37. Mi pequeña

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Después de aquella amarga noticia Andrea ya no volvió a ser la misma, ni en días, ni en semanas y tampoco en el mes que le faltaba para culminar su embarazo, apenas hablaba y siempre parecía estar de mal humor, su madre trataba de animarla pero era prácticamente imposible, aun así tenía la esperanza de que la llegada de su pequeña lo cambiase todo.

Solo la propia Andrea sabía lo que rondaba por su cabeza, todos y cada uno de sus planes, tenía que conseguir como fuese que tanto su madre como ella quedasen absueltas para poder regresar después de que diese a luz sin temer por su libertad, a partir de ahí las vidas de los Montalvo, Patricia y Samuel pasarían a ser un infierno con su llegada.

Cayetana: mi niña, ¡es una carta de Mariano!-Cayetana entró en el cuarto de Andrea que colocaba unas cosas para la pequeña. Andrea la cogió entusiasmada, rompió el sobre y comenzó a leerla.

Andrea: somos libres...-murmuró-¡SOMOS LIBRES!-los ojos de Andrea brillaron nuevamente leyendo los documentos-aquí viene todo reflejado: tu caso fue desestimado por falta de pruebas y en mi caso se hallaron las huellas de Leonardo en el arma, le aplicaron defensa propia y con ello a mí también-pasó más documentos y observó una carta

Queridas Andrea y Cayetana:

Me alegra ser portador de tan buenas noticias aunque no pueda darlas en persona, aquí os entrego vuestra libertad para que podáis volver junto a vuestra familia, estaré por México algún tiempo por si Gabriela Montalvo decide apelar alguno de los casos, si necesitáis cualquier cosa no dudéis en hacérmela saber. Me alegro de haberos conocido y haber podido ayudaros en vuestra causa, vuestro secreto seguirá a salvo conmigo, un abrazo. Mariano Gallardo.

Madre e hija se miraron, de pronto un pequeño dolor hizo que Andrea se apoyase en la cuna de su hija mientras respiraba fuerte, sintió como un líquido descendía por sus piernas acumulándose en un charco a sus pies.

Cayetana: ¡Hija!-se acercó a ayudarla.

Andrea: uf...-apretó su expresión mientras tocó su barriga y ambas miraron al suelo-eso es...

Cayetana: si mi niña, has roto aguas, debemos ir al hospital, tu tranquila ¿vale? Siéntate-la dulce voz de su madre la calmaba y eso impidió que se pusiera nerviosa, ella la acompaño a sentarse sobre su cama-tu ve calculando el tiempo entre contracción y contracción, yo voy preparar las cosas de la niña y a llamar a un taxi-Cayetana preparo la pequeña mochila con ropa para la niña y para Andrea, llamó un taxi y mientras no llegaba hizo compañía a su hija que respiraba agitadamente entre contracción y contracción.

Andrea: ¡Ese taxi va llegar o que!

Cayetana: tranquila hija, respira-fueron bajando las escaleras de la casa y el taxi ya estaba en la entrada, el conductor observó la situación y ayudo a Andrea a subir al coche mientras Cayetana subió al otro lado.

Cuando llegaron al hospital las contracciones habían aumentado y a Andrea le dolía cada vez más, fue ingresada de inmediato e instalada en una de las habitaciones de la planta de maternidad, su ginecólogo llegó para revisarla.

Ginecólogo: muy bien Andrea-la revisó-ya casi estas lista para dar a luz ¿vale?, te pasaremos a paritorio en unos minutos, ten paciencia-el ginecólogo abandonó la habitación y Andrea tuvo otra contracción.

Andrea: ¡Ah...! ¡POR DIOS!-gritó y posteriormente respiró, pronto unas enfermeras vinieron por ella para llevársela, Cayetana las siguió y en ningún momento dejo a su hija sola, ya en la sala de partos las contracciones ya eran muy seguidas y Andrea se retorcía del dolor, con las piernas subidas y abiertas, el ginecólogo se colocó entre ellas para recibir a la niña.

VUELVEME A QUERERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora