4. Me gusta su hija

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Por la mañana Andrea se encontraba en el despacho, había decidido ponerse al día con las cuentas y demás cosas del rancho, su padre entró con un par de cafés.

Ignacio: te traigo un café, hija-lo miró por encima de los papeles.

Andrea: gracias papá-sonrió.

Ignacio: ¿Qué tal anoche? ¿Lo pasaste bien?-Andrea lo miró recordando el beso con Samuel y sonrió.

Andrea: muy bien papá, Samuel es una gran persona, se preocupó de que estuviese cómoda toda la noche.

Ignacio: no esperaba menos de él-Andrea miró su reloj y miró a su padre.

Andrea: bueno...yo...-su padre la miró y se dio cuenta que buscaba decirle algo.

Ignacio: ¿Qué es eso que quieres decirme pero no sabes cómo?-Andrea sonrió.

Andrea: vaya...-se rasco la cabeza-Pues, quería decirte que voy a ver a Samuel-su padre se sorprendió.

Ignacio: ¿Y eso?

Andrea: nada raro, papá, esto... digamos que quisiera agradecerle el que ayer se portara tan bien conmigo-sonrió ampliamente.

Ignacio: me parece muy bien hija.

Andrea ordenó los papeles y le dio un beso a su padre, salió de la casa, cogió un caballo y fue rumbo al rancho Gallardo a ver a Samuel.

Samuel se encontraba en la parte de atrás de su rancho, a él no le costaba nada ayudar a sus trabajadores ni mucho menos mancharse las manos y hacer el trabajo duro.

Cogió un hierro caliente mientras sus peones sujetaban una pieza de su ganado y con fuerza y firmeza lo marcó, dejando en la piel del animal la marca de su rancho, estuvo así un buen rato hasta que se percató de la visita de Andrea, la miró, esta llevaba un pantalón vaquero alto acompañado de una blusa blanca de tirantes, el cabello suelto ondulado y una linda sonrisa, estaba preciosa.

Lejos de asomar una sonrisa volvió la vista a lo que estaba haciendo, todavía se encontraba algo molesto por la situación en la que se dio el beso de anoche.

Samuel: señorita del Junco, ¿a qué se debe su visita?-Andrea estaba empezando a odiar que la llamase así, le demostraba que eso hacía cuando se encontraba ligeramente molesto con ella. Sin perder la sonrisa se aproximó a él.

Andrea: vine a visitarte-él se sorprendió no solo con la cercanía de ella, sino también por el hecho de que viniese a visitarle, la miró por el rabillo del ojo.

Samuel: ¡Vaya! Pues la verdad es que ahora estoy un poco ocupado-volvió apretar el hierro caliente con fuerza, dejando otro animal más marcado.

Andrea: sí, claro-se acercó a mirar que era lo que le tatuaba-es el símbolo de su rancho-Samuel apoyó el hierro en las brasas y se quitó la camiseta, dejo ver su torso marcado y curtido por el trabajo en el campo, estaba sucio y sudoroso-por dios bendito-murmuró bajando la mirada, mientras los trabajadores volvían con otra pieza de ganado.

Peón: este es bravo patrón-logró decir mientras intentaba domarlo junto con otros dos más.

Samuel: échese un poco para atrás, señorita-pero Andrea no lo escuchó, porque estaba absorta con los músculos de Samuel, este volvió coger el hierro candente y con agilidad marcó al animal, de su bravura el animal pataleó haciendo que Samuel se echase hacía atrás esquivándolo pero a su vez empujando a Andrea, la cual cayó en una pila de agua fría-¡ANDREA!-Samuel en seguida acudió a ayudarla.

Andrea: ¡¡¡¡Que fría!!!!-Samuel la cogió de las manos y la empujó hacía él sacándola de la pila de agua, estaba completamente mojada de pies a cabeza, pudo notar como su blusa se pegaba al cuerpo marcando sus definidas curvas y transparentando por completo su sostén, se sintió avergonzado por estar mirando.

VUELVEME A QUERERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora