.

Patricia: ¡Esta señora no es mi madre! Si lo fuera no antepondría a Andrea antes que a mí, pero claro como soy una bastarda fruto del pecado, qué más da ¿no? Con un par de abrazos y besitos no me voy a contentar-Ignacio elevó la mano de nuevo cegado por el coraje y Cayetana se puso en medio.

Cayetana: Ignacio no...-murmuró viendo el dolor en los ojos de su mujer, Patricia se fue y Soledad se retiró a la cocina, Ignacio bajó la mano-el que habla es su odio mi vida... Algún día lo comprenderá-se acercó a su marido y beso sus labios dulcemente, Ignacio suavizó el rostro y se entregó al pequeño beso que le daba su mujer, abrazándola con temor de perderla de nuevo.

Ignacio: extrañaba tanto tu calma...-Cayetana lo miró y besó su frente.

Cayetana: yo lo extrañé todo, amor...

Ignacio: no soportaría perderte de nuevo, mi amor...

Cayetana: vine a quedarme... y nadie me va impedir que sea feliz junto a mi familia...esta vez nadie se va interponer en nuestra felicidad-sonrió, ambos se separaron cuando vieron entrar a Andrea con la niña.

Ignacio: pero mira nada más ¿Quién vino a visitarnos?-las recibieron con una sonrisa-vente con el abuelo-Andrea sonrió y le entregó la niña a Ignacio.

Andrea: ¿Cómo estáis?

Cayetana: extrañándote, mi vida-su madre la abrazó-estaba tan acostumbrada a verte que ahora se me hace raro que volvieras a vivir con tu marido, os echo de menos-bajo el rostro y Andrea miro a su padre que hizo el mismo gesto.

Andrea: ¿No sois felices aquí?

Ignacio: las cosas con Patricia se han puesto difíciles desde que descubrió que Cayetana estaba viva...-Andrea miró a su madre preocupada, la veía muy triste

Andrea: ¿Qué ha pasado?

Cayetana: Ignacio... No atormentes a la niña con eso, ya están más las cosas entre ellas difíciles como para complicarlas más.

VUELVEME A QUERERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora