9. Vuelta al pasado

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Soledad había pedido permiso para salir, la verdad es que había mentido a su patrón porque no iba a dar un paseo, pero, en realidad llevaba haciéndolo casi 25 años. Cogió algo de comida y salió por la puerta de detrás de la casa y comenzó a caminar, cruzo las caballerizas del rancho y también todos sus terrenos, incluso llego a pasar por algunos terrenos del rancho de los Montalvo, por fin llegó a una pequeña casa, vieja y maltratada por los años y el clima, pero firmemente levantada, tenía el aspecto de una casa abandonada, incluso incendiada ya que por una de las ventanas se podía observar restos de un incendio.

Soledad se acercó a la casa con un nudo en la garganta, había prometido no volver allí a menos que fuese estrictamente necesario, pero en realidad lo era, subió las pequeñas escaleras de la casa, pudo observar sus plantaciones de crisantemos amarillos, todavía conservaba el gusto por esa planta, se asomó por la ventana y la vio, toco la puerta delicadamente y dentro se escucharon ruidos, notó la presencia de alguien detrás de la puerta, se hizo el silencio.

Soledad: soy Soledad...-logró decir con un nudo en la garganta, entonces la puerta se abrió e ingresó en la casa, la observó detenidamente, habían pasado 25 años desde que la ayudó a llegar a esa casa, no quedaba rastro de aquella muchacha asustada que dejó allí, nada de sus ilusiones ni de sus ansias por vivir, su mirada azul estaba apagada y ensombrecida por sus ojeras, su pelo rubio y brillante se vio substituido por un rubio más oscuro y maltratado, su cuerpo también había cambiado al igual que su ropa, que estaba vieja y rota... Aun así su rostro era angelical como siempre lo fue...

Sombra: vieja amiga...-ambas se abrazaron-me juraste no volver-le acaricia la mejilla dulcemente-siempre has sido muy obediente que te obliga a desobedecerme.

Soledad: es este secreto, que me quema por dentro desde que llegó su hija, señora Cayetana-ambas se miraron.

Cayetana: esta hermosa ¿verdad?

Soledad: mucho, ya es toda una mujer... E inteligente.

Cayetana: ¿Te ha preguntado algo?-la miró con temor.

Soledad: no, pero no tardará en hacerlo, señora-hizo una breve pausa y se acercó a ella-ahora mismo está centrada en lo que le ocurrió a Samuel Gallardo, pero la conozco y pronto empezará a sospechar.

Cayetana: lo siento, Soledad... pero no puedo evitarlo-dijo sentándose en la silla mientras apoyó una mano en la mesa.

Soledad: ¿Por qué le envía crisantemos amarillos? Sé que son suyos le encantaba cultivar esa flor.

Cayetana: querida Soledad, tienes que alejar a mi hija de los Montalvo, te lo suplico, presiento que se va repetir la misma historia-dio un golpe en la pequeña mesa de madera que ocupaba parte de la cocina-no puedo permitir que mi niña pase por lo mismo que yo, por eso lo de la flor, ¿recuerdas? Siempre les colocaba crisantemos amarillos en su cuna y en su pelo en señal de que necesitaba protección, por lo que decidí hacer lo mismo. No soportaría que mi pequeña sufriese.

Soledad: tiene que mantenerse al margen señora, la puede descubrir y sabe que no le conviene...

Cayetana: como, amiga, ¿cómo le dices a una madre que renuncie del todo a sus hijas y al amor de su vida?-se sentó mientras sus lágrimas rodaban por sus mejillas.

Soledad: lo se señora, pero, si no quieren que la descubran deberá mantenerse alejada de su familia, por mucho que le duela...

Cayetana: siempre me he conformado con verles de lejos, a mis hijas y a mi marido, pero desde que regresó Andrea todos los recuerdos se agolparon en mi cabeza, es idéntica a mí Soledad, como si fuese yo en mi juventud, alegre, ingenua, igual de vulnerable, también tiene el pelo de su padre-la miró con orgullo.

VUELVEME A QUERERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora