34. Sanas y a salvo

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Andrea entró desolada por la puerta de la casita y se encontró con Soledad y Cayetana.

Andrea: deberías irte Soledad... es muy tarde para que estés aquí-todas las personas de aquella sala mantenían en sus rostros una pesada tristeza.

Soledad: mi niña, nos tenías preocupadas... no me iré hasta que os vea partir...

Cayetana: ¿Viste a Samuel?-preguntó su madre directamente poniéndose a su lado, Andrea soltó un llanto y su madre la abrazó.

Andrea: está mal, mamá, moría de ganas de decirle que estaba viva, que lo quería, que estábamos bien-lloró tocando su vientre-está destrozado...

Soledad: el pobre no levanta cabeza... también es muy difícil para mí ver así a tu padre-Andrea la abrazó.

Andrea: lo sé... cuando estemos a salvo ya encontraremos el momento apropiado para decírselo... A los dos, pero, que no se entere Patricia...

Soledad: claro, mi niña-Soledad le entregó una caja-encontré esta caja con más dinero en algún escondite de la casa.

Andrea: Sole...

Soledad: no me digáis nada... Ignacio no desconfiará de mí y cuando le explique por qué lo hice me apoyará, con esto tendréis suficiente para sobrevivir, montar un negocio algo... no sé, lo que necesiten para el bebé-tocó el vientre de Andrea.

Andrea cuida de mi padre Soledad... Por favor no lo dejes solo y por favor, te encargo a mi marido...

Cayetana: antes de irnos vieja amiga, gracias por todo-cogió las manos de Soledad-gracias por estos años de silencio, por haber cuidado a mis hijas como si fueran tuyas, por haberlas llenado de amor-todas se emocionaron-gracias por apoyar a mi marido en todo, por quererle y por protegerle siempre, has sido fiel a mí desde que nos conocimos y te debo la vida, mi Sole...-Cayetana y Soledad se abrazaron fuertemente.

Andrea: te llamaremos cada cierto tiempo ¿vale? Nosotras contactaremos contigo y te diremos como va todo, no quiero correr riesgos de que nadie se entere de que estamos vivas...

Soledad: está bien cielo, cuida de ese bebé y volved pronto-Soledad les dio la bendición, Andrea y Cayetana cogieron sus maletas con lo poco que tenían y se fueron entre las sombras con los caballos que Soledad les había traído, trotaron por un rato hasta que llegaron al pueblo en donde cogerían el camión rumbo a la ciudad de México.

Patricia: casi no se te ve el pelo... me costó encontrarte estos días...-dejó unos documentos en la mesa.

Leonardo: no quiero ni aparecer por ningún lado, si Gallardo me ve capaz y me mata... no sé si recordará que le di un tiro a él y a tu hermana.

Patricia: no exageres... Esta destrozado no tiene la cabeza para eso. Aquí tienes las escrituras de los terrenos que te prometí... por que confío en que mataste a mi hermana aunque no haya cuerpo ¿verdad?

Leonardo: creo que sí

Patricia: ¿Cómo que crees?-dio un golpe en la mesa con los ojos rojos.

Leonardo: a ver Patricia, te repito que lancé dos tiros, ¿estamos? Uno le dio a Samuel y el otro estoy convencido que le di a tu hermana, pero después alguien me golpeó, cuando despertó todo había pasado-Patricia se sirvió una copa de coñac-¡Cálmate!

Patricia: ¡Tú no lo entiendes! Necesito que esté muerta...-se acercó a ella

Leonardo: y lo está, te lo aseguro, no pudo sobrevivir, tu hermana no es precisamente una mujer dura que sobrevive a esas adversidades, si no la mató el río lo hizo cualquier otra cosa, con un disparo es imposible que siga con vida-ella lo miró dolida y aparto la mirada-

VUELVEME A QUERERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora