57. Ámame

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6 Meses después...

La vida de todos poco a poco volvió a la normalidad, Soledad siguió fiel al rancho del Junco y a su eterna amistad con Cayetana, todavía salían juntas a recoger crisantemos por el campo, aquella mujer a pesar de estar soltera nunca se sintió sola, contaba con todo el amor y cariño de la familia del Junco que la hacía sentir como en casa y era inmensamente feliz al lado de ellos cuidando de la pequeña Alma así como lo hizo con Andrea y la difunta Patricia del Junco.

Cayetana pasó unos meses muy duros después de la muerte de su hija Patricia, junto a Ignacio logró recuperar la vida que tanto echo de menos, se levantaban juntos, desayunaban, él trabajaba y ella lo ayudaba en lo que podía, pasaban mucho rato juntos, daban paseos, todo era perfecto en su vida, entonces comprendió que todo el sufrimiento de tantos años había merecido la pena para llegar al punto en el que estaba, con su marido y con su familia llena de felicidad, a pesar de seguir incompleta por la muerte de su primogénita.

Mariano se mudó finalmente a la casa que se hizo inicialmente para Andrea, desde allí llevaba sus casos y viajaba de vez en cuando a la ciudad, pero procuraba siempre estar cerca de sus sobrinos y de su familia, ahora que por fin había vuelto y los había recuperado no quería perderlos, ni perder el contacto y el afecto de ellos por nada del mundo.

Samuel y Andrea retomaron el rumbo de su vida y de su matrimonio junto con su hija, atrás quedaron los errores y las pequeñas traiciones, ambos confiaban el uno en el otro y se amaban más que nunca, pero su amor tenía que ser repartido por la niña de sus ojos, su Alma, que cada vez estaba más grande, sin dudarlo era la imagen de su madre pero su clara debilidad era su padre los enternecia a todos, siempre lloraba por él y siempre estaba de lo más feliz a su lado, Andrea siempre admiró esa conexión a pesar de perderse ciertos momentos de su vida ella adoraba a su padre. La pequeña ya casi tenía un año, apenas comenzaba a andar y a decir algunas palabras pero era la alegría y el corazón de la vida de todos.

Mariano: Mariano-tenía a la niña en sus brazos y la miraba detebidamente.

Alma: ¡mano!-la niña se acercó a él y le cogió un moflete con los labios, era su manera de dar un beso. Cayetana e Ignacio reían.

Ignacio: déjalo Mariano, en la vida va decir bien tu nombre.

Mariano: nada, nada cuestión de que tenga práctica, ¿verdad cielo? Todavía eres muy pequeñita-la niña hizo dio palmadas.

Cayetana: de verdad que estás muy gracioso Mariano-Soledad les trajo el café y Mariano la miró detenidamente, traía el pelo suelto.

Mariano: Soledad te queda muy bien el pelo así...-ella se sonrojó y se tocó el pelo.

Soledad: muchas gracias, señor-se fue a la cocina e Ignacio le cogió a la niña de los brazos.

Ignacio: ay pequeña, tu tío no sabe conquistar a una mujer, no te guíes por él si algún día te enseña a ligar.

Mariano: no malmetas a la niña en mi contra... ¿Soy al único al que trata de usted?-miró a Cayetana.

Cayetana: me temo que si-sonrió-pero eso es una señal de que le gustas... deberías lanzarte y decirle que ella a ti también.

Mariano: Alma ¿Qué dices?

Alma: ¡¡¡iiiii!!!-moviendo la cabeza de arriba abajo.

Lentamente desabrochó cada botón de su camisa, se la quitó y la dejo junto las rocas, se sacó las botas y posteriormente el pantalón vaquero, dejándolo todo junto en el mismo sitio, metió el pie en el agua y dio un respingo al notar lo fría que estaba el agua, sonrió , poco a poco fue metiéndose en la misma mientras esta iba cubriendo cada rincón de su cuerpo hasta sumergirse por completo, comenzó a nadar, de pronto una sombra la acechó y salió del agua para toparse frente a frente con su rostro.

Andrea: ¡Me asustaste!-le dio un golpe en el pecho desnudo de su marido.

Samuel: me dijeron que habías salido, supuse que estarías aquí, en nuestro lugar- se colocó detrás de ella, la agarró de la cintura y la atrajo a su cuerpo, abrazándola.

Andrea: ¿Desde cuándo tan listo mi marido?

Samuel: muy graciosa señora Gallardo-le dio un casto beso en los labios-este es nuestro sitio, por eso lo sé-

Andrea: ¿Nuestro sitio?-pasó las manos sobre sus brazos acariciándolos y sonrió.

Samuel: marcó dos momentos de nuestra relación, aquí te hice mía por primera vez-ella lo recordó y se mordió el labio inferior-y en este mismo sitio volviste a la vida cuando te creía perdida- la beso dulcemente en la mejilla.

Andrea: entonces definitivamente si es nuestro sitio...- se giró quedando frente a frente con su marido y le dio un suave beso, sonrió sobre sus labios para darle nuevamente un beso, entonces se sintió arrinconada contra una roca, el deslizó su lengua dentro de su boca provocando una explosión de sensaciones, cada vez que la besaba era como besarla por primera vez...

La atrajo a su cuerpo y la impulso fácilmente para que ella enredase las piernas en su cintura, deslizó su mano por la espalda hasta el broche del sostén y con una sonrisa lo deslizó liberando sus senos, los cogió y hundió la cara sobre ellos besándolos, chupándolos y disfrutando de ellos, ella gemía contra las rocas mientras se aferraba a su pelo, deslizo su mano por debajo del agua y deslizo su ropa íntima por sus piernas mientras se miraban y luego bajo la suya, sus mejillas empezaban a teñirse de un suave color rojo y él la atrajo de nuevo a su cuerpo para introducir su miembro dentro de ella y gimió alto mientras el enterró la cabeza en sus pechos.

Comenzó a embestirla con un ritmo tortuoso lleno de placer que deshacía a Andrea entre gemidos, siguió con el mismo ritmo mientras ahora besaba su boca con desenfreno y desesperación, Andrea se deslizo hacia su hombro y se aferró fuertemente mientras daba pequeños mordiscos en él, entonces Samuel aceleró su ritmo provocando que ella estallara de placer al llegar al orgasmo mientras él se derramó dentro de ella entre jadeos.

Los dos se miraron con una sonrisa satisfecha por el momento que habían vivido, amaban estar juntos el uno con el otro y la felicidad que sentían era plena. Ambos salieron del río

Andrea: siempre es maravilloso estar contigo...-se colocaba el pantalón mientras él la contemplaba en calzoncillos-amor, deja de mirarme y vístete, tenemos que ir al rancho están todos allí con la niña, ya es tarde, se van estar preguntando donde estamos-Samuel la agarró haciendo que la mirase a los ojos.

Samuel: gracias por elegirme, Andrea, por darme esta familia y perdonar cada uno de mis errores, por volverme a querer...

Andrea: amor-acarició su rostro-ya todo quedó en el pasado, los dos cometimos cientos de errores y ahora solo nos queda ser felices con nuestra hija y con los que seguro vendrán en un futuro-ella dirigió su mano a su vientre y ambos se miraron.

Samuel: no me digas que...-ella sonrió y un brillo especial iluminó sus ojos.

Andrea: 5 semanas mi amor-la estrechó sobre sus brazos y cuando la miró dejo un montón de besos sobre su cara.

Samuel:-acarició sus brazos y la piel de ella se erizó-eres el amor de mi vida-se inclinó sobre su hombro dejando un surco de besos hasta el cuello-nunca deje de amarte, mucho menos cuando te creí muerta-Andrea cerró los ojos derretida por el placer que le provocaba su marido.

Andrea: ámame, Samuel-entonces su marido la miro con una sonrisa en los labios y la cogió nuevamente en brazos con la aprobación de su risa, la volvió a meter en el río, ese río que fue testigo de tantos besos, de tantas caricias y de tantas palabras de amor y desamor, de nuevo la hizo suya bajo aquella escena tan maravillosa y así lo haría siempre, por el resto de sus vidas.

FIN

VUELVEME A QUERERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora