42. Mi amor...

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Ignacio se levantó de golpe sorprendido, la reconoció al segundo, con sus cabellos dorados y sus ojos azules, el paso de los años la había cambiado algo pero estaba terriblemente hermosa, como siempre lo fue, los ojos de Ignacio se cristalizaron, ella lo miró con dolor y sufrimiento, también se sentía culpable, pero entre ellos no hacía falta palabras, sabían por todo lo que habían pasado y se amaban con intensidad.

Ignacio se acercó poco a poco y la agarró del brazo para atraerla a sus brazos y se abrazaron, Andrea comenzó a llorar y decidió retirarse con su hija dejándoles la privacidad que tanto necesitaban, Cayetana se derrumbó en los brazos de su marido al no esperarse esa reacción, el acarició su pelo tratando de calmarla.

Ignacio: mi amor...-susurró sobre su pelo-Cuanto te extrañe-se separó y la miró, Cayetana iba comenzar a explicarse, pero la beso al instante, para sentir sus cálidos labios sobre los suyos, ambos se dieron cuenta que el tiempo no había pasado y que seguían siendo esos chiquillos que tanto se amaron-el día de la boda de Andrea fuiste real...-sonrió saboreando sus labios.

Cayetana: sí... siempre estuve a tu lado, mi vida, cerca de ti y las niñas-acarició su rostro.

Ignacio: pero... ¿qué fue lo que pasó?-ahora si buscaba alguna respuesta, ambos se sentaron y Cayetana respiro-Lo último que supe de ti es que te culpaban de la muerte de Ernesto y después apareciste...-hizo una breve pausa-muerta.

Cayetana: te lo contaré todo mi amor-cogió aire-el día que murió Ernesto, estuvo en el rancho... quiso llevarse a Patricia-Ignacio endureció el rostro-no tenía herederos y ella era la única hija que tenía, quiso reclamármela, yo me impuse y me tocó con sus manos...-en sus palabras había rabia-quiso tomarme a la fuerza de nuevo, me tiro sobre el escritorio y yo no se lo podía permitir-Ignacio agarró sus manos como señal de apoyo-cogí el arma que tenías en el escritorio y le disparé... murió al momento... entonces Gabriela me acuso de matarlo, que me metería a la cárcel, me llamo asesina y yo solo corrí asustada, Soledad me ayudó y me ocultó en una casita a las afueras de los ranchos, fingí mi muerte en un incendio y desde entonces me oculté en las sombras viéndolos...

Ignacio: debiste buscarme, cielo, te hubiese ayudado...

Cayetana: no quería perjudicarte, no quería que las niñas quedasen solas por algún motivo-suspiró-me conforme con verlos desde las sombras hasta que Andrea llegó, entonces todo empezó de nuevo, la misma historia, veía en Leonardo a su padre y en mi hija el mismo peligro que yo sentía sobre mi... Traté de avisarlas, les deje señas, te visité a ti, hice todo lo posible por salvarla a ella y también a Patricia y míralas ahora, ¡Se odian!-lloro desconsolada mientras su marido la abrazaba-Andrea ha sufrido mucho y seguirá sufriendo si no termina con esto, adoro a mis hijas pero si esto sigue así por Samuel acabarán haciéndose daño.

Ignacio: debemos dejar que las cosas sigan su curso, Andrea tiene mucho rencor en su alma... debe perdonar para poder seguir adelante y para eso tiene que ver a más de uno de rodillas... está en su derecho, cielo.

Cayetana: pero son nuestras hijas, no lo puedo soportar, sé que Patricia en parte lo hizo mal pero... no sé... habrá algún modo.

Ignacio: el único que podrá ablandar su corazón fue el mismo quien se lo hirió-ambos se miraron y se abrazaron de nuevo, por fin estaban juntos y ambos se tenían como apoyo.

Andrea: ¿Interrumpo?-Andrea sonrió entrando a la sala con la pequeña y los vio abrazados-es que alguien quería ver a sus abuelos-Ignacio y Cayetana sonrieron y Cayetana alzó los brazos para cogerla mientras Andrea los miraba feliz.

Ignacio: ¿Cuándo le dirás a Patricia que estás viva?

Cayetana: no lo sé, es más complicado, tendré que decirle de donde viene y no sé si lo soportará.

VUELVEME A QUERERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora