43. Volvamos a casa

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Andrea abrió la puerta y la mirada de su marido se cruzó con la de ella, lo mandó a la sala, allí se encontró con Mariano que se encontraba un poco nervioso con la idea de reencontrarse con su sobrino, ambos se miraron pero Samuel no lo reconoció, en su lugar lo saludo.

Samuel: Samuel Gallardo, un placer-le dio la mano.

Mariano: Mariano, encantado-omitió su apellido.

Andrea: Samuel, él es mi abogado, vino a entregarme unos papeles y le comenté lo que acordamos anoche-intervino.

Samuel: vaya, te veo preparada ante todo, pero primero me gustaría ver a mi hija-ambos se miraron.

Andrea: claro...-fue arriba a buscar a la niña, Samuel y Mariano se quedaron solos en la sala y él se quedó mirando para su tío con intriga.

Samuel: me resultas conocido, ¿Nos hemos visto alguna vez?

Mariano: sí... Pero hace muchos años de eso, todavía eras un crío.

Andrea: aquí está-entró con la niña y Samuel corrió a cogerla.

Samuel: ¡vaya! hace un día que no te veo y ya creciste-la niña soltó una risita-¿te hace gracia eh?-soltó otra carcajada, Andrea los observaba, era la primera vez que oía la carcajada de su hija-pues no señorita Gallardo, no se vale crecer tanto cuando papá está lejos-la niña soltó otra risa al ver las caras que le hacía su padre.

Andrea: ¿Cómo quieres que hagamos esto? Ayer dijiste que quizás habría más condiciones, te escucho.

Samuel: sí-sonrió-lo pensé todo mejor ayer cuando me fui a dormir-estaba demasiado sonriente, entonces Andrea cayó en la cuenta de que Samuel se estaba trayendo algo entre manos-Supongo que si me pides el rancho no es para asegurar a la niña si no que es porque tienes algo en mente y necesitas mi rancho en tus planes, el pedirte que le pongas mi apellido a nuestra hija y que me dejes verla me parece que no es nada cuando ya son derechos que me corresponden como padre-Andrea endureció el rostro.

Andrea: ¿Entonces qué quieres?-él se levantó con la niña en brazos y se acercó.

Samuel: que te vengas a la casa conmigo y con mi hija, como lo que somos, un matrimonio-Andrea comenzó a reírse, Mariano no oculto su alegría al ver a su sobrino imponerse ante ella.

Andrea: ¿ESTAS LOCO?-Samuel sonrió-No me puedes pedir eso.

Samuel: tú tampoco-Andrea se sentía frustrada, no podía ceder pero si no lo hacía, después lo lamentaría-¿Tenemos trato, cielo?-Lo pensó bien y también pensó que sería la oportunidad de también hacerle daño a su hermana Patricia.

Andrea: Acepto-ambos se sorprendieron ante su pronta respuesta-Mariano, alista todo, voy hacer mis maletas y las de la niña-Samuel sonrió triunfante.

Entró en el cuarto y tiró todo lo que había en su tocador, tendría que irse con Samuel... Aquello la frustró enormemente, el hecho de vivir con su marido en su misma casa la haría vulnerable constantemente, no podría mantener esa dura fachada delante de él a todas horas...

Cayetana: mi niña-entró en su habitación y vio el desorden-¿Todo bien?

Andrea: ¡No! Samuel solo acepta darme el rancho si me voy a vivir con él y la niña.

Cayetana: ¿Y aceptaste?-la miró esperanzada y Andrea afirmó, su madre soltó una pequeña risa-te la supo jugar bien, hija.

Andrea: no me hace gracia, mamá... no quiero estar a su lado.

Cayetana: piénsalo, podrás reconciliarte con él.

Andrea: no quiero reconciliarme con él, mamá, todo lo contrario ¡quiero vengarme!

VUELVEME A QUERERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora